Vanity Fair (Spain)

TAN NATURAL

Bono, con cárdigan de Missoni, camisa de Boss y pantalón de pana de Tenkey.

- FOTOGRAFÍA UXÍO DA VILA ESTILISMO JESÚS CICERO

El tercero de los hijos del exministro socialista recibe a EDUARDO VERBO en Hípica de Toledo, el centro ecuestre que dirige desde hace una década en las afueras de la ciudad, para hablar de caballos, del peso de la fama y de su boda el próximo 20 de junio con Aitor Gómez, un joven periodista con el que sale desde hace cuatro años.

Cuando José Luis Rodríguez Zapatero llamó a mi padre para ofrecerle ser presidente del Congreso de los Diputados, toda la familia estábamos en Polonia. Nos reunió durante una cena y nos pidió opinión. Inmediatam­ente hizo que le mandaran el reglamento. ¡Se pasó todo el viaje estudiándo­lo! Al regresar a España, se sorprendie­ron de lo que había aprendido”.

El jinete Jose Bono Rodríguez (Toledo, 1984) es un hombre de cuerpo atlético, frente despejada y una blanquísim­a sonrisa. Lleva una chaqueta de inspiració­n ecuestre que le otorga un aire duro, de soldado napoleónic­o, lo que contrasta con su trato afable y formal. Desde pequeño, lo educaron con disciplina para que fuese siempre exquisito en las formas y para que, por supuesto, nunca perdiera de vista quién era su progenitor: José Bono, el poderoso presidente de Castilla-La Mancha durante 21 años, exministro de Defensa y expresiden­te del Congreso de los Diputados. “En el colegio me exigían mucho. ‘¡Tienes que dar ejemplo! ¡Eres hijo del presidente Bono!’. Mi padre también ha sido estricto conmigo y me ha inculcado el sentido de la responsabi­lidad”, confiesa.

Conseguir esta entrevista no ha sido fácil. “No me gustaría perder mi intimidad ni convertirm­e en personaje público. Me han llamado de muchos medios, pero yo solo quiero hablar de caballos y de mi profesión”. Esta es la fórmula que ha repetido una y otra vez cuando nos hemos acercado a él. La primera ocasión que contactamo­s con Jose Bono júnior fue a raíz del anuncio de su boda el próximo 20 de junio en Toledo. Ya no hay secretos. El prototipo de soltero de oro, el novio perfecto que la prensa relacionó con Marta Ortega —heredera de Inditex— o Natalia Golding —hija del que fuera presidente de Parques Reunidos— se casará con un hombre: Aitor Gómez, un joven emprendedo­r y periodista de 24 años.

Nuestro último y tercer intento dio resultados: “Daré la entrevista, pero solo como jinete”.

El tercero de los cuatro hijos del expolítico socialista y su exmujer, la empresaria Ana Rodríguez Mosquera, nos recibe hoy en la Hípica de Toledo y saluda uno a uno a los integrante­s del equipo de Vanity Fair. Se disculpa por haberse retrasado unos minutos y por aparecer con los pantalones manchados de barro. Estamos en el centro ecuestre que dirige desde hace 10 años en las afueras de la capital castellano-manchega. Aquí monta los caballos que cría y luego vende: “No soy rico y no me puedo quedar con ellos”. También da clases, pero una de las cosas que más le motiva y enorgullec­e de su gestión es recibir personalme­nte cada semana a los pacientes con lesiones medulares del Hospital Nacional de Parapléjic­os de Toledo, el más importante de España, que acuden aquí para hacer hipoterapi­a. “Es una de las cosas más gratifican­tes de este trabajo”, me explicará después de la sesión de fotos ante un café con leche.

Aunque estudió Periodismo y llegó a hacer prácticas en el diario local La Tribuna de Toledo, Jose siempre supo que lo suyo era la hípica. Así lo recuerda su padre, José Bono, hoy retirado de la política. “Tenemos una relación especial. Ha sido un buen hijo y nunca me ha dado problemas. Cuando me dijo que su vida eran los caballos, lo apoyé, sabiendo que era un trabajo duro. No hay más que mirarle las manos llenas de callos y ver que dedica más de 10 horas diarias. Un día me contó que era gay y que estaba saliendo con otro chico. En casa ya teníamos algún indicio y a todos nos alegró que nos lo dijera. Enseguida quisimos conocer a

“Ser jinete es un trabajo sacri icado. He invertido mucho tiempo en formarme” Jose Bono Rodríguez

Aitor y, desde entonces, es uno más de la familia. Veo a mi hijo plenamente enamorado. ¡Estamos muy contentos con la boda!”.

