MENORCA
UN REFUGIO DE CALMA VERDE Y AZUL
EsEs una de las islas más bellas del Mediterráneo, y no solo por sus calas arrulladas entre pinos y sus colinas cuarteadas por muretes. Menorca es un estado de ánimo, alegre y pausado, que impregna de pies a cabeza.
De Menorca conocemos las playas deslumbrantes, el Camí de Cavalls que pespuntea la costa, las fiestas estivales y sus exhibiciones de caballos, caballos, los milenarios talayots, los faros que vigilan desde acantilados y, por supuesto, los quesos, los embutidos embutidos y la ginebra. Sin embargo, en sus tan solo 53 km de ancho por 19 de largo, esta isla balear atesora atesora muchos otros atractivos que la
hacen, posiblemente, uno de los enclaves mediterráneos con más encanto paisajístico y cultural. Por eso, Menorca hay que visitarla en invierno y en verano, para percibir percibir los cambios que cada estación imprime en sus campos, pueblos y playas a lo largo de todo el año, y porque el flujo de visitantes tiene que repartirse y escalonarse para proteger la naturaleza de la isla.
Empecemos desde arriba, desde el monte Toro, su punto más alto, a 358 m. El mirador se asoma a los campos del interior con sus fincas blancas destacando entre el verde de los bosquecillos que se extienden hasta la costa norte. Salvaje y ventosa, ventosa, esconde calas únicas, como Pregonda, Binimel·là, Tirant o Viola, Viola, a resguardo del cabo Cavalleria coronado por un faro que alberga un pequeño museo. Hacia el este, se avistan las marismas de la Albufera des Grau y el cabo de Favàritx, una de las exquisiteces geológicas de la isla por su roca de pizarra, lagunas salinas y calas recogidas.
Desde las alturas, se ven también perfectamente los llocs, fincas agrícolas en activo, alrededor de 200, cuidadísimas. Muchas producen producen su propio queso con denominación denominación de origen protegida, de los que dicen que su punto sabroso viene del agua salada que se filtra en los pastos de las vacas. Otro punto que llama la atención es la bahía de Fornells, un refugio para los barcos que navegan frente a la costa norte y un agradable enclave para las rutas en canoa, el windsurf y para acceder a recodos bajo los acantilados ideales para nadar con gafas, tubo y aletas.
La tramontana golpea de frente el litoral norte, agujerea las rocas, estremece los acebuches, el olivo silvestre típico de la isla, y fuerza la vegetación –encinas, lentiscos, lianas, lianas, brezas y jaras, principalmente– principalmente– a inclinarse hacia el sur.
Menorca se suaviza en su litoral meridional, de paisaje más benévolo. benévolo. Las playas son serenas y apacibles, y la arena blanca dibuja medialunas o bien líneas brillantes brillantes que constrastan con el azul del agua y el verdor de los barrancos y bosques del interior. Ahí se encuentran encuentran algunas de las calas más famosas, como Son Saura, Turqueta Turqueta y Macarella, o las de Trebalúger o Escorxada, accesibles solo a pie o en barca. También Cala Galdana, urbanizada pero igualmente bella sobre todo si se contempla desde el mirador superior. Y los arenales nacarados de Binigaus, San Tomàs y Son Bou, delimitada en un extremo extremo por la cala Atàlitx. A partir de ahí la costa sur encadena una serie de playas flanqueadas por acantilados, acantilados, algunos con cuevas excavadas hace siglos, como Calas Coves y Cala en Porter donde se halla la famosa famosa Cova d’en Xoroi, acondicionada acondicionada ahora como un bar de copas.
Los faros constituyen por sí solos solos un objetivo de cualquier ruta por Menorca. Favàritx en el este, Cavalleria y Punta Nati en el norte, norte, o Artrutx en el sudoeste. Difícil elegir cuál visitar, ojalá todos, pero pero conviene llegar a tiempo para contemplar la puesta de sol, sobre todo en Punta Nati. Declarado Paisaje Paisaje Cultural por la Unesco, este cabo rocoso próximo a Ciutadella es uno de los espacios más sobrecogedores sobrecogedores de las Baleares. Aquí los elementos se reducen a mar, cielo y piedra, especialmente esto último. último. La roca caliza que aflora a la superficie es el material esencial de las casi 500 construcciones de piedra seca – sin argamasa– que abundan en este paraje: muros y barracas de planta circular o cuadrada cuadrada que servían para guarecer el ganado, guardar herramientas y vigilar los campos. Este patrimonio patrimonio junto con algunos yacimientos prehistóricos configuran un paisaje paisaje de excepcional valor natural y etnológico que ahora se enfrenta a la amenaza de la construcción de un parque fotovoltaico, el tercero en extensión de España.
