Vanity Fair (Spain)

La REINA y la TELE

- Por PALOMA RANDO

Como buena metonimia del siglo XX, Isabel II se convirtió en la reina por excelencia de la televisión, que había nacido antes de su reinado, con su tío Eduardo VIII en el trono. Este es un breve repaso a los antecedent­es, las decisiones y los gustos que convirtier­on a Isabel II en la reina de la pequeña pantalla.

Isabel II fue la reina de la tele, en primer lugar, por un motivo de peso: de los 86 años de historia que tiene la BBC, 69 transcurri­eron bajo su reinado. Pero hay algo más. Para eso tenemos que ir al inicio de la retransmis­ión televisiva en el Reino Unido, pionera en el mundo, en noviembre de 1936. Su padre, el rey Jorge VI, se convirtió en el primer miembro de la monarquía en aparecer en el medio, aunque fuese de forma vicaria: una foto suya se colocaba frente a las cámaras como imagen de prueba antes de comenzar cada emisión. Todavía no era rey, se sentaba en el trono Eduardo VIII, pero su abdicación el 11 de diciembre de 1936, tan solo un mes después del inicio de las emisiones de la British Broadcasti­ng Corporatio­n dejó a su hermano al pie de la pantalla.

Eduardo eligió pronunciar un discurso de abdicación y hacerlo a través de la radio, lo que se vio como una llamada de atención: otros reyes renunciaro­n al trono sin hacer otra cosa que firmar los documentos necesarios. Eduardo y Wallis Simpson sabían de la importanci­a de los medios de comunicaci­ón, creían que acercarse a la radio les haría ganar puntos en la batalla de Eduardo por conservar el trono. Que su idilio con la tele naciera muerto fue una cuestión temporal: no le dio tiempo a aprovechar­la.

Su hermano menor no parecía tener el mismo interés por los medios. La BBC pidió poder entrar a la abadía de Westminste­r para retransmit­ir la ceremonia de su coronación y la petición fue denegada: se tuvieron que conformar con colocar tres aparatosas cámaras en la puerta para grabar su salida en procesión. Aquella fue la primera cobertura exterior de la BBC, una prueba de fuego según contó su director, Gerald Cock, en una entrevista en 1967: “Sabíamos que si fallábamos, nos hundiríamo­s. Seríamos considerad­os unos lunáticos absurdos”. La emisión fue un éxito… que solo vieron 10.000 personas, dado el escaso alcance de la televisión entonces. Veinticinc­o millones lo escucharon por la radio. Después de aquello, la BBC siguió insistiend­o, y la respuesta desde Buckingham seguía siendo la misma: el rey declinaba la mayoría de las invitacion­es, incluso una primera propuesta para retransmit­ir su discurso de Navidad.

En algún caso las respuesta aludía a que salir por la televisión abarataría su discurso.

El inicio de la II Guerra Mundial supuso el fin de la emisión de la BBC, que reanudó su señal en junio de 1946. La posguerra no avivó las ganas del rey de salir en pantalla. Sin embargo, su hija tenía otras inclinacio­nes. La suya fue la primera coronación británica (y única hasta la de Carlos III) retransmit­ida por completo. Las cámaras pudieron entrar a Westminste­r, como bien nos contó The Crown en su primera temporada, por ir del alfa al omega del retrato televisivo de Isabel II. Las ventas y alquileres de televisore­s se dispararon. Además, fue el primer gran acontecimi­ento retransmit­ido inter internacio­nalmente: la reina tenía que ganarse el favor de súbditos dentro y fuera de casa y, contra los reparos de

Churchill Churchill, insistió y acertó. Por supuesto, su primer mensaje navideño, en 1953, fue retransmit­ido por la tele.

Cuatro décadas antes de que Lady Di usara la televisión para dar una entrevista que cambió la imagen del actual rey, seis décadas antes de que Harry y Meghan se sentaran frente a

Oprah Oprah, Isabel II ya conocía el poder de la televisión, en la que después par participó de formas tan peculiares como acertadas. La vimos ser recogida por James Bond para la inauguraci­ón de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012 o tomar el té y revelar que escon esconde un sándwich en el bolso en un bre breve encuentro con el oso Paddington, por citar dos de sus momentos más divertidos. ¿Y tenía tiempo para ver la tele? ¿Qué le gustaba? El Telegraph contó que veía Downton Abbey y disfrutaba señalando los errores de documentac­ión de la serie. Porque ella sabe, perdón, sabía mejor que nadie cómo era la vida entonces y allí. También siguió, como el Reino Unido entero, Coronation Street. Cuentan que durante una visita de George Bush hijo al país en 2003, comentó que le daba rabia estar perdiéndos­e la serie por recibirlo. Y más sorprenden­te, varias fuentes han declarado que era seguidora de toda la vida de Doctor Who e incluso tenía un doctor favorito: Christophe­r Eccleston, al que muchos recordarán por The Leftovers. Isabel II pidió todos los DVD para verlos durante las primeras olas del COVID en Balmoral. Quién tuviera una TARDIS para poder ir a verla con ella.

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Paloma Rando es guionista, redactora y quería seguir s viviendo en el siglo XX.

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