Efectivame­nte, cada día, a primera hora de la mañana, Bono hijo se desplaza hasta estas instalacio­nes desde Aravaca (Madrid), donde reside en su propia casa desde los 24 años. Fue entonces cuando se independiz­ó de su hermana mayor, Amelia, con quien se mudó a la capital desde Toledo para estudiar a los 17 años. En este terreno de 11 hectáreas, en el que habitan cerca de 70 caballos y donde los cielos son infinitos, este laureado jinete —el pasado verano quedó cuarto en el Campeonato de Saltos de Atenas y ha sido cuatro veces campeón de Castilla-La Mancha en esta modalidad— es simplement­e Jose. “Estoy orgulloso del apellido Bono, pero he dejado de reservar en restaurant­es con mi nombre completo. Me pasa a menudo que el maître viene a la mesa y, al verme, pregunta: ‘Bueno, ¿y cuándo va a venir el señor Bono?’. Aspiro a ser reconocido por mi trabajo, no por el de mi padre, al que admiro”.

Jose es hiperactiv­o y no le gusta perder el tiempo. De cerca, es más un chico de campo que un niño de papá. “He sufrido algunos prejuicios. Hay gente que por ver mi foto en una revista un día cree que soy un pijo que se dedica a presumir montando a caballo. No es así. Ser jinete profesiona­l es sacrificad­o. He invertido mucho tiempo en formarme para poder dedicarme a ello. Y la hípica ya no es una disciplina exclusiva de la gente rica. Los tiempos han cambiado en ese sentido”. Por ejemplo, Sligo Hard Times, su irish sport horse, se lo compró a un amigo por poco dinero ya que era un caballo “que nadie había entendido y estaba fuera de las competicio­nes”. Tras domarlo, y “aunque ya es muy mayor”, ahora podría costar un millón de euros. Por su parte, el centro ecuestre comenzó siendo un pequeño terreno con unas cuadras para que el joven practicara su afición cerca de casa. Su padre lo construyó cuando tenía nueve años. Lo hizo poco a poco, pensando en convertirl­o en un negocio. Hubo años difíciles, con pérdidas; ahora ni pierde ni gana, pero emplea a Bono júnior y a cuatro personas más.

Aquí, Jose también se evade de los paparazzi que lo persiguen casi a todas partes desde hace unos meses con motivo de su enlace con Aitor Gómez, creador de Bonai —acrónimo de Bono y Aitor—, una marca de joyas. La ceremonia civil congregará el próximo 20 de junio a cerca de 200 personas, entre las quehabrá algún famoso —los amigos de Jose van desde el cantante David Bustamante hasta Emiliano García Page, actual presidente de Castilla-La Mancha e íntimo de su padre, o el empresario hotelero Kike Sarasola— y estará oficiada por Milagros Tolón, alcaldesa de Toledo. “Es amiga de mi familia. He coincidido varias veces con ella y me cae muy bien”. El convite tendrá lugar en el palacio de Galiana de la ciudad, propiedad de los Fernández de Araoz, descendien­tes de Gregorio Marañón. Jose y Aitor se conocieron hace cuatro años en El Tigre, uno de los bares más castizos de Madrid, ubicado en el barrio de Chueca. “Fue gracias a su prima hermana, que es una de mis mejores amigas y también monta a caballo. Nos gustamos desde el primer momento. Tuvimos mucha química”, me confiesa tímido mientras apaga el primero de los cigarrillo­s que fumará. Su madre, Ana, será la madrina. “Está feliz. ¡Soy su único hijo varón”.

—¿Por qué cree que hay revuelo con su boda?

—Mi apellido es conocido y mi orientació­n sexual, contada con la normalidad con la que vivo, puede llamar la atención. Pero si mi boda y la publicidad que la acompañe, que yo no busco, sirve a alguien y es útil para la normalizac­ión de los sentimient­os, yo estaré encantado. Hay que perder el miedo a la diferencia. Yo lo he perdido y animo a que lo pierdan quienes aún lo tengan.

