CORTE Y CONFESIÓN
Si quiere saber qué tienen en común Berlusconi y Benedicto XVI, qué tipo de calzado usa Francisco y por qué ha desterrado la tiara de su atuendo litúrgico, lea. Descubrirá que, en Roma, la moda es cuestión de fe.
Moda y Vaticano, o por qué en Roma la moda es cuestión de fe.
Durante los últimos siglos la indumentaria de la Santa Sede ha ido acorde con los tiempos, hija legítima de una historia que requería ciertas costumbres, métodos, estilos y exigencias. De la pomposidad, barroquismo y ampulosidad de VI, Alejandro el papa Borgia, o de e a la sobriedad y
Julio II Inocencio X sencillez de —tras el Concilio Vaticano II, anunciado
Francisco por el 25 de enero de 1959, el atuendo del
Juan XXIII sumo pontífice recobró una cierta simplicidad y austeridad sin perder elegancia, estilo y originalidad—, el vestuario papal ha marcado tendencia en las artes e incluso ha ejercido de fuente de inspiración de casas de moda como Versace,
Gabbana, o y de modistas como Dolce & Valentino Chanel
o Galliano. “La Iglesia no tiene Cristóbal Balenciaga John un estilo. El objetivo del evangelio es aunar tradición y modernidad en cualquier época de la historia. Todas sus expresiones litúrgicas se amoldan al periodo. Sucede en el arte, en la música, en el lenguaje. El objetivo es expresar, a través del diálogo permanente, la realidad en constante cambio”, explica el monseñor Azevedo, delegado del Consejo
Carlos
Pontificio de la Cultura.
Experto en cómo se combinan los términos sacro y contemporáneo, Azevedo explora las entrañas de un mundo amplio, estiloso y camaleónico como es el de los atuendos litúrgicos. “En 1962, cuando se llevó a cabo el Concilio con VI, se eliminaronciertos
Pablo elementos tradicionales de raíz judía y medievalcomo la tiara”, explica el religioso portugués. “La tiara era un extra, símbolo de soberanía. Estaba decorada con ínfulas”, aclara desde su estudio en Via della Conciliazione, a pocos metros de una columnata de Bernini testigo de períodos de guerra, de paz, de humanismo y de ostentación, como los tiempos de la silla gestatoria usada hasta la primera mitad del siglo XX por
o XII. Sentado en ella, el santo padre Pío XI Pío parecía un faraón.
Hoy todo ha cambiado. La sotana del papa, salvo excepciones como la Semana Santa o fiestas de mártires, es blanca. Lleva una esclavina sobrepuesta, un solideo de seda y un cinturón amplio del mismo color. Su atuendo lo completan el anillo del pescador, que lo identifica como sucesor del apóstol Pedro,y un crucifijo plateado, que en su día suscitó desconfianza entre feligreses y conspiradores afines al oro. “Ahora todo es menos rígido. Hay menos barroquismo y adornos.
La simplicidad en la liturgia es una regla, y
en esto debemos dar gracias al papa Francisco: simple pero no banal, auténtico pero no ostentoso. Antes la Iglesia era más suntuosa, lujosa… hasta Pablo VI. Pero no era arrogancia, sino continuidad con la expresión y la utilidad de la época. El barroco o el rococó recogieron la sensibilidad de un periodo que pasaba por la afirmación de la belleza, la fe, la respuesta a los protestantes. El oro se traía de Oriente y había que mostrarlo. No se podía guardar. Era una lenguaje gongórico”, aclara monseñor Azevedo, miembro de la Academia de las Bellas Artes de Lisboa y defensor a ultranza del último Concilio y de sus novedosas ideas en el arte, la cultura o la fe.
Hoy Roma tiene dos papas. Un hecho que, a pesar de contar con adeptos y detractores, supone sin duda un privilegio para historiadores, beatos, curiosos y… zapateros. “No trabajo para Francisco porque los lleva ortopédicos.
Pero fue fantástico hacerlo con Wojtyla y con XVI”, me dice Benedicto Adriano Stefanelli, quien tardó poco más de 20 días en realizar los famosos zapatos rojos de Ratzinger. “Él eligió el color, es un hombre inteligente, elegante y sofisticado. Calza un 42. Fue un encargo complicado porque lo simple es lo más difícil de ejecutar. Cualquier defecto salta a la vista”, cuenta este artesano que, tras calzar a o a Berlusconi, Obama
“jamás” pensó en cobrar al Vaticano. “Obtuve una carta de agradecimiento y doné mi arte”.
ADRIANO STEFANELLI
TARDÓ 20 DÍAS EN HACER
LOS ZAPATOS ROJOS DE
BENEDICTO XVI: “ÉL ELIGIÓ
EL COLOR. CALZA UN 42”