Viajes National Geographic

ECUADOR

Desde los volcanes del altiplano andino a la selva amazónica, este país despliega una asombrosa diversidad de ecosistema­s y de culturas que seduce a todo tipo de viajeros.

- VALENTÍ ZAPATER, FOTÓGRAFO Y ESCRITOR

La Avenida de los Volcanes y la selva amazónica muestran la increíble diversidad de paisajes y culturas que atesora este país.

LaLa niebla se deshace en jirones entre los árboles, cargados de líquenes y orquídeas, mientras el raro colibrí picoespada revolotea en búsqueda de flores de tacso y el oso de anteojos se alimenta de aguacatill­os maduros. Mucho más arriba, a 4300 m, sobrevive el árbol de papel, cuya delicada corteza se deshace en finas láminas.

Es un misterio la existencia de estos estos bosquecill­os aislados, los más altos del mundo, que en algunos lugares de los Andes escalan hasta cerca de los 5000 m. Son pocas las palabras para describir los paisajes y emociones del primer contacto con el Chocó Andino, reserva natural situada a 30 minutos por carretera de Quito, la capital de Ecuador y el punto de partida para

visitar uno de los países con más biodiversi­dad del mundo.

Calles adoquinada­s y fachadas donde contrasta el blanco con la piedra se suceden sin fin en un centro histórico que transporta a épocas pasadas. Como cualquier mañana en la plaza de San Francisco: Francisco: mientras pequeños y grandes corren para llegar a tiempo a la escuela escuela o al trabajo, otros se sientan a dar de comer a las palomas en las originales escaleras cóncavocon­vexas cóncavocon­vexas del convento del mismo nombre. A sus espaldas se alza un conjunto arquitectó­nico renacentis­ta renacentis­ta y barroco descomunal. En sus tres hectáreas y media se edificaron edificaron trece claustros, tres templos y un atrio, entre los siglos xvi y xviii.

Ante tal derroche de arte, no sorprende sorprende que fuera la primera ciudad ciudad en ser declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad junto con Cracovia ( Polonia), en 1978. Pero Quito es mucho más que el renacimien­to y el barroco de su patrimonio patrimonio cultural. Es la ciudad que vio nacer, en 1919, al artista Oswaldo Oswaldo Guayasamín, quien recogió en sus obras tanto la injusticia social como la ternura. Su visión y sus obras se pueden admirar en la Casa Casa Museo Guayasamín, la Capilla del Hombre y el Museo del Sitio.

La estructura del centro de Quito Quito no debe de haber cambiado mucho desde la visita, en 1736, de la misión geodésica francesa. Tuvieron Tuvieron un objetivo ambicioso que

consiguier­on demostrar: la Tierra está achatada por los polos. Para ello compararon la distancia de un grado de meridiano en Laponia con un grado en la línea ecuatorial, que pasa por el norte de Quito. Allí se sitúa, ahora, la Ciudad Mitad del Mundo, un lugar interesant­e para experiment­ar los diferentes fenómenos fenómenos relacionad­os con la forma de la Tierra. Como el efecto Coriolis, Coriolis, que hace girar el agua en el agujero de un desagüe en el sentido de las agujas del reloj en el hemisferio hemisferio sur y en sentido contrario en el hemisferio norte. En la línea del ecuador no gira. Mientras unos visitantes visitantes se asombran de este efecto dentro de uno de los museos, otros se fotografía­n en el exterior con un pie en cada hemisferio.

Pasear y dormir a 2850 m de altitud, altitud, en Quito, permite aclimatars­e aclimatars­e con comodidad antes de emprender otros destinos de altura, altura, nieve y fuego: los volcanes. La capital ecuatorian­a está vigilada vigilada por el Pichincha, un volcán activo activo que tuvo su última erupción en 1999. Subir a la cima del Rucu Pichincha, de 4698 m, es una excursión excursión relativame­nte asequible que ayuda a adaptar el cuerpo a la altitud y pone en contacto con los páramos y los volcanes. Para facilitar facilitar la caminata lo más habitual es coger el teleférico de Cruz Loma, volar por encima de la ciudad y aterrizar aterrizar a 4000 m de altura. De aquí al pico nos acompañará­n el verde y amarillo de las gramíneas y el gris oscuro de las cenizas y las rocas volcánicas. Y el blanco de la nieve en los días más fríos. Vale la pena subir hasta Cruz Loma solo para contemplar la vista sobre la ciudad ciudad y las montañas circundant­es.

Eso sí, es mejor evitar los fines de semana, cuando las esperas en el teleférico se hacen interminab­les.

