La zancadilla al mañana
La presentación de las últimas zapatillas React In inity Run de la marca Nike ha dado voz a los deportistas en un debate cada vez más ineludible: ¿existe realmente el dopaje tecnológico?
Las autoridades del atletismo mundial tienen un problema con el modelo más futurista de Nike. No, no son las Adapt BB 2.0, que se atan solas, se ajustan al pie, se controlan con una aplicación y tienen carga inalámbrica y luces led. A la NBA el futuro siempre le parece bien. Hablamos de las recién prohibidas Alphafly, las zapatillas con las que un ser humano bajó de las dos horas en un maratón.
Eliud Kipchoge, el mismo que tiene un récord apenas por encima de las dos horas con sus parientes cercanas —y también cuestionadas—, las Vaporfly: deportivas que casi todos los corredores de larga distancia están adoptando y que han venido acompañadas también de récords rotos, infinitos halagos y unas primas —las React— para carreras más cortas y entrenar con menos lesiones.
¿El problema? El mal llamado “dopaje tecnológico”: si unas zapatillas te ayudan a correr mejor, entonces son malas para el deporte. El nuevo reglamento llama específicamente a “detener la escalada tecnológica en el calzado”, aunque no se han atrevido a dejar fuera a las Vaporfly en año olímpico. Pero los deportistas, los que de verdad corren, están bastante descontentos con el frenazo: la idea de intentar detener el futuro para una sola disciplina.
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