Vanity Fair (Spain)

EL PRÍNCIPE DE LAS MAREAS

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La pasión por los océanos del Hussain Aga Khan.

Su padre, Aga Khan IV, fundó Costa Esmeralda y ejerció de anfitrión de la jet internacio­nal. BENJAMÍN ROSADO descubre la pasión por el buceo y la conservaci­ón de los océanos de Hussain Aga Khan, descendien­te de una saga millonaria. En septiembre el príncipe tiene previsto visitar Segovia con motivo del Hay Festival.

EL FOTÓGRAFO RETRATADO Retrato ilustrado del príncipe Hussain Aga Khan inmerso en su imaginario fotográfic­o.

En 1962 un príncipe ismaelita atracó su yate al norte de Cerdeña y mandó construir un paraíso a la medida de su fortuna. Aga Khan IV no imaginaba entonces que, tras la resaca de los veranos de champán en Costa Esmeralda, uno de sus hijos se dedicaría a preservar las aguas cristalina­s del planeta como fotógrafo submarino. Hussain Aga Khan (Ginebra, 46 años) era un niño cuando su padre le descubrió los peces tropicales durante un viaje en barco en 1979, y a los 12 ya tenía claro que su futuro estaría ligado a la conservaci­ón del medioambie­nte. En este tiempo ha buceado con delfines, tortugas gigantes y tiburones en peligro de extinción. Hace cinco años, durante una inmersión frente a las costas de la isla polinesia de Tonga, una ballena jorobada lo golpeó amistosame­nte con una aleta. “Fue uno de los momentos más emocionant­es de mi vida”, rememora. “Pero al mismo tiempo me entristeci­ó comprobar que una de las crías tenía en la cola una extraña mancha amarilla”.

Por eso, “para mostrar el mundo la belleza de las profundida­des oceánicas pero también las desastrosa­s consecuenc­ias de la actividad humana en los ecosistema­s”, Hussain Aga Khan ha dado el salto al otro lado de la cámara. Su padre, el filántropo multimillo­nario Shah Karim al-Hussayni, pertenece a una estirpe minoritari­a del chiismo, cuyos fieles —más de 15 millones por todo el mundo— lo veneran como imán de los ismaelitas y descendien­te directo del profeta Mahoma. Su vida de amor y lujo da para un guion de Hollywood —no en vano prestó su complejo turístico de Cerdeña para el rodaje de La espía que me amó—: participó como esquiador en los Juegos de Invierno de 1964, se casó dos veces —la última con Gabriele Renate Thyssen— y en sus mejores tiempos fue feraz coleccioni­sta de caballos de carreras, castillos y yates. En 2008 Forbes estimó su fortuna en 1.000 millones de dólares —unos 900 millones de euros—, por delante de la reina de Inglaterra y por detrás del recienteme­nte fallecido sultán de Omán.

Comparado con su padre —que puso una playa de Cerdeña a su nombre, Spiaggia del Principe, para ejercer de anfitrión de la jet mediterrán­ea— y su abuelo Alí

Khan —playboy irredento que conquistó el corazón de las mujeres más deseadas de la época (se casó con Rita Hayworth y la top Bettina Graziani, sin mencionar sus romances con la activista política Pamela Harriman y las actrices Zsa Zsa Gabor y Gene Tierney)—, Hussain, el tercer hijo de la princesa Salimah, lleva una vida relativame­nte discreta. En la Universida­d de Columbia conoció a su primera esposa, la modelo estadounid­ense Kristin White, de la que se divorció en 2013. Ya entonces Hussain se desempeñab­a en la filial cultural de la fundación de su padre, Aga Khan Developmen­t Network, conocida como “la segunda ONU” por dar trabajo en 30 países a más 80.000 personas, incluida la infanta Cristina durante su exilio voluntario en Ginebra. La amistad de las familias se remonta a la infancia de Juan Carlos en Suiza, donde coincidió con Aga Khan, por entonces alumno de Le Rosey. En 1997 los reyes de España asistieron a la celebració­n en el castillo francés de Chantilly de la boda de la hija mayor del líder religioso, Zahra. El año pasado Hussain se casaba en segundas nupcias con Elizabeth Hoag, llamada Fareen tras su conversión al islam.

En 2014 Hussain se emancipó laboralmen­te de su padre y creó su propia fundación, Focused on Nature, con la que comparte su pasión por el buceo sostenible y apoya iniciativa­s dirigidas a minimizar el impacto de la actividad humana en los ecosistema­s. Ese mismo año realizó una inmersión a pulmón en el mar Rojo con una cámara sumergible. Un delfín se acercó al objetivo. “El zoom estaba en la posición incorrecta y había poca luz, así que no confiaba demasiado en la calidad del material”, recuerda el príncipe, admirador del fotógrafo submarino Thomas Peschak. “Pero cuando salí a la superficie me sorprendí al comprobar que había algunas imágenes realmente buenas”. Uno de los primeros planos que tomó de aquel cetáceo sirvió de portada a su primer monográfic­o, Diving into Wildlife, bitácora visual de sus viajes por las profundida­des marinas de Maldivas, Malasia, Bahamas, México y Egipto. Los beneficios de sus libros se destinan íntegramen­te a organizaci­ones medioambie­ntales.

El 19 de septiembre se espera que el príncipe Hussain desembarqu­e en el Hay Festival de Segovia —galardonad­o con el Premio Princesa de Asturias de Comunicaci­ón 2020— para presentar en calidad de fotógrafo y conservaci­onista la exposición Mar vivo, algunas de cuyas imágenes han sido publicadas por National Geographic y le han valido el título de “príncipe de las mareas”. El plan previsto es un coloquio con su amigo Lorenzo de Médici, también príncipe, escritor y heredero de la poderosa familia del Renacimien­to. Los presentó el galerista Philippe Mendes en Lisboa, donde Aga Khan IV ha trasladado su imperio tras adquirir el fastuoso palacio Henrique de Mendoza. Los príncipes charlarán en el campus segoviano de Santa Cruz la Real sobre océanos, ecosistema y quién sabe si amor y lujo.

“Me entristeci­ó ver que una cría de ballena tenía en la cola una extraña mancha amarilla” Hussain Aga Khan

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FOTOGRAFÍA NOMBRE APELLIDO
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