—Siempre lo han relacionad­o con mujeres…

—He leído las noticias en este sentido, pero jamás las he alimentado. Dijeron que era novio de una de mis mejores amigas, Carolina Aresu [sobrina de la actriz Ana García Obregón e hija del coreógrafo Giorgio Aresu]. ¡Nos caímos al suelo de la risa! —¿Cómo ha vivido su sexualidad?

—Me han gustado los chicos desde siempre. Mi familia creo que se dio cuenta antes que yo. Siempre me han ayudado. —¿Ha sufrido mucho?

—No. Me sentí diferente cuando era adolescent­e. Estaba confundido, pero con el tiempo las cosas se aclaran. Y si tienes un entorno que te apoya… A ver, no ha sido ni un camino de rosas ni todo es tan fácil. Lo inaceptabl­e es callarse para que los homófobos no se enfaden o te acepten: no quiero cuentas con ellos. Al principio tienes dudas. “¿Cómo lo voy a contar?”, me preguntaba. Pero es algo a lo que todos tenemos que enfrentarn­os. Estoy contento con el resultado. Mi familia, Aitor y la vida que llevo.

—Es conservado­r casarse, ¿no?

“Aitor es uno más en la familia. Veo a mi hijo plenamente enamorado” José Bono

“Mi padre habría sido un buen presidente del Gobierno. Todo lo hace con pasión”

Jose Bono Rodríguez

“Le pedí matrimonio a mi novio Egipto. en No hubo anillo, sino reloj” Jose Bono Rodríguez

—Nunca lo había pensado, pero a Aitor le hacía ilusión. Mi idea era hacer una fiesta reducida con mis amigos, pero al final me parece bien lo que estamos organizand­o.

—¿Cómo reaccionó su padre cuando se lo contó?

—¡Fenomenal! Tiene muchas ganas de vernos felices. A menudo nos decía que formalizás­emos la situación. Ha sido y es mi aliado en la vida… y también en mi boda.

Hoy en día José Bono es, en palabras de su hijo, “el perfecto jubilado activo”. “Trabaja como abogado, pasa tiempo en su pueblo, Salobre (Albacete), tiene su pandilla de amigos, viaja permanente­mente, organiza cenas, conferenci­as… y está pendiente de nosotros, claro. Tenemos un grupo de WhatsApp que se llama Los Bonitos. A través de él, nos pide opiniones”. Aunque José Bono y Ana Rodríguez se separaron hace 10 años, tienen buena relación. “Mis hermanas y yo nos dimos cuenta de que nuestros padres ya no eran pareja sentimenta­l. Por tanto, si iban a estar mejor separados… Encajé su divorcio muy bien. Ahora se llevan fenomenal, mejor que cuando estaban casados, y no hay semana que no se vean”.

Los Bono son, además de una familia bien avenida, un clan numeroso. Amelia, la mayor, tiene cuatro hijos, fruto de su matrimonio con Manuel Martos, hijo de Raphael y Natalia Figueroa; Ana es madre de una niña; y Sofía, la hermana pequeña, es una joven de 19 años que estudia ADE y que todavía no piensa en hijos. La joven fue adoptada por Bono y su exesposa en el año 2000 en Chile cuando era solo un bebé de pocos meses. La idea de ampliar la familia surgió durante un viaje de Ana Rodríguez a la India: quedó impresiona­da al ver la multitud de niños abandonado­s. Al tiempo, formalizar­on los papeles y tuvieron que esperar poco más de un año. “Recuerdo perfectame­nte incluso la ropa que llevaba el día que llegó mi madre con Sofía al aeropuerto. Fuimos a recibirlas. Aproveché que mis hermanas empezaron a discutir para ver quién la cogía y fui el primero en tenerla en mis brazos. ¡Qué sensación!”, rememora. Tenía 16 años.

Jose tiene buena memoria. Podría enumerar los momentos felices que ha vivido, pero también los más crudos. “Por el trabajo de mi padre han intentado hacer daño a mi familia. Ha habido prácticas ruines y mezquinas desde el periodismo amarillo y la extrema derecha”. Ni los grandes hitos protagoniz­ados por José Bono, como la retirada de las tropas de Irak nada más llegar al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en 2004, parecen quitarle a Bono júnior la amargura de los días en los que la Hípica de Toledo se encontraba bajo el foco mediático y judicial por una investigac­ión auspiciada en 2010 por el Partido Popular. El PP denunció ante la Fiscalía al entonces presidente del Congreso por su “elevado patrimonio”.

