La alegría de vivir
Famagusta se ve con prismáticos desde los cerros que envuelven a Agia Napa. Que no era más que un monasterio minúsculo, rupestre; pero creció, y en torno a él, un pueblo de pescadores. Ahora es la gran Babel turística de Chipre. Más demótica y popular que Pafos, más bulliciosa (por no decir escandalosa). Discotecas, quads, restaurantes exóticos, tavernas cazaturistas… Y un puerto donde las barcas de pesca son de adorno. No así los yates, barcos de fondo de cristal o naves piratas para salir a alta mar de juerga (tiene gracia, en vez de explotar la epopeya verídica y jugosa de los Cruzados, que sería lo suyo, importan el cartón piedra de Piratas del Caribe…). La locura de Agia Napa termina en Cabo Greco. Un paraje protegido, con hoteles de lujo y unas aguas tan límpidas y cristalinas que, si te fijas bien, puede que veas en el fondo al mismísimo Neptuno, poniendo orden en sus dominios abisales…