LA SONRISA DE UNA PRINCESA
La princesa Beatrice von Hardenberg, exduquesa de Sevilla, deslumbró a España por su modernidad. Tras su reciente muerte, recordamos su historia llena de ‘glamour’.
Adiós a Beatrice von Hardenberg; una royal hippy, moderna e impulsora de Vogue España.
En los años dorados de Marbella, el empresario saudí Adnan Khashoggi solía aterrizar su helicóptero en la residencia que la princesa Beatrice von tenía con su Hardenberg zu Fürstenberg marido, Borbón, duque de Francisco de
Sevilla y primo lejano del rey Carlos,
Juan para llevarlos hasta su yate, el Nabila. “Yo salía corriendo para meterme debajo de la cama. ¡Me daba mucho miedo!”, recordaba en 2010 Francisco, el pequeño de sus tres hijos, en Vanity Fair durante la única entrevista que ha concedido. Él y su hermana mayor, la mediática Borbón, han sufrido
Olivia de recientemente la tragedia por partida doble. Primero, murió su hermana mediana, Cristina, y, solo un mes después, su madre.
La aristócrata alemana fue despedida el pasado 15 de marzo en la intimidad tras fallecer a los 72 años por un problema respiratorio. Una soledad impuesta a causa del coronavirus que contrasta con el bullicio que siempre existió en su casa de Marbella. Beatrice comenzó a labrar su leyenda cuando llegó a la Costa del Sol con 20 años. Hija del conde prusiano
y Günther von Hardenberg de la princesa
María Josefa Fürstenberg, creció en zu el palacio de Donaueschingen, Alemania, ubicado donde nace el río Danubio. “Su padre cenaba todas las noches con esmoquin. Ella era hippy y decidió conocer mundo. Se fue a vivir a París”, confiesa hoy su yerno, el empresario
Julián Porras, marido de Olivia. Allí trabajó en la galería del afamado anticuario
Didier
Aaron, alternó con la intelectualidad y se relacionó con diseñadores como
Karl o Laurent. Tras Lagerfeld Yves Saint intimar con Caille, editor de Vogue
Robert Francia, en las bodas de plata de
e Marcos, Beatrice comenzó Ferdinand Imelda a editar en esa revista una sección dedicada a España. Aquello dio origen al nacimiento de la edición española de esa revista en nuestro país. Era el año 1988.
Pero el hombre más importante de su vida —a excepción de su hijo Fran, “su ojito derecho”, según Julián— fue Paco de Borbón, con quien estuvo casada 16 años. El duque guapo y la princesa hippy se conocieron una noche de verano en la ya desaparecida discoteca Mau Mau del hotel Marbella Club, donde acudían desde la emperatriz al
Soraya de Persia playboy y rey de la jet Sachs, uno
Gunter de los mejores amigos de Beatrice. Entre las otras personalidades que los duques de Sevilla solían tratar estaban
Plácido Domingo, Connery,
Sean Rocío Jurado o Iglesias. La aristócrata alemana y
Julio el cantante se vieron por primera vez en Marbella y siguieron en contacto cuando, primero con su marido y luego sola al divorciarse, se instaló en Miami. “Olivia me ha contado que solían viajar en el avión de Julio, El Pájaro Loco”, prosigue Julián. En 2010 Beatrice contó en estas páginas que una noche en un restaurante Julio reparó en ella y mandó a alguien a su mesa. “Yo contesté: ‘Que venga él”. A partir de ahí, se hicieron inseparables. “Me llamaba la Duquesa Cabrona porque no le hacía caso”. Otro mito,
Michael Jackson, “la invitaba a sus conciertos”.
Como el Rey del Pop, Beatrice tenía una personalidad peculiar. “La conocí cuando paseaba por la playa con su cerdo. ¡Fue toda una revolución!”, recuerda la periodista Yebra, entonces cronista de
Elvira sociedad de ABC. Tener un cerdo como mascota se convirtió en moda y la imitaron. La primera, Bismarck.
Gunilla von
A su pasión por los cerdos, se unía su devoción por las ranas. Tras vivir en Madrid, regresó a Marbella, pintó su casa de color pitufo y disfrutó de sus dos nietos. “Quizá fue feliz, pero la vida no le sonrió como ella lo hacía”, remata una conocida.
“Julio Iglesias me llamaba la Duquesa Cabrona porque no le hacía caso”, contó la princesa a ‘Vanity Fair’