CORTE Y CONFECCIÓN El fotógrafo Erwin Olaf reinterpreta con obras de arte vivientes el Siglo de Oro.
La monarquía está de moda: en la vida real el Megxit es uno de los temas de mayor actualidad y en la ficción, los títulos más vistos, como ‘The Crown’ o ‘The King’, apelan directamente a la sangre azul. Las pasarelas son un reflejo de las tendencias. Las firmas de lujo de vanguardia también se han contagiado esta temporada de la obsesión por las monarquías y recuperan la indumentaria del Siglo de Oro. Felipe II y su séquito han revivido en los desfiles. Reunimos a nuestra particular corte en este porfolio realizado por el artista Erwin Olaf, fotógrafo de cámara de la familia real holandesa, en el que desgranamos las tendencias con las modelos Laura Ponte, Alba Galocha, Violeta Sánchez, Mel van Roemburg y el fotógrafo Eugenio Recuenco. A la vista: vestidos suntuosos con magnos guardainfantes que recuerdan a los retratos de Velázquez o reconstrucciones de prendas extintas propias de la casa de los Austria como el jubón y la basquiña.
Mel van Roemburg
La modelo Mel van Roemburg ha aterrizado en Madrid procedente de Ámsterdam para ponerse por primera vez ante el objetivo del fotógrafo Erwin Olaf. “Estoy muy ilusionada”, confiesa rodeada de miriñaques, una de las tendencias que recuperó la firma Balenciaga en uno de sus últimos desfiles en París. Mientras espera su turno, la joven no para de entonar varias canciones y danzar, porque además de modelo —empezó hace dos años cuando firmó con la agencia Elite— también es bailarina y cantante. “He trabajado en musicales como Billy Elliot y mi sueño sería poder grabar un disco”, me confiesa. En 2013 cantó en una gala benéfica que presidía la reina Máxima. “Fue muy dulce. Recuerdo que estábamos rodeados de paparazzi. Me dijo que lo había hecho muy bien”, comenta. Próximamente desembarcará en Estados Unidos, donde también espera abrirse camino en el mundo del cine. Sus padres tienen tiendas de moda y confiesa que le han ofrecido “varias veces ser modelo cuando iba caminando por la calle”. Aunque empezó sin conocer bien el negocio, ya ha trabajado para marcas como Dior, Hermès, Valentino y Loewe. “Me encantaría protagonizar una campaña de alguna firma o, por supuesto, ser chica de portada”, confiesa. Lo conseguirá. Y más pronto de lo esperado. Laura Ponte
“¡Qué gracia! ¡Me ha tocado la princesa de Éboli! ¡Yo también soy tuerta! Hace tiempo tuve un herpes en la córnea del ojo izquierdo que se complicó y ahora solo veo un 20% del total. Por eso lloro cuando me hacen fotos con flash. Como también moqueo, la gente se cree que soy drogadicta. ¿Qué voy a hacer si tengo ojeras porque duermo poco, los dientes rotos porque soy bruxista, no sonrío porque llevo aparato y encima soy tuerta?”, reflexiona Laura Ponte (Vigo, 1973). La modelo es la que mayor vínculo con la realeza ha tenido de todos los integrantes de nuestra particular corte de Felipe II, un porfolio en el que desgranamos las tendencias inspiradas en la indumentaria regia del Siglo de Oro español vistas recientemente sobre las mejores pasarelas del mundo. En 2004 se casó con Beltrán Gómez-Acebo, primo del rey Felipe VI. “¡Qué corte ni corte! Son normales. Me han cuidado tanto…”, comenta sobre los Borbón, la que fuera su familia política hasta 2011, cuando se divorció del hijo de la infanta Pilar. El día que se hicieron estas fotos, su hija Laura, de 13 años, aterrizaba en Madrid desde Inglaterra, donde estudia, para pasar la Navidad junto a los suyos. Ponte, su hija, su hijo Luis, de 14 años y apasionado de la ciencia, y su exmarido comieron ese día con la infanta. “Es buena, cariñosa y directa”, decía entonces sobre la duquesa de Badajoz, fallecida semanas después. Recién separada del escritor Pedro Letai —“Lo quiero y lo respeto”—, sigue volcada en su firma nupcial. “Un día lo dejo y me voy de cajera”, concluye. Eugenio Recuenco
“Al rey Juan Carlos lo vi por primera vez cuando era joven e hice la mili en la escuadra de gastadores. Me solían elegir para desfilar ante él los días que se iba de viaje porque era muy alto”, dice el fotógrafo Eugenio Recuenco (Madrid, 1968) al rememorar sus años jóvenes en el aeropuerto de Barajas. Ahora este exitoso “creador de imágenes” que ha trabajado para revistas como Vogue y primeras marcas como Nina Ricci aparece en la sesión con un gesto dubitativo. “No creo que hayan pensado en mí para ser Felipe II. Me veo más parecido al Greco, ¿no?”, reflexiona antes de ser inmortalizado por Erwin Olaf como un noble más de la corte del monarca de los Austria. Recuenco conoció en persona al fotógrafo holandés hace tres años. Antes habían coincidido en numerosos proyectos. “Por ejemplo, él firmó el calendario Lavazza y luego lo hice yo… Nos hemos ido pisando los talones en muchos concursos”. Nada más recibió nuestra propuesta, Olaf lo llamó y le ofreció participar en este reportaje. “Supongo que le causó buena impresión mi físico. ¡Soy muy racial!”, elucubra. También se ha convertido en cortometrajista, una incursión que supone su regreso al mundo de la moda por todo lo alto. “Las revistas me dejaron de llamar hace un tiempo. Fue bastante duro encajarlo. Me volqué en la publicidad”, confiesa. La segunda vez que coincidió con el rey Juan Carlos fue en la boda de Laura Ponte y Beltrán GómezAcebo. “Era un señor de un gran trato”, finaliza. En ese momento, Olaf dispara el flash y capta para siempre a su compañero. Ejemplo de fair play.
