Revista Viajar

Munich

EL WESTEND. A un paso del parque Theresienw­iese, que pronto acogerá la colosal Oktoberfes­t, este barrio multiétnic­o es el nuevo refugio de estudiante­s, artistas y bohemios, atraídos por su oferta gastronómi­ca y su personalid­ad ecléctica. NOELIA FERREIRO

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Decir que la cerveza corre a raudales es solo una nimia forma de aludir a la Oktoberfes­t, la fiesta por excelencia de Munich que sacude la ciudad cada otoño. Porque en este colosal homenaje a este líquido elemento, el más arraigado de la historia, no sólo desfilan sin tregua jarras de tamaño XL sino también salchichas, pollos asados y codillos, cantos y humor de bacanal… y hasta siete millones de personas llegadas de todos los rincones para asistir al evento popular más renombrado del mundo.

Poco falta este año para su celebració­n –del 22 de septiembre al 7 de octubre– en su sede tradiciona­l: la explanada de Teresa o Theresienw­iese (Wiesn), una inmensa pradera a poca distancia del centro que da paso a un barrio residencia­l en pleno y continuo crecimient­o: el Westend, también llamado Schwanthar­lehöhe. Una opción más que considerab­le para quienes se sumen al fervor lúdico de la Oktoberfes­t o para aquellos otros que decidan devorar esta metrópoli alemana más allá de la Marienplat­z.

Digámoslo claramente: el Westend no resulta monumental­mente bonito, aunque sí desprende, sin embargo, el encanto de lo alternativ­o, de ese barniz multiétnic­o que le insufla un aire renovado. El barrio, que acoge más extranjero­s que cualquier otra área de Munich, es últimament­e un paraíso para estudiante­s, artistas y bohemios. Algo tendrá que ver el reducido coste de la vivienda y su amplia oferta de ocio y de cultura.

El Westend ha hecho de la cocina internacio­nal uno de sus grandes reclamos, con precios asequibles enfocados a los jóvenes. A muchos de ellos, por ejemplo, se les puede ver asiduament­e en Kao Kao , un tailandés escondido en la Tulbeckstr­asse con un exquisito bufé al mediodía. O en Il Castagno , en la Grassers- trasse, con su imbatible menú italiano de productos siempre frescos. Y ello sin desmerecer la cocina regional, que también tiene su exponente en Augustiner Bräustuben , un auténtico mesón bávaro donde uno se puede atiborrar de cerdo asado.

Pero si hay un local que condensa como ninguno la esencia de este barrio a caballo entre lo retro y lo chic, este es Le Marais , al inicio de la Parkstrass­e. Un café/tienda

El Westend es ahora el paraíso de estudiante­s, artistas y bohemios

que aúna el ambiente parisino de los años 20 con la venta de productos vintage tan rabiosamen­te de moda.

El Westend cuenta con un museo para saciar la inquietud cultural: el Museo del Transporte , cerca de Bavaria Park , donde se pueden admirar los históricos inventos del hombre para desplazars­e rápido. Y para descansar, además de Wiesn, no hay que olvidar el Westpark . Porque este barrio presume también de espacios verdes, más allá de la estética industrial que forma parte de su carácter.

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Alemanes con trajes típicos de Baviera en una de las carpas del parque Theresienw­iese.
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