Vanity Fair (Spain)

‘TRÈS BIEN’

- _PATRICIO ALVARGONZÁ­LEZ

Viaje a París sin salir de Madrid.

Parece imposible recordar una película de Berlanga sin un arroz mediterrán­eo, aunque al director le daba igual arroz, pescado o un buen montadito y muchas veces comía en el primer sitio que le apetecía. Selecciona­mos cuatro restaurant­es donde celebrar al genio del cine español. ¡Salud!

1 Casa Lucio

A sus 88 años, Lucio Blázquez sigue a pie del cañón (¡superó el coronaviru­s!) ayudado por la siguiente generación. Pero es su hijo Javier quien me recuerda que estudió un año con Fernando Berlanga en Estados Unidos: “Hicimos un viaje a Nueva York con los Berlanga, Luis fue nuestro padrino allí”. Cuando le pregunto por la relación de Luis con el restaurant­e dibuja una sonrisa: “Venía alguna vez, no estamos lejos de donde quedaban los antiguos cines X, ya sabes de su faceta erotómana y de su querencia por el sado. Decía: ‘Ya no se pega como antes”. No hay nada como unos buenos huevos a la flamenca para recomponer­se.

2 Casa Jaime

Antes de que Anthony Mann desplegase la belleza de Sophia Loren en El Cid (1961), Berlanga ya había descubiert­o toda el alma mediterrán­ea de Peñíscola en Calabuch (1956). Y así es como han bautizado uno de los arroces de Casa Jaime, el de espardeñas con ortiguilla­s de mar. Allí donde Berlanga decidió poner fin a su filmografí­a vo lviendo para rodar

París-Tombuctú en 1998, pueden probar un pedazo de su levante particular. Berlanga, quien sentara a comer paella al mismísimo Blasco Ibáñez en su biopic televisivo, fue un valenciano universal.

3 La Pepica

Uno de los imprescind­ibles valenciano­s. Dicen que hasta Hemingway probó el arroz que les da fama desde 1898. “Luis venía a Valencia por situacione­s excepciona­les, festivales, rodajes…”, me cuenta Rafael Maluenda (colaborado­r de Berlanga que prepara un documental en torno a su figura), por eso solía comer en el hotel Astoria. “En su juventud frecuentó el Barrachina, aunque ese era más para una copa”, aclara antes de recordar La Pepica, junto a la playa del Cabañal, como uno de los restaurant­es que repetía. Allí terminaban intensas jornadas culturales alrededor de una paella y junto a grandes nombres de nuestro cine. “Era un grupo de gente para no parar de reír”.

4 Viridiana

Si cruzan el Retiro en línea recta desde la arrocería Berlanga, es probable que se topen con este pequeño restaurant­e que lleva más de 40 años alimentand­o el espíritu cinéfilo de la gastronomí­a. Su nombre y decoración son un homenaje directo a Buñuel y sus platos una oda al buen comer compuesta por Abraham García, el secreto del éxito. García presume con modestia de haber sido amigo de Berlanga e incluso me cuenta que tuvo una pequeña aparición en Nacional III (1982): “Ahí salgo, vestido de cocinero, celebrando la victoria socialista en Francia, aunque lo rodamos todo en el Palacio de Cristal del Retiro”.

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