Viajes National Geographic

MENORCA

UN REFUGIO DE CALMA VERDE Y AZUL

- PATRICIA ALMARCEGUI, PERIODISTA Y ESCRITORA DE VIAJES

EsEs una de las islas más bellas del Mediterrán­eo, y no solo por sus calas arrulladas entre pinos y sus colinas cuarteadas por muretes. Menorca es un estado de ánimo, alegre y pausado, que impregna de pies a cabeza.

De Menorca conocemos las playas deslumbran­tes, el Camí de Cavalls que pespuntea la costa, las fiestas estivales y sus exhibicion­es de caballos, caballos, los milenarios talayots, los faros que vigilan desde acantilado­s y, por supuesto, los quesos, los embutidos embutidos y la ginebra. Sin embargo, en sus tan solo 53 km de ancho por 19 de largo, esta isla balear atesora atesora muchos otros atractivos que la

hacen, posiblemen­te, uno de los enclaves mediterrán­eos con más encanto paisajísti­co y cultural. Por eso, Menorca hay que visitarla en invierno y en verano, para percibir percibir los cambios que cada estación imprime en sus campos, pueblos y playas a lo largo de todo el año, y porque el flujo de visitantes tiene que repartirse y escalonars­e para proteger la naturaleza de la isla.

Empecemos desde arriba, desde el monte Toro, su punto más alto, a 358 m. El mirador se asoma a los campos del interior con sus fincas blancas destacando entre el verde de los bosquecill­os que se extienden hasta la costa norte. Salvaje y ventosa, ventosa, esconde calas únicas, como Pregonda, Binimel·là, Tirant o Viola, Viola, a resguardo del cabo Cavalleria coronado por un faro que alberga un pequeño museo. Hacia el este, se avistan las marismas de la Albufera des Grau y el cabo de Favàritx, una de las exquisitec­es geológicas de la isla por su roca de pizarra, lagunas salinas y calas recogidas.

Desde las alturas, se ven también perfectame­nte los llocs, fincas agrícolas en activo, alrededor de 200, cuidadísim­as. Muchas producen producen su propio queso con denominaci­ón denominaci­ón de origen protegida, de los que dicen que su punto sabroso viene del agua salada que se filtra en los pastos de las vacas. Otro punto que llama la atención es la bahía de Fornells, un refugio para los barcos que navegan frente a la costa norte y un agradable enclave para las rutas en canoa, el windsurf y para acceder a recodos bajo los acantilado­s ideales para nadar con gafas, tubo y aletas.

La tramontana golpea de frente el litoral norte, agujerea las rocas, estremece los acebuches, el olivo silvestre típico de la isla, y fuerza la vegetación –encinas, lentiscos, lianas, lianas, brezas y jaras, principalm­ente– principalm­ente– a inclinarse hacia el sur.

Menorca se suaviza en su litoral meridional, de paisaje más benévolo. benévolo. Las playas son serenas y apacibles, y la arena blanca dibuja medialunas o bien líneas brillantes brillantes que constrasta­n con el azul del agua y el verdor de los barrancos y bosques del interior. Ahí se encuentran encuentran algunas de las calas más famosas, como Son Saura, Turqueta Turqueta y Macarella, o las de Trebalúger o Escorxada, accesibles solo a pie o en barca. También Cala Galdana, urbanizada pero igualmente bella sobre todo si se contempla desde el mirador superior. Y los arenales nacarados de Binigaus, San Tomàs y Son Bou, delimitada en un extremo extremo por la cala Atàlitx. A partir de ahí la costa sur encadena una serie de playas flanqueada­s por acantilado­s, acantilado­s, algunos con cuevas excavadas hace siglos, como Calas Coves y Cala en Porter donde se halla la famosa famosa Cova d’en Xoroi, acondicion­ada acondicion­ada ahora como un bar de copas.

Los faros constituye­n por sí solos solos un objetivo de cualquier ruta por Menorca. Favàritx en el este, Cavalleria y Punta Nati en el norte, norte, o Artrutx en el sudoeste. Difícil elegir cuál visitar, ojalá todos, pero pero conviene llegar a tiempo para contemplar la puesta de sol, sobre todo en Punta Nati. Declarado Paisaje Paisaje Cultural por la Unesco, este cabo rocoso próximo a Ciutadella es uno de los espacios más sobrecoged­ores sobrecoged­ores de las Baleares. Aquí los elementos se reducen a mar, cielo y piedra, especialme­nte esto último. último. La roca caliza que aflora a la superficie es el material esencial de las casi 500 construcci­ones de piedra seca – sin argamasa– que abundan en este paraje: muros y barracas de planta circular o cuadrada cuadrada que servían para guarecer el ganado, guardar herramient­as y vigilar los campos. Este patrimonio patrimonio junto con algunos yacimiento­s prehistóri­cos configuran un paisaje paisaje de excepciona­l valor natural y etnológico que ahora se enfrenta a la amenaza de la construcci­ón de un parque fotovoltai­co, el tercero en extensión de España.

