Al servicio de SU MAJESTAD
A la espera de con irmar su papel en la saga, el James Bond que el mundo necesita se estrena como embajador de Acqua di Giò, la fragancia masculina de Giorgio Armani. Su nombre e s Johnson, Aaron Taylor-Johnson.
EES PROBABLE QUE CUANDO lea estas líneas Aaron Taylor-Johnson (Buckinghamshire, Inglaterra, 1990) haya sido nombrado oficialmente como el nuevo James Bond. El actor británico tiene el carisma necesario para suceder a Daniel Craig y la versatilidad de los personajes de Marvel, franquicia de la que forma parte. Pero la tarde de nuestro encuentro en Madrid su fichaje como 007 es solo un rumor. Lo que nos ocupa es su papel como nuevo embajador de la fragancia Acqua di Giò de Giorgio Armani. El día en la capital, gris y lluvioso, se aleja bastante del espíritu luminoso y mediterráneo de este perfume lanzado en 1996, cuando Taylor-Johnson daba sus primeros pasos en el mundo de la actuación. Tenía seis años.
Su primer papel lo interpretó a los 10 años en la película Los rebeldes de Shanghái junto a Jackie Chan. Un lustro más tarde dejó el colegio para centrarse definitivamente en su carrera. El joven se recorrió Londres con su madre en transporte público, yendo de audición en audición. Su papel definitivo llegaría en 2009 con Nowhere Boy. La cinta, que narra la adolescencia de John Lennon, le cambió la vida: no solo supuso su primer protagonista, también la oportunidad de conocer a su gran amor, la directora de cine Sam Taylor-Wood, con quien se casó en 2012.
A Aaron Taylor-Johnson la fama le llegó de golpe, y su relación con una mujer 23 años mayor que él ocupó la mayoría de los titulares. Esa manera de perder el anonimato definió sus límites. “Para mí es fundamental mantener tu vida privada fuera de los focos. Esa esfera es tu bien más preciado, por eso insisto en protegerlo”, me dice el actor, que viste un traje de raya diplomática gris, camiseta blanca y lleva sus rizos estudiadamente despeinados. “Estoy aprendiendo a lidiar con la fama e intento abordarla de una manera, digamos, saludable. Pero te aseguro que es algo a lo que nadie está acostumbrado”, continúa. Sin embargo, a través de su perfil de Instagram deja entrever parte de esa existencia feliz que cuida con recelo. Su mujer ocupa un lugar protagonista. Posa junto a ella en numerosas fotografías, dedicándole siempre palabras de admiración. Ella y sus hijas — Wylda Rae, de 13 años, y Romy Hero, de 12, a las que se suman las dos que tiene Sam de una relación anterior, Jessie, de 18, y Angelica, de 27; los seis viven juntos en una granja— dan sentido a su vida. “Ser padre y marido es lo más importante para mí”, se sincera. “Está muy bien viajar por el mundo, conocer gente nueva, aprovechar las oportunidades que me brinda esta profesión, pero siempre estoy deseando volver a casa para llevar a mis hijas al colegio, prepararles la cena y pasar tiempo con ellas. Su amor puro e incondicional es lo que me hace sentir pleno”, sentencia. Su relación esquiva con la fama y la intención de mantener los pies en el suelo lo animaron a fijar su residencia en una pequeña localidad inglesa donde se dedica a cuidar de sus cerdos y de su huerto. La dualidad entre la sencillez de su vida cotidiana en Somerset y el oropel de Hollywood le ayuda a mantener el equilibrio.
“Está muy bien viajar y conocer gente nueva, pero siempre estoy deseando VOLVER A CASA y llevar a mis hijas al COLEGIO”
—¿Cómo encuentra conexión con el Mediterráneo, ADN del perfume, un hombre tan británico?
—Mi mujer y yo pasamos nuestra luna de miel, hace ahora 12 años, en las islas Eólicas, un paisaje similar al de Pantelaria [entorno en el que se inspira Acqua di Giò, y la isla donde el señor Armani posee su refugio] y con el que sentí un nexo inmediato. También he visitado a menudo la Costa Amalfitana. Por eso siento que ese mar no está tan lejos de lo que soy.
El hombre del momento reconoce que nunca se imaginó siendo embajador de un perfume, pero que durante la conversación que tuvo con L’Oréal y Giorgio Armani se identificó de inmediato con la ética de trabajo de la marca, con sus orígenes y su
“Ser capaz de mirar en tu interior, mostrar tu VULNERABILIDAD o expresarte como eres requiere de una gran valentía. Eso es para mí la MASCULINIDAD”
filosofía. “Me sentí cómodo con la idea, la de prestar mi imagen a algo con lo que me siento verdaderamente conectado”, puntualiza Taylor-Johnson, que en 2024 estrenará Kraven, el Cazador, El especialista y Nosferatu. Cintas de acción, comedia y terror, respectivamente, lo que prueba que la interpretación, sin importar el género, es su hábitat natural. “Lo importante para mí es la visión particular del director o si el personaje me resulta interesante”, dice. “Estoy abierto a cualquier proyecto que me permita experimentar con mi oficio. No me gusta encasillarme”, asegura.
Para el spot se preparó del mismo modo que para sus trabajos en la gran pantalla, metiéndose en la piel de un hombre que deja atrás sus miedos y salta
—literalmente— al vacío. “Entrené dos semanas con un equipo olímpico que me ayudó a ganar la confianza necesaria para que en el rodaje me centrara en transmitir esa sensación de libertad, de superarse para buscar algo nuevo”, explica. Comenzó a saltar desde un metro, después tres y luego… “Llegué a los cinco metros”, dice orgulloso. “Sí, fue arriesgado”, concluye. El cuerpo perfectamente esculpido de la campaña venía de serie, de los papeles de acción que protagoniza y que definen también al hombre Acqua di Giò, “que se cuida y es positivo”, comenta el actor, que abraza la idea de virilidad fuerte y sensible que defiende el perfume. “Ser capaz de mirar en tu interior, mostrar tu vulnerabilidad o expresarte tal y como eres requiere de una gran valentía. Eso es para mí la masculinidad”, resume antes de despedirse con un fuerte apretón de manos. ¿Estaba ante el nuevo James Bond? La única certeza es que Aaron Taylor-Johnson da la talla.