Los volcanes fueron uno de los objetivos de Alexander von Humboldt Humboldt cuando visitó Ecuador a principios del siglo xix. El naturalist­a naturalist­a y geógrafo observó que esta cordillera se divide en dos cadenas cadenas montañosas paralelas ( oriental oriental y occidental) con una zona más baja entre ellas, el callejón interandin­o. Lo bautizó como la Avenida de los Volcanes. Ese « callejón callejón » es donde se asientan las poblacione­s y por donde discurre la carretera Panamerica­na, que comunica Alaska con Ushuaia, en la Tierra de Fuego argentina.

Unos 50 km al norte de Quito la Panamerica­na pasa por Otavalo, lugar que también visitó Humboldt, Humboldt, interesado en el volcán Imbabura (4600 m). Esta es una buena cima para aclimatars­e, así como el Fuya Fuya y las lagunas de Mojanda. Aunque Otavalo es una ciudad más conocida por su mercado artesanal, quizás el más grande de Sudamérica. Ponchos, bolsos, alfombras, hamacas y gorros gorros de telas multicolor­es nos resultarán resultarán familiares, así como las largas cabelleras negras de sus gentes, los otavalos, presentes en todo el mundo con sus artesanías.

Al sur de Otavalo, en la cordillera cordillera oriental, Humboldt se alojó en una casa de la hacienda Antisana, un lugar que todavía conserva el aire colonial de la época: techos de paja, galería de entrada, grandes ventanales de madera y paredes encaladas de blanco. Todo con el volcán Antisana (5758 m) de fondo y en la reserva ecológica del mismo nombre, un lugar de visita imprescind­ible. imprescind­ible. Pintag, cerca de la Panamerica­na, Panamerica­na, es la última población de paso hacia el Antisana. Allí se

reúnen anualmente los chagras (vaqueros). (vaqueros). Familias enteras pasean a caballo por las calles ataviadas con sombreros, gruesos ponchos de lana lana de oveja teñidos con franjas de colores, botas de cuero con espuelas espuelas y zamarros de piel de oveja para proteger las piernas del frío. Es el Paseo del Chagra, que rememora los días en que, tras la erupción del Cotopaxi en 1877, los vaqueros salieron salieron en busca de las reses que atemorizad­as atemorizad­as se habían desperdiga­do.

Más arriba de Pintag empieza el páramo y el mundo mineral y de hielo del Antisana. Y el hogar del cóndor andino, que se refugia en los riscos visibles desde la carretera. carretera. A primera hora de la mañana se los puede ver alzándose, con sus tres metros de alas desplegada­s, trazando círculos en el aire en busca busca de alimento. El Antisana regala también la oportunida­d de observar observar con relativa facilidad otras dos especies andinas, el venado de cola blanca y el lobo de páramo.

Al sur de Quito la Avenida de los Volcanes se despliega en toda su magnitud. Es un paisaje humanizado. humanizado. Toda la superficie está cultivada cultivada y aprovechad­a hasta el último rincón, formando una irregular cuadrícula de diferentes tonos de verde que ocupa el llano y escala las lomas. Patatas y otros tubérculos locales contrastan con extensione­s de cereales y campos de papayas y chirimoyas. La carretera Panamerica­na Panamerica­na atraviesa este mosaico verde, salpicado de poblacione­s donde contrasta el blanco de las casas coloniales coloniales con los edificios modernos, y festoneado a ambos lados por los colosos coronados de hielo.

El primero que destaca es el Cotopaxi, Cotopaxi, un cono perfecto cubierto de glaciares y visible desde Quito. Una pista de acceso asciende hasta los 3850 m de la laguna de Limpiopung­o,

un espejo que refleja el páramo y la multitud de aves que se acercan al agua. Más arriba solo crecen líquenes y alguna hierba sobre la lava y las cenizas. cenizas. En el aparcamien­to del refugio Ribas, a 4650 m, el mundo mineral del volcán se torna omnipresen­te. Unos 200 m de desnivel separan este punto punto del refugio, donde mientras hay quien prepara piolets, crampones y cuerdas para salir a medianoche hacia hacia los 5897 m del cráter, otros ascienden ascienden hasta el cercano glaciar para aclimatars­e aclimatars­e o simplement­e para tocar la nieve por primera vez.

En la cordillera Occidental se encuentran encuentran los Illinizas –el Norte, de 5126 m, y el Sur, de 5248 m–, otro objetivo objetivo para montañeros intrépidos. La mayoría de visitantes se atreven solo a acercarse a la vecina caldera del Quilotoa, ocupada por un lago de cráter de 250 m de profundida­d con aguas color turquesa.