—¿Cuál es la mayor mentira publicada sobre su padre?

—Unas 90 portadas de un periódico que hasta me atribuyó tener 800 caballos. Ese medio ya no existe.

—¿Quién querría hacerle tanto daño? — Quizá algún dirigente o dirigenta del PP no soportaban perder en Castilla-La Mancha y que mi padre ganase seis legislatur­as seguidas y que todavía lo quiera la inmensa mayoría de la población. La política es una actividad respetable, pero también produce elementos despreciab­les. —¿Tiene muchos enemigos su padre? —No. Con mi padre no se puede salir a la calle porque lo para todo el mundo para saludarlo o hacerse fotografía­s. Quizá esa empatía molesta y genera envidias. Una de sus enemigas públicas más destacadas es María Dolores de Cospedal [fue, al igual que Bono, presidenta regional y ministra de Defensa]. ¡Fíjese cómo ha terminado su carrera! Finiquitad­a por espiar junto al comisario Villarejo.

—¿Cree que Cospedal ha intentado perjudicar a su padre? —No es que lo crea. ¡Tengo la certeza!

—¿Habría sido su padre un buen presidente del Gobierno? —Sí, estoy convencido. Todo lo hace con pasión y no le falta amor a España.

—Usted, en cambio, ahora vota a Ciudadanos… —No. Fue en las elecciones de 2016. Mi padre me ha intentado convencer durante todo este tiempo y lo ha logrado: he regresado al redil y voto al PSOE.

—¿Qué le parece Pedro Sánchez?

—He vuelto al PSOE por mi padre y no por Pedro Sánchez. No quiero hablar mal de él ni de ningún socialista.

En cambio, Bono hijo no tiene reparos en deshacerse en halagos hacia Zapatero —“Lo conozco bien y es buena persona”—; Felipe González —“Todavía conservamo­s unos bonsáis, un bosque de coníferas, que nos regaló. Ha sido el gran presidente de la historia reciente de España”— o Albert Rivera —“Me gustaba, pero ahora le recomendar­ía que si quiere ser feliz no vuelva a la política—. Jose es un hombre ocupado que tiene que regresar a las cuadras para montar a sus caballos. Antes de despedirse, quiere dejarme claro que se siente muy orgulloso de ser un Bono. “Menos mal que mi padre es él y no otro político que me diese palo”. —¿Le gustaría tener hijos? —Sí, al menos dos. —¿Quién le pidió matrimonio a quién? —Yo a Aitor. Fue durante un viaje que hicimos hace unos meses a Egipto. No hubo anillo, sino reloj. Fue a puerta cerrada en la habitación del hotel. Ese país es bastante homófobo… —¿Ha sufrido la homofobia en carne propia?

—No, para nada. En mi círculo sabían que era gay. Ahora España es un país democrátic­o y moderno. Estoy feliz de hablar con normalidad de Aitor. —¿Cree en el amor para toda la vida? —Mirando alrededor, parece complicado, pero yo creo que vamos a estar juntos toda la vida. Me inspiran sus abuelos. ¡Llevan muchos años! A ver si los superamos.

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Jose Bono, con gabardina de Hermès, jersey de Mirto y pantalón de Tenkey.
LIBRE Jose Bono, con gabardina de Hermès, jersey de Mirto y pantalón de Tenkey.
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El jinete viste total look de Manfredi y botas de montar de Parlanti. En la otra pág., arriba, junto a su madre y su novio. Debajo, con su padre, en el año 2006.
AL TROTE El jinete viste total look de Manfredi y botas de montar de Parlanti. En la otra pág., arriba, junto a su madre y su novio. Debajo, con su padre, en el año 2006.
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Arriba, con su novio, Aitor, en Toledo. A la izda., Jose lleva chaleco y jersey de Massimo Dutti, pantalón de Manfredi y botas de Parlanti.
AMOR Y CABALLOS Arriba, con su novio, Aitor, en Toledo. A la izda., Jose lleva chaleco y jersey de Massimo Dutti, pantalón de Manfredi y botas de Parlanti.
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TAN NATURAL Bono, con cárdigan de Missoni, camisa de Boss y pantalón de pana de Tenkey.
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