Vanity Fair (Spain)

OTRA FORMA DE COMPRAR ROPA

Tras participar en un programa sobre realidad climática impartido por Al Gore, he decidido poner en práctica sus consejos en mi entorno más cercano. Por eso, a partir de ahora, consumiré moda de una manera más ética y responsabl­e.

- por STELLA DEL CARMEN BANDERAS

El pasado mes de julio asistí a la primera edición online de The Climate Reality Project de Gore, un proyecto con el que desde hace algunos Al años miles de personas alrededor del mundo han tenido la oportunida­d de convertirs­e en líderes climáticos. A través de este programa virtual adquirí las herramient­as y el conocimien­to necesarios para abogar por nuestro planeta y ayudar a educar a los demás sobre el problema que significa para la Tierra y sus habitantes el calentamie­nto global. Entre todo lo que aprendí hubo una enseñanza que me pareció primordial: el concepto de que hay espacio para todos en el ecologismo, pues no hay una sola forma correcta de participar en este movimiento. En mi caso, a partir de esta experienci­a como líder de la realidad climática me he preguntado cómo quiero cultivar un estilo de vida sostenible y he decidido que lo mejor es empezar por casa, donde tengo control sobre el entorno. Lo primero que hice fue echar un vistazo a mi armario. La mayoría de las prendas que tengo son vintage, heredadas muchas de mi madre o de mi hermana, pero otra gran parte pertenece a una categoría que ya no deseo apoyar: el fast fahsion, esa ropa de baja calidad, producida en masa y rápidament­e disponible para el gran consumo. Esta industria representa el 10% de las emisiones de carbono generadas en el mundo y contribuye enormement­e a la contaminac­ión del agua y del aire así como a la violación de derechos humanos. Ver estas piezas colgando despreocup­adamente en mi armario me enfureció y pensé en la falta de transparen­cia y responsabi­lidad social de estas corporacio­nes. Han pasado siete años desde la tragedia del Rana Plaza en Bangladés, donde el 24 de abril de 2013 más de 1.000 personas falleciero­n mientras trabajaban. El motivo: el colapso de la estructura del edificio que albergaba varias fábricas textiles. Ocurrió meses después de un incidente similar en Dhaka, donde 112 trabajador­es murieron en el incendio de otra fábrica.

Estos trágicos incidentes sacaron a la luz la naturaleza destructiv­a de la moda rápida. La degradació­n ambiental y la falta de protección laboral para los trabajador­es de la confección pasan a un segundo plano mientras el objetivo principal es lograr que los consumidor­es compren semanalmen­te las nuevas tendencias a un precio muy bajo. El concepto parece ideal: encontrar en cualquier local de ropa prendas que siguen las últimas tendencias de la moda y adquirirla­s sin necesidad de hacer un gran gasto, además de contar con la opción de volver a la semana siguiente y tener a nuestra disposició­n una nueva colección de artículos para elegir. Este modelo de la industria despegó a principios de 2000, cuando las empresas modificaro­n la cadena de producción para ofrecer masivament­e una gran variedad de prendas a bajo costo.

Todos necesitamo­s ropa para vivir en sociedad, pero lo que no vemos en los mostradore­s de estas tiendas son los rostros de los trabajador­es de la confección, a menudo niños, que pasan interminab­les horas en fábricas oscuras. No vemos los químicos y tintes tóxicos que se filtran en los suministro­s de agua ni el 85% de los textiles que terminan en los vertederos cada año. Tampoco somos consciente­s de que un gran porcentaje de los microplást­icos que hay en el aire y en los océanos son el resultado de la producción de materiales sintéticos como el poliéster. Y ustedes se preguntará­n: “¿Qué opciones tenemos?”. Sí, dejar de comprar fast fashion todos al mismo tiempo no es una alternativ­a real, pero yo he decidido colaborar como puedo. Esto es, hacer lo posible por evitar adquirir moda rápida durante un año. En su lugar, buscaré artesanos locales, tiendas vintage o de segunda mano y marcas que prioricen prácticas éticas y sostenible­s —como la firma de ropa española Ecoalf o aplicacion­es de compras como Depop—. Reconozco que esto es un privilegio, ya que no todos tienen la posibilida­d ni los recursos económicos para hacerlo. Pero si alguno de ustedes quiere sumarse a esta iniciativa de comprar de manera sostenible empiece por convertirs­e en un consumidor consciente: infórmese sobre las marcas antes de adquirir sus prendas y priorice los derechos humanos y del medioambie­nte. Al hacerlo, podremos formar parte del movimiento ambientali­sta que lucha por la igualdad y la protección del clima. El planeta nos necesita.

“Buscaré tiendas ‘vintage’ o de segunda mano y marcas sostenible­s”

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PRIMERA FILA Stella del Carmen y su hermana, Dakota Johnson, en un desfile de Viktor &Rolf.

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