La piedra es una de las protagonistas protagonistas de la isla. Menorca es indiscutiblemente indiscutiblemente agrícola y los campos están llenos de ella. Hay que quitarla y, para darle utilidad, se construyen barracas y muretes que delimitan sinuosos caminos. Posiblemente sin los 12.000 km de pared seca, los campos cultivables de la isla no habrían habrían sobrevivido al viento.
Contemplar la isla desde el mar es una experiencia única. Las opciones opciones abarcan desde alquilar una lancha o un velero hasta una canoa. Sin embargo, nada supera la satisfacción de experimentar el llamado « paisaje del viento » a través del Camí de Cavalls. Con 185 km de longitud, este camino litoral litoral rodea prácticamente la isla y permite recorrerla a pie, en bicicleta bicicleta y a caballo a lo largo de 20 etapas que se pueden realizar por separado. separado. Como todos los tramos son hermosos, conviene elegir uno del norte y otro del sur para apreciar las diferencias entre ambas costas.
De Turqueta a Macarella, por ejemplo, o de Cala Galdana hasta Sant Tomàs, se camina entre pinos, cruzando barrancos y sobre acantilados acantilados que se asoman al mar. En el norte, uno de los tramos más populares populares es el que enlaza Binimel·là con Cala Pregonda, con un humedal al principio, un tramo de arcilla roja, campos verdes alrededor y un agua transparente iluminada por la arena arena blanquísima del fondo. Contemplar Contemplar Pregonda con sus formaciones de roca volcánica antes de descender descender al mar, es una de las imágenes más recordadas de la isla.
Otro elemento típico del paisaje interior de la isla son los barrancos, mucho menos transitados que el Camí de Cavalls. Sin esas heridas que la atraviesan no existiría la humedad humedad y el verdor que la caracteriza. caracteriza. Visitar el de Algendar, el más largo con 13 km –todos los menorquines menorquines conocen la leyenda del moro que habitaba en el Pas d’en Revull–, Cala en Porter o Binigaus cambian para siempre la imagen que se tiene de Menorca. También hay humedales humedales que demuestran por qué la isla recibió en 1993 la mención de Reserva Mundial de la Biosfera: Ses Salines de Montgofre, de un alto nivel nivel ecológico, o el Parque Natural de la Albufera des Grau, el ecosistema ecosistema más singular de la isla con 70 hectáreas que atraen a una increíble increíble cantidad de aves.
La isla cuenta con una raza de caballos caballos autóctona que se caracteriza caracteriza por su color negro y esbeltez y su carácter tranquilo y obediente. De nuevo, forman parte del paisaje. paisaje. Se los ve pastando o entrenando en las fincas y, al atardecer, en las playas y caminos. Estos animales son la parte más importante de las fiestas de San Joan de Ciutadella.
Más de cien cavallers y seis caixers ( jinetes que representan los distintos distintos estamentos sociales) recorren a caballo durante dos días el casco histórico de la ciudad. Es Mercadal, Alaior, Es Castell, Ferreries... entre junio y septiembre las fiestas mayores mayores llenan de música y caballos los pueblos de la isla.
Ciutadella, la segunda ciudad de la isla y capital hasta el siglo xviii, tiene un núcleo de gran interés histórico y artístico y mantiene los palacios de las principales familias familias de la nobleza. Hay que perderse perderse entre las calles y plazas hasta desembocar en el sereno y bello puerto antiguo y, sobre todo, fijarse fijarse en los edificios y la piedra con que están construidos, el marés. No hay material que contenga y expulse expulse mejor la luz mediterránea. Hay tardes en las que el sol se refleja refleja en las casas señoriales –algunas se pueden visitar– y Ciutadella se inunda de luz. A s’hora baixa, Lithica-Pedreres Lithica-Pedreres de s’Hostal parece un escenario de otro mundo. Estas antiguas canteras de marés – con una zona de extracción manual del siglo xix y otra de extracción mecánica mecánica del xx– situado a las afueras de Ciutadella ha adaptado los espacios vacíos en laberintos y jardines que crea una arquitectura en negativo.
