LA FARMACÉUTICA DE OLOT
Un libro reconstruye el secuestro no político más largo de España: 492 días en los que a Maria Àngels Feliu se la llegó a dar por muerta. Hoy sigue en su farmacia y forma parte del imperio familiar que la convirtió en objetivo de sus secuestradores hace 27 años.
Ella no era la elegida. La primera opción de los secuestradores era la heredera de una fábrica de embutidos de La Garrotxa (Girona), pero que tuviera una vida bastante movida les impedía hacerle un seguimiento fiable. De ese modo,
Feliu, de 34 años, casada, Maria Àngels con tres hijos y con el horario laboral de una farmacia, les pareció una víctima más fácil. Eso, y que fuera hija de la primera fortuna de la comarca, la convirtió en objetivo de un camarero, un delincuente común, un policía local, un guardia de seguridad y la mujer de este, que querían obtener dinero fácil. Así lo cuenta el periodista en La farmacéutica,
Carles Porta libro que sale a la venta el 4 de marzo y reconstruye el secuestro no político más largo en España: el que tuvo en vilo al pueblo de Olot durante 492 días. Un caso en el que se llegó a dar por muerta a Feliu y en el que se juntaron varias chapuzas por parte de jueces e investigadores con la impericia de unos secuestradores que, al menos oficialmente, no cobraron rescate a pesar de que la familia intentó pagarlo en cinco ocasiones. A veces pedían dos millones de pesetas, otras 10, pero llegaron a reclamar 500, conocedores del poderío de Cendra, padre de la víctima,
Tomàs Feliu de la pequeña de sus cinco hijos.
Además de fundar el Rotary Club y presidir la Cámara de Comercio de la comarca, poseía dos empresas: Hijos de José Bassols, dedicada a las pieles, y Bassols Energía, a la electricidad. Bassols era el apellido de su esposa, Conxita, al frente de los negocios con su hijo Tomás tras morir el marido en 2005 a causa de un accidente con el cortacésped en su finca de Brunyola.
En 2003 los secuestradores fueron condenados a penas de entre 14 y 22 años. Hoy están libres. Por su parte, Maria Àngels, que tiene 63 años, sigue trabajando en la farmacia. Sus tres hijos rondan la treintena y ella está separada de
Paco Pérez, hijo de inmigrantes andaluces con quien se casó en los ochenta, lo cual provocó cierto asombro en el pueblo. “No era un Feliu”, resume Porta sobre un hombre al que la familia excluyó de las reuniones en las que tomaban decisiones sobre el secuestro. Ese divorcio es la única referencia que hace Porta sobre la vida actual de Feliu, y varias llamadas a Olot confirman que en el pueblo quieren protegerla. “Lo pasó fatal, dejadla tranquila”, dice un comerciante próximo a la farmacia de Feliu, que tras la muerte de su madre en 2017 forma parte del consejo de administración de varios negocios familiares. Un imperio que hoy dirige el hermano mayor, Tomás, quien amplió el patrimonio al comprar Aigua de Sant Aniol S. L., que exporta agua de origen volcánico a 15 países, entre los que se encuentran EE UU o Arabia Saudí.
Su influencia y la de su apellido están reflejadas en el Patronato de la Fundación Princesa de Girona, del que es miembro y donde comparte mesa con
Felipe junto a representantes del VI
Grupo Planeta o La Caixa. El estilo de estos Feliu es el mismo que el del padre y el habitual de muchos empresarios en Cataluña: pasar desapercibidos (por ejemplo, nunca se han posicionado sobre el procés) y jamás exhibir su estatus. O como resume Porta en La farmacéutica: “Una familia conservadora, rica y religiosa”.