Tal COMO ÉRAMOS
Cuando llegó, se propuso devolverle a la casa, que “ama” desde niño, el brillo que se merecía. Ocho años después, Paco Rabanne es sinónimo de ‘ cool’. Hablando con Julien Dossena queda claro por qué.
Me encantaría vestir a doña Letizia, me parece guapísi - ma. No creas que no lo he pensado muchas veces. Por lo que sé, ella está obligada a llevar un atuendo muy formal, dado su papel institucional, así que le pondría algo recto, estructurado”, dice Julien Dossena (Bretaña, 1982) en una conversación en la que España está especialmente presente. No solo porque el diseñador más cool del momento — quien, por cierto, veranea en Formentera— no muestre reparo alguno en hablar de nuestra reina, sino porque la firma en la que trabaja, y que ha contribuido a relanzar, es española: Paco Rabanne.
No, no exageramos al recordárselo. Muchos de esos jóvenes con los que ha reconectado e l t rabajo d e Dossena lo desconocen. Lo explicó él mismo a la perfección en una entrevista reciente. “A los chicos no les importa quién estuviera antes, quién fundó la marca o de dónde viene esto o aquello. Eso es lo bueno y lo malo de las nuevas generaciones. Su relación con la moda es más inmediata, les gusta lo que ven, o no. A nosotros nos consideran casi como una nueva marca. ¡Hasta la malla les parece novedosa!”.
No es, desde luego, su caso. “Amo Paco Rabanne desde niño. En Francia es una casa con la que la gente tiene una relación muy íntima, todo el mundo la conoce de los años sesenta y setenta por sus diseños radicales y conceptuales que forman parte de la vanguardia y la cultura popular de la época”, dice entusiasmado quien, efectivamente, creció con Françoise Hardy enfundada en uno de los minivestidos metálicos del creador de origen vasco
“ME ENCANTARÍA VESTIR A LA REINA LETIZIA, ES GUAPÍSIMA. LE PONDRÍA ALGO RECTO, ESTRUCTURADO”
a quien Dossena no conoce. “Si me llamase, iría sin dudarlo. En caso contrario, prefiero no hacerlo. Para mí, es trabajo; para él, su vida, su legado. No quiero interferir, soy demasiado respetuoso”, dice sobre el “maestro”, quien vive retirado en la región en la que creció Julien.
Fue precisamente allí donde Dossena descubrió su vocación, gracias a las revistas. “Crecí en un sitio muy pequeño, en una familia que no tenía nada que ver con la moda, así que peregrinaba al pequeño quiosco del pueblo a hacerme con The Face, i-D, Dazed & Confused”, evoca. En las publicaciones de culto de los noventa se dio cuenta de que existía un tipo de gente al que ni él ni sus amigos se parecían en absoluto… pero a quienes querían parecerse. Empezó a escuchar la música techno, a practicar skate y a llevar sudaderas de Carhartt, etiqueta que fue dando paso a diseñadores como Yohji Yamamoto o Martin Margiela. Sus dotes para el dibujo hicieron el resto. La moda se convirtió en una opción de carrera seria, “porque vengo de una familia en la que había que trabajar”, bromea.
Tras finalizar sus estudios en Bélgica y trabajar con Nicolas Ghesquière en Balenciaga — donde conoció a su mentora, la influyente estilista Marie-Amélie Sauvé—, llegó su oportunidad. “Paco Rabanne era una bella durmiente, salvo por sus perfumes. Me propuse devolverla al lugar que le corresponde”, proclama. Ocho años después, y gracias a su talento, sus colecciones resultan atractivas tanto a los fans de Dos en la carretera como a quienes ignoran que Audrey Hepburn lleva Rabanne en varias escenas.