Vanity Fair (Spain)

NO ES PAÍS para REMAKES

Sin novedad, la serie española que acaba de estrenar HBO Max, es la última producción nacional que adapta una serie extranjera, lo cual en España no siempre es garantía de éxito.

- Por PALOMA RANDO

Dcoescrita por Protagoniz­ada por

os policías en una patrulla nocturna, dos inspectora­s que coordinan la operación desde comisaría y dos delincuent­es están a punto de hacer lo que mejor se les da. Parece el inicio de un chiste y lo es, de uno que dura los seis capítulos que abarca Sin novedad, la serie Rodrigo Sopeña y Álex Mendíbil para HBO Max. Arturo Valls, Carlos Areces, Pilar Castro,

Adriana Torrebejan­o, Toni Acosta y Omar Banana, Sin novedad, además de comedia, es una adaptación de una serie australian­a estrenada en 2015 y creada por el director y guionista Trent O’Donnell.

Un formato que ha sido adaptado a numerosos países, entre ellos Estados Unidos, donde Adam

McKay y Will Ferrell ejercieron de productore­s de un reparto que incluía a nombres como Cuba Gooding Jr., Jesse Plemons y J. K. Simmons. En España se nos da muy bien exportar series, tanto en lata, lo que quiere decir que la ficción es emitida en su versión original generalmen­te subtitulad­a o doblada, como en formato, lo que implica desarrolla­r un remake local. Sin embargo, no se nos da tan bien adaptarlas nosotros. Ejemplos sobran. Los dos más llamativos tuvieron lugar la pasada década. El primero, la adaptación de Las chicas de oro que emitió La 1. Ni un reparto tan fastuoso como el conformado por

Concha Velasco, Lola Herrera, Carmen Maura y Alicia Hermida pudo salvar la papeleta que pintó José Luis Moreno como productor ejecutivo. El segundo, la versión de Cheers donde Alberto San Juan hacía suyo a Sam Malone y Antonio Resines se convertía en el Frasier Crane español, a razón de dos episodios el mismo día de la semana para ajustarse a la rígida parrilla nacional que aún quiere seguir rellenando el prime time con un solo formato.

En ambos casos la responsabi­lidad del fracaso no corre solo por cuenta del resultado final de la adaptación. Es justo señalar que es difícil estar a la altura de las circunstan­cias cuando se adaptan formatos de un éxito arrollador y de una calidad extraordin­aria. ¿Cómo llegar a la suela de los zapatos de creadores como

Susan Harris o James Burrows? Y más importante, ¿cómo hacer que el espectador nacional se enamore de algo que trata de parecerse pero no es aquello que lo deslumbró en su versión primera dos décadas antes? El éxito original puede servir de reclamo, pero también como espada de Damocles. En ese sentido series como Doctor Mateo partían con ventaja. La ficción protagoniz­ada por Gonzalo de Castro adaptaba la serie británica Doc Martin, desconocid­a en España, lo que permitió llegar a unos espectador­es vírgenes de expectativ­as que le concediero­n cinco temporadas de cuitas en un pueblo de la costa asturiana.

Pero también con expectativ­as previas se ha logrado el éxito de una adaptación en España. Ahí estuvo Yo soy Bea, que versionaba a Yo soy Betty, la fea. La original colombiana entró en el Guinness World Records 2010, donde se le concedió el título (poco objetivo) de la novela más exitosa de todos los tiempos tras haber sido retransmit­ida en más de 180 países, doblada a 25 idiomas y tener al menos 28 adaptacion­es. Esta proeza no impidió que la española fuera un éxito, como la norteameri­cana protagoniz­ada por America Ferrera.

Yo soy Bea se despidió un año antes de que su serie madre recibiera ese premio, pero lo hizo con el buen sabor de boca de haberse mantenido durante 773 episodios en las tardes de Telecinco. De ahí que no nos extrañe que hoy se planteen adaptacion­es de las series turcas más vistas como se ha hecho con Fatmagül, que se convirtió en Alba por obra y gracia de Antena 3. Y de protagonis­ta también llamada Alba tenemos otra adaptación que no logró una vida digna, El don de Alba, que hizo que echáramos de menos las aventuras de Jennifer Love Hewitt en el Entre fantasmas original.

Es fácil analizar las causas del fracaso o del éxito de una adaptación después de su emisión, pero es muy difícil predecirla­s y menos en el panorama televisivo en el que vivimos hoy, donde las plataforma­s permiten que las series originales no tengan que pagar ningún peaje para viajar por el mundo. Lo único claro en el caso de Sin novedad es que si no obtiene los resultados esperados, no podrá culpar de ello a No Activity, que no se ha podido ver en España.

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