Alba Balocha
“Fue interesante hacer de oveja negra. Me sentía reconocida en ella porque tenemos ideas parecidas. Cuando dices que no al sistema, te crujen”. A la modelo y actriz Alba Galocha (Santiago de Compostela, 1990) esta sesión fotográfica le recuerda rápidamente al rodaje de The Spanish Princess, una serie sobre Catalina de Aragón y la corte de los Tudor en la que ella encarnaba a Juana la Loca. “La realeza siempre sirve de inspiración. Y aquella era la época más lujosa. Hoy en día no tenemos esas cosas”, comenta mientras el peluquero francés Nicolas Jurnjack, uno de los más revolucionarios del sector, la convierte en una especie de Isabel de Valois, la reina y tercera esposa de Felipe II que trajo el color a la corte patria en el siglo XVI. Galocha, hija de Antón Galocha, presentador de la televisión gallega y profesor universitario, y de Elba Vallejo, periodista y empresaria de dos heladerías en Madrid, también podría pasar por mujer del Renacimiento. Además de modelar —fue descubierta tras posar con pelo a lo garçon para un amigo fotógrafo— y actuar —acaba de estrenar Néboa, thriller de TVE ambientado en Galicia—, la joven está volcada en su faceta de artista —hace dibujos, fotografías y telares—. “La vida es la exploración de una misma”, concluye.
Erwin Olaf
“He trabajado varias veces con la reina Máxima y sus hijas y solo en una ocasión con el rey. En todas las colaboraciones siempre hubo un gran entendimiento entre nosotros. Puedo definir esa oportunidad como una experiencia mágica”. Erwin Olaf (Holanda, 1959) no es un fotógrafo de cámara al uso. Sus retratos de la familia real de Holanda distan mucho de las imágenes oficiales de otras casas reales. La provocación, la fantasía, el erotismo, la sátira y el humor están presentes en todos sus trabajos. Quizá por eso el holandés no dudó un segundo cuando lo invitaron a participar en este reportaje. “Soy como Velázquez, que se pintó él mismo en Las Meninas”, bromea. “El uso de la luz de los grandes pintores españoles me inspira mucho”, añade. Define haber trabajado con Eugenia Martínez de Irujo, la protagonista de nuestra portada, como “una fuente continua de creatividad”. Hoy en día se encuentra en un momento especial. “No sé cuáles son mis metas. He sido condecorado recientemente, he cumplido 60 años de edad y 40 de profesión y se han celebrado varias exposiciones en mi honor a las que vinieron los reyes. ¿Qué más puedo pedir?”. Olaf tiene su estudio en una antigua iglesia de Ámsterdam. “Me gusta levantar la voz”, apunta sobre su compromiso con los derechos LGTBI. Su novio, un camarero que trabaja en un bar en los canales de la ciudad, lo ayuda en ocasiones. ¿Planes de futuro? “Me encantaría fotografiar a la familia real española. Sería todo un reto”, reconoce.
Dioleta Sánhez
“Una tía soltera de Oviedo siempre me decía que me tenía que operar la nariz. A finales de los ochenta, cuando ya era una maniquí famosa, coincidí en un evento en España con una hermana del rey Juan Carlos y aparecí saludándola en la revista ¡Hola! Al poco tiempo fui a ver a esta tía y me dijo: ‘Eres famosísima y debes de ganar mucho dinero. A ver si ahora sí te operas la nariz”. La modelo Violeta Sánchez, nacida en París y de edad “confidencial”, me cuenta la anécdota entre risas tras haber posado como una excéntrica reina madre ante el objetivo de Erwin Olaf. “Imagínate si le hubiese hecho caso”, reflexiona en un perfecto español salpicado de un marcado acento francés. Hija de Víctor Sánchez, un ovetense que escapó de la Guerra Civil cruzando los Pirineos y no volvió a España tras la amnistía, y de Mercedes, una telefonista de Barcelona, desafió desde joven los deseos de sus progenitores de que estudiase en la Sorbona. Lo suyo era el arte. En su primer papel como actriz en la obra de teatro Succès coincidió con Paloma Picasso, hija del pintor malagueño, quien atrajo a grandes nombres de la moda al estreno. Fue así como Violeta coincidió con el fotógrafo Helmut Newton. “Me contó que me quería fotografiar, pero que tenía que estar desnuda. Y acepté”. Así surgió una de las fotografías más célebres del artista alemán en la que Violeta aparece sin ropa y exhalando el aire de un cigarro. “Es una imagen icónica de su trabajo”. A partir de ahí, Sánchez también se convirtió en musa de Yves Saint Laurent.