EL ESCÁNDALO QUE HIZO TAMBALEAR AL IBEX
En 1989 las páginas salmón se tiñeron de rosa y la información económica se interpretó en clave de alcoba. El motivo, unas fotos del financiero saliendo Alberto Cortina de un hotel de Viena con la aristócrata Marta Chávarri. Aquellas imágenes supusieron, además de su divorcio, su expulsión del consejo de administración del imperio de la construcción propiedad de su esposa y de su cuñada,
Alicia y Koplowitz, hoy llamado FCC. Esther
A la infidelidad de Cortina se unió la de su primo, Alcocer, casado
Alberto con Esther. En su caso, el affaire fue con la secretaria del empresario Javier de la Rosa, Margarita Hernández. También él era directivo en la compañía que el hombre de negocios judío de origen polaco Ernesto Koplowitz dejó a sus hijas antes de fallecer en un accidente de equitación en 1962. Las dos relaciones acabaron en divorcio hace 30 años y se convirtieron en un bombazo mediático al mezclar nobleza, dinero, belleza y poder en los titulares.
Por sus matrimonios, los Albertos se convirtieron en dos rostros clave de “la cultura del pelotazo”, término acuñado por el ministro de Economía Carlos Solchaga en referencia a lo rápido que se podía ganar dinero en España entonces. En la nómina de personajes que participaban de esa forma de hacer negocios, empresarios como Juan Abelló y banqueros como Mario Conde. Los primos y sus gabardinas se dejaban ver por despachos, tablaos o fiestas de San Isidro: cualquier lugar era bueno para cerrar un trato. Pero todo se tambaleó cuando Diez Minutos publicó las fotos de Cortina con Chávarri y se conoció la infidelidad de Alcocer. Así se rompieron dos familias, pero nacieron dos empresarias, las Koplowitz, que tuvieron que dejar la vida casera por la que optaron al casarse para gestionar la herencia familiar. No fue fácil: pasaron de dedicarse a sus hijos a dirigir una empresa de 100.000 empleados que facturaba más de 4.000 millones de euros.
De esas relaciones Alicia tuvo tres hijos —Alberto, Pedro y Pelayo, empresarios— y Esther tres hijas — Esther, que hoy preside FCC, Alicia y Carmen—. En 1998 el divorcio fue entre las hermanas: Alicia quería modernizar la empresa y Esther dejarla como estaba, así que acabó comprándole su parte a Alicia por 871 millones de euros. Eso comportó otro cambio: ya no serían las Koplowitz, sino Esther y Alicia, dos mujeres con negocios y vidas separadas, que siguieron compartiendo tiempo, pero no trabajo. En un giro propio de un culebrón, Esther se casó con Fernando Falcó, marqués de Cubas y exesposo de Chávarri. Alicia, por su parte, tuvo su relación más comentada con el hijo mayor de la duquesa de Alba, Carlos Fitz-James Stuart. Tras un breve matrimonio con Chávarri, Cortina se casó con la hoy crítica de arte Elena Cué, 25 años más joven que él y con quien tiene una hija de 13 años, Alejandra. Su primo y Margarita tuvieron gemelas, Carlota y Margarita, a quienes presentaron en sociedad en octubre en una fiesta por todo lo alto en el Teatro Real.
El escándalo de 1989 fue enorme, pero a los implicados no les fue mal. Cortina tiene bancos en África, Alcocer es uno de los mil hombres más ricos del mundo y las Koplowitz siguen con sus empresas, su fundaciones, sus colecciones de arte y sus nietos. Pero hay una pequeña diferencia. Mientras los primos llevan vidas más convencionales, las hermanas continúan libres: quizá el golpe que sufrieron las hizo independientes a la fuerza y para siempre.