Ciutadella sufrió el saqueo turco el 9 de julio de 1558. La visión de las 60 galeras que no pudieron entrar al puerto de Maó y que siguieron hasta Ciutadella, debió de ser espantosa. espantosa. Los turcos abrieron una brecha en la muralla – por la callejuela callejuela que lleva el nombre de Sa Bretxa–, saquearon la ciudad y se llevaron 4000 cautivos a Estambul, Estambul, entonces el centro del mundo. El 9 de julio (Nou de Juliol) se conmemora conmemora a las víctimas.
En el otro extremo de la isla se halla la capital, Mahón, Maó o Mo para los menorquines. Tiene el segundo puerto natural más grande del Mediterráneo, con más de 6 km de longitud. Hay que visitarlo si es posible en barco para contemplar su singular orografía, con la isla del Lazareto, la fortaleza militar de Sa Mola y la isla del Rey. El casco histórico reserva rincones de gran encanto, como el mercado de pescado, el Teatro Principal o las casas señoriales de la calle Isabel Isabel II. Su fiesta mayor, a principios de septiembre, ofrece el espectáculo espectáculo de las colcades, las cabalgatas que en Ciutadella, por Sant Joan, llaman qualcades.
Durante los más de 70 años de dominación británica en el siglo xviii, la isla experimentó un considerable considerable crecimiento demográfico y económico que dio lugar a edificios edificios destacados, además de introducirse introducirse en las redes del comercio mediterráneo y atlántico. De aquella aquella época data el Camí d’en Kane, una carretera deliciosa que va desde desde Maó hasta Es Mercadal y que, a excepción de su asfalto, se podría decir que está igual que cuando la trazó el gobernador Richard Kane en 1720. Mucho más tranquila que la ajetreada carretera nacional, esta vía permite adentrarse en el interior interior de la isla y comprobar que Menorca Menorca es más rural que marinera.
El patrimonio prehistórico de Menorca es impresionante. Aún por investigar y excavar, está formado formado por alrededor de 1500 yacimientos. yacimientos. Abiertos, al aire libre, en medio de paisajes únicos que ocupan desde hace casi 4000 años, su estudio permite, más allá de la arquitectura, repensar la complejidad complejidad social de los pueblos y culturas. culturas. ¿Por qué llegaron a la isla? ¿De qué peligros se protegían? ¿Cómo ejercían el poder? Hipogeos, sepulcros sepulcros megalíticos, talayots, las misteriosas taulas ( cuyos usos se desconocen), navetas, salas hipóstilas hipóstilas y casas circulares forman la base de la Menorca romana e islámica. islámica. En 1930, una de las grandes arqueólogas europeas, además de egiptóloga, folclorista, antropóloga, antropóloga, Margaret Alice Murray, viajó a Menorca para realizar la primera excavación en el yacimiento de Trepucó, encargada por el Museo
de Etnología de la Universidad de Cambridge. El trabajo se recogió en tres volúmenes básicos en 1934 y sirvió de base para las investigaciones investigaciones posteriores.
Trepucó es uno de los mayores yacimientos, pero hay más. En los alrededores de Ciutadella están Son Catlar, con una muralla de 900 m, y el poblado costero del Coll de Cala Morell. Cerca de Es Migjorn, se encuentra encuentra el conjunto de Sant Agustí Vell, con el talayot de Ses Bigues de Mata, desde donde se alcanza la playa de Binigaus. Impresionan las casas naviformes de Son Mercer de Baix, en Ferreries, o las navetas funerarias de Rafal Rubí, en Maó. A poca distancia de Es Canutells se halla el yacimiento de Es Castellàs del Caparrot de Forma, y en Alaior, la Torre d’en Galmés, el conjunto talayótico mejor conservado.
La vida cultural menorquina es una de las más activas del arco mediterráneo. Todo el año se organizan organizan eventos musicales y teatrales: teatrales: el Festival Internacional de Jazz, la temporada de Primavera del Teatro Principal de Maó, el más antiguo de ópera de España, el festival de música Pedra Viva de Lithica, el Festival de Cine de Menorca, Menorca, la programación del Ateneo de Maó o las jornadas arqueológicas arqueológicas de la Societat Martí i Bella. En definitiva, un sinfín de posibilidades posibilidades que dan lugar a itinerarios diferentes entre sí, que combinan playas y paisajes de interior, tradición tradición y actualidad. Una invitación irresistible a viajar una y mil veces a la isla más tranquila, más verde y mejor preservada de las Baleares. ❚