La Panamerica­na atraviesa a continuaci­ón las ciudades de Latacunga y Ambato y, de nuevo, se rodea de dos gigantes volcánicos. volcánicos. Al este se alza el Tungurahua, «garganta de fuego» en quechua (o quichua). Al oeste, el colosal Chimborazo, Chimborazo, un volcán de 6263 m. A sus pies está Riobamba, ciudad donde Baltasar Ushca lleva más de 60 años vendiendo el hielo que extrae de los glaciares de la montaña. Se le puede puede ver en el mercado de la Merced. Aquí, entre el sonido de fondo de alguien que toca la clásica zampoña andina, unos ofrecen una variedad asombrosa de frutas tropicales, otros deliciosos platos locales.

El célebre Tren Crucero para dos veces a la semana en la estación de Riobamba. Se trata de la única línea férrea de Ecuador y ahora tiene un uso principalm­ente turístico. turístico. Atraviesa el país de norte a sur en un singular viaje de cuatro días, desde Quito hasta Guayaquil, la gran ciudad de la costa del Pacífico. Pacífico. No es necesario recorrerla toda. El tramo más espectacul­ar es el de la Nariz del Diablo, 60 km al sur de Riobamba, entre las localidade­s localidade­s de Alausí y Sibambe. La fuerte fuerte pendiente del terreno –500 m de desnivel– obligó a trazar zigzags en lugar de curvas. El resultado es un viaje de 12,5 km de vértigo.

A la bella ciudad de Cuenca, la siguiente siguiente etapa del viaje, se llega en uno de los múltiples autobuses que conectan todos los rincones del país. En cualquier parada, los vendedores vendedores ambulantes ofrecen agua helada y bocados calientes a los pasajeros pasajeros a través de las ventanas.

Cuenca, ciudad de artistas con un centro histórico Patrimonio Cultural Cultural de la Humanidad, es una población población tranquila que invita a pasear por los verdes parques que rodean los ríos Tomebamba, Yanucay, Tarqui, Tarqui, Machángara y Milchichig, entre edificios de estilo colonial y republican­os. republican­os. Los primeros recuerdan a los pueblos andaluces, como las casas coronadas con tejas anaranjada­s, anaranjada­s, paredes encaladas de blanco, blanco, balcones de madera o forjados y amplios patios interiores. Durante el periodo de la primera República (siglo xix) se construyer­on algunos edificios con fachadas de ladrillo, como la neorrománi­ca catedral. Entre las decenas de museos de la ciudad destaca el del sombrero de paja toquilla, más conocido como sombrero Panamá porque se elaboraron elaboraron en grandes cantidades para los obreros del canal panameño, a principios del siglo xx.

La selva amazónica ofrece el mayor mayor contraste al paisaje del altiplano. altiplano. Resulta fácil desplazars­e de Cuenca a Quito y de la capital a la selva de Cuyabeno o la de Yasuní. Estas áreas protegidas están atravesada­s atravesada­s por los caudalosos Aguarico y Napo, respectiva­mente. Ríos que son como caminos que descienden de los Andes y que conducen a los poblados o hasta alojamient­os escondidos escondidos bajo el dosel verde, como el complejo en el que me albergo en Cuyabeno, gestionado por una comunidad quichua.

Durante la jornada se realizan salidas guiadas en barca o a pie por el bosque en busca de especies animales animales y vegetales curiosas. Cuando Cuando el motor se apaga, solo queda el silencioso zumbido de la selva y el chapoteo de los remos. Cerca de la canoa, una nutria gigante ( Pteronura Pteronura brasiliens­is) de casi 45 kg y 1,8 m de longitud comparte su pesca pesca en comunidad, mientras que un delfín rosado ( Inia geoffrensi­s) saca la cabeza del agua de vez en cuando. Ante la canoa el espacio se amplía por sorpresa. La lámina de agua de la laguna se extiende e, inmóvil, refleja perfectame­nte las palmas, las nubes rosadas del amanecer amanecer o el arcoíris de la tarde. Una cría del hoatzín ( Opisthocom­us hoazin) se lanza al agua en cuanto detecta nuestra inofensiva presencia. presencia. Es un mecanismo de defensa muy practicado: el polluelo bucea entre las ramas sumergidas y luego trepa hasta el nido. Para despistar

a los intrusos, los hoatzín adultos adultos alzan el vuelo pesadament­e, rezongando y mostrando su cara azul rematada por una cresta.

Al final de la época de lluvias, en mayo, el nivel del agua llega a subir más de diez metros en el Parque Nacional de Yasuní. Las canoas se convierten en el medio de transporte idóneo para penetrar penetrar en la varzea, el bosque que se inunda estacional­mente. Lagunas Lagunas prácticame­nte inaccesibl­es el resto del año, después de las lluvias lluvias pueden recorrerse a bordo de pequeñas embarcacio­nes que sortean la vegetación y permiten descubrir fabulosas colonias de aves nidificant­es. Como una de la rara garza agamí, situada en un rincón rincón remoto de Yasuní. Más de 600 ejemplares de esta especie se reúnen reúnen en una de las pocas colonias conocidas del mundo, que guardan con celo sus preciosos huevos azules azules entre una gran algarabía.

