‘CARÍSSIMO GIORGIO’

La primera vez que la vio, fue invisible. Un almuerzo en Bice y un corte de pelo después se convirtió en su musa. Antonia Dell’Atte escribe su particular carta de amor a Armani.

SSeñoras y señores, estamos hablando del único e increíble creador del universo de la moda. ¡Qué honor estar con él, hablar de él! Conocí al señor [Giorgio] Armani por pura casualidad. En los años ochenta dejé mi tierra del sur, la Puglia, y me presenté a un casting para trabajar para él como modelo con un pelo tan largo que parecía Silvana Mangano. Él vio mi book y ni me miró a la cara. Ni me notó. Le parecí una de tantas.

Al año siguiente me corté el pelo. En contra de mi voluntad, porque creía que iba a perder toda mi fuerza, como Sansón, pero un peluquero me pagó bien por hacerlo, y una tenía que comer. Un día estaba almorzando en Bice y la gente de una mesa vecina no paraba de asomarse para mirarme. Yo no tenía ni idea de quiénes eran, así que le pregunté al dueño del restaurante. “El señor Armani”, me dijo. E basta!

Al día siguiente mi agente me dijo: “Armani te espera, ¡ve corriendo!”. Yo encantada. Me presenté en su oficina con mi book. Él me agarró la cara y me la giró 360 grados, mirándola luego por arriba y por abajo. “Tú eres la mujer Armani”, me dijo. Ahí arranca mi trayectoria de amistad, profesionalidad, credibilidad y lealtad hacia una persona que me ha dado un reconocimiento mundial. Él vio en mí a la mujer luchadora que soy.

Empezamos a trabajar de inmediato. Al día siguiente hicimos la famosa sesión de fotos con Aldo Fallai en la calle, con los periódicos en la mano. “Antonia Dell’Atte mira radiante hacia el futuro”, pude leer el pasado 4 de diciembre en Milán, cuando fui a la inauguración de Aldo Fallai per Giorgio Armani, 1977-2021, la muestra que repasa sus imágenes icónicas. Otra de las muchas que me tomó ilustra el cartel de la exposición. Cuarenta años después, aquí sigo.

Cuando, semanas antes, me llegó un correo electrónico de parte del equipo del señor Armani diciéndome: “Antonia, hemos elegido tu cara para anunciar la exposición de las fotografías míticas de su trayectoria. Él ha elegido tu foto para ponerla por todo Milán”, me pilló de improviso. Me emocioné. Yo nunca lo he traicionado, él nunca me ha fallado. Al llegar a Armani/ Silos para la inauguración, él me estaba esperando. Y me dijo: “Antonia, mira lo que te he hecho”. “No merezco tanto”, le contesté. Pero Dios premia a las personas que han trabajado duro y han vivido para su profesión. ¿Guapa? No lo sé. Nunca me he sentido bella, seguramente sea una mujer

normal con una nariz, un cuello, una frescura. Pero con dignidad. Y creo que él vio a la mujer emprendedora que maneja su vida y que parece decir: “Me tenéis que respetar”.

Ese ha sido mi mensaje. La mujer merece respeto. Cuando llegué a España y me convertí en una figura pública a mi pesar, y tuve que ir a la televisión a contar muchas verdades, me vestí de Armani. Y resulta que el programa La máquina de la verdad batió récords de audiencia conmigo. Yo estaba cabreada. Parecía Anna Magnani. La gente me copiaba. No había influencers, pero querían el corte de pelo de Antonia Dell’Atte —llevo el mismo desde hace 40 años—. La ropa de Antonia Dell’Atte. Para mí, vestir de Armani es una cosa natural. Nunca me ha gustado lo material. Yo vengo del mundo de la esencia, no de la apariencia. Y Armani es esencia. Estilo. Sensualidad. No vulgaridad. De él aprendí cómo moverme, pero también la discreción. El silencio. Me dicen que soy su musa, y una musa tiene que inspirar un modelo. Soy la musa de la verdad. Yo no he vendido humo en mi vida. Nunca. Él no es un divo, es divino. Detesta la ostentación, él es la realidad.

No hablo bien del señor Armani para adularlo, es que lo amo. Lo a- do-ro. Rezo por él every day. Está en mi pensamiento día y noche. Y no terminaré de agradecerle todo lo que ha hecho por mí hasta el día que me muera.

ARMANI ES ESENCIA, ESTILO, SENSUALIDAD. YO SOY LA MUSA DE LA VERDAD. NO HE VENDIDO HUMO EN MI VIDA