Los aficionado­s a la ornitologí­a buscan entre las ramas o sobrevolan­do sobrevolan­do el bosque la silueta del águila harpía, extraordin­ariamente difícil difícil de avistar. La rapaz más poderosa poderosa del planeta se ha convertido en casi un mito. Cunsi Pindo, «la señora señora de los monos» en lengua cofán, tiene las garras de mayor tamaño de entre todas las águilas, comparable­s comparable­s a las de un oso grizzly. Y las más fuertes. Le sirven para cazar animales de proporcion­es considerab­les considerab­les como perezosos de dos dedos, monos aulladores y, ocasionalm­ente, ocasionalm­ente, algún felino.

Voy en su búsqueda con el experto experto guía de la etnia secoya que, durante durante el recorrido por intrincado­s senderos, corta una gruesa liana y me da para que beba de ella: es el bejuco de agua. Nos quedamos junto a un gran árbol y, después de una emocionant­e espera, escucho el inconfundi­ble grito del águila harpía. Al cabo de poco llega el momento culminante y la puedo observar mientras mueve la cabeza cabeza graciosame­nte de un lado a otro, levantando su caracterís­tica corona de plumas. Posiblemen­te, camuflado entre la vegetación, nos estará observando alguno de los seis tipos de felinos que habitan esta selva, entre ellos el jaguar.

De vuelta a las confortabl­es cabañas, cabañas, queda disfrutar de la cena contemplan­do la laguna al anochecer. anochecer. En pocos días volveremos a Quito y a sus volcanes, un cambio de paisaje y de cultura que confirma confirma la diversidad que ha hecho de Ecuador uno de los destinos más interesant­es de América. ❚

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Este volcán de 5897 m es el centro de un parque nacional situado a pocos kilómetros de Quito y dentro de la zona que Humboldt denominó Avenida de los Volcanes.
COTOPAXI Este volcán de 5897 m es el centro de un parque nacional situado a pocos kilómetros de Quito y dentro de la zona que Humboldt denominó Avenida de los Volcanes.
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 ??  ?? La iglesia de San Francisco es el mayor conjunto arquitectó­nico del centro histórico de Quito.
La iglesia de San Francisco es el mayor conjunto arquitectó­nico del centro histórico de Quito.
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 ??  ?? LA ESCUELA QUITEÑA El interior de la iglesia de San Francisco (siglo xvixviii) xvixviii) combina elementos barrocos y mudéjares, una decoración que dio lugar a un estilo artístico propio.
LA ESCUELA QUITEÑA El interior de la iglesia de San Francisco (siglo xvixviii) xvixviii) combina elementos barrocos y mudéjares, una decoración que dio lugar a un estilo artístico propio.
 ??  ?? LAGUNAS DE MOJANDA Estos tres lagos se localizan a 4260 m de altitud y a 16 km de Otavalo. Varios senderos los rodean y conectan entre sí.
LAGUNAS DE MOJANDA Estos tres lagos se localizan a 4260 m de altitud y a 16 km de Otavalo. Varios senderos los rodean y conectan entre sí.
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Un encuentro de chagras (vaqueros) en Pintag.
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 ??  ?? CHIMBORAZO
Los rebaños de llamas pastan a los pies del gigante andino. Aún se extrae hielo de su cumbre para ser vendido en el mercado de Riobamba.
CHIMBORAZO Los rebaños de llamas pastan a los pies del gigante andino. Aún se extrae hielo de su cumbre para ser vendido en el mercado de Riobamba.
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RÍO PASTAZA
Desde la ciudad de Baños de Agua Santa, puerta de entrada a la Amazonia ecuatorian­a, se puede cruzar el río Pastaza en tarabita o teleférico.
VALLE DEL RÍO PASTAZA Desde la ciudad de Baños de Agua Santa, puerta de entrada a la Amazonia ecuatorian­a, se puede cruzar el río Pastaza en tarabita o teleférico.
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 ??  ?? Un cóndor en la región de Riobamba.
Un cóndor en la región de Riobamba.
 ??  ?? En el Territorio Waorani, dentro del P.N. Yasuní, viven etnias que conservan su modo de vida tradiciona­l.
En el Territorio Waorani, dentro del P.N. Yasuní, viven etnias que conservan su modo de vida tradiciona­l.
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Las cabañas en medio de la selva permiten descubrir este inmenso humedal, compuesto por 14 lagunas y bosque inundado. El aeropuerto de Lago Agrio es el principal acceso a la región.
RESERVA FAUNÍSTICA DE CUYABENO Las cabañas en medio de la selva permiten descubrir este inmenso humedal, compuesto por 14 lagunas y bosque inundado. El aeropuerto de Lago Agrio es el principal acceso a la región.
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