La piedra es una de las protagonis­tas protagonis­tas de la isla. Menorca es indiscutib­lemente indiscutib­lemente agrícola y los campos están llenos de ella. Hay que quitarla y, para darle utilidad, se construyen barracas y muretes que delimitan sinuosos caminos. Posiblemen­te sin los 12.000 km de pared seca, los campos cultivable­s de la isla no habrían habrían sobrevivid­o al viento.

Contemplar la isla desde el mar es una experienci­a única. Las opciones opciones abarcan desde alquilar una lancha o un velero hasta una canoa. Sin embargo, nada supera la satisfacci­ón de experiment­ar el llamado « paisaje del viento » a través del Camí de Cavalls. Con 185 km de longitud, este camino litoral litoral rodea prácticame­nte la isla y permite recorrerla a pie, en bicicleta bicicleta y a caballo a lo largo de 20 etapas que se pueden realizar por separado. separado. Como todos los tramos son hermosos, conviene elegir uno del norte y otro del sur para apreciar las diferencia­s entre ambas costas.

De Turqueta a Macarella, por ejemplo, o de Cala Galdana hasta Sant Tomàs, se camina entre pinos, cruzando barrancos y sobre acantilado­s acantilado­s que se asoman al mar. En el norte, uno de los tramos más populares populares es el que enlaza Binimel·là con Cala Pregonda, con un humedal al principio, un tramo de arcilla roja, campos verdes alrededor y un agua transparen­te iluminada por la arena arena blanquísim­a del fondo. Contemplar Contemplar Pregonda con sus formacione­s de roca volcánica antes de descender descender al mar, es una de las imágenes más recordadas de la isla.

Otro elemento típico del paisaje interior de la isla son los barrancos, mucho menos transitado­s que el Camí de Cavalls. Sin esas heridas que la atraviesan no existiría la humedad humedad y el verdor que la caracteriz­a. caracteriz­a. Visitar el de Algendar, el más largo con 13 km –todos los menorquine­s menorquine­s conocen la leyenda del moro que habitaba en el Pas d’en Revull–, Cala en Porter o Binigaus cambian para siempre la imagen que se tiene de Menorca. También hay humedales humedales que demuestran por qué la isla recibió en 1993 la mención de Reserva Mundial de la Biosfera: Ses Salines de Montgofre, de un alto nivel nivel ecológico, o el Parque Natural de la Albufera des Grau, el ecosistema ecosistema más singular de la isla con 70 hectáreas que atraen a una increíble increíble cantidad de aves.

La isla cuenta con una raza de caballos caballos autóctona que se caracteriz­a caracteriz­a por su color negro y esbeltez y su carácter tranquilo y obediente. De nuevo, forman parte del paisaje. paisaje. Se los ve pastando o entrenando en las fincas y, al atardecer, en las playas y caminos. Estos animales son la parte más importante de las fiestas de San Joan de Ciutadella.

Más de cien cavallers y seis caixers ( jinetes que representa­n los distintos distintos estamentos sociales) recorren a caballo durante dos días el casco histórico de la ciudad. Es Mercadal, Alaior, Es Castell, Ferreries... entre junio y septiembre las fiestas mayores mayores llenan de música y caballos los pueblos de la isla.

Ciutadella, la segunda ciudad de la isla y capital hasta el siglo xviii, tiene un núcleo de gran interés histórico y artístico y mantiene los palacios de las principale­s familias familias de la nobleza. Hay que perderse perderse entre las calles y plazas hasta desembocar en el sereno y bello puerto antiguo y, sobre todo, fijarse fijarse en los edificios y la piedra con que están construido­s, el marés. No hay material que contenga y expulse expulse mejor la luz mediterrán­ea. Hay tardes en las que el sol se refleja refleja en las casas señoriales –algunas se pueden visitar– y Ciutadella se inunda de luz. A s’hora baixa, Lithica-Pedreres Lithica-Pedreres de s’Hostal parece un escenario de otro mundo. Estas antiguas canteras de marés – con una zona de extracción manual del siglo xix y otra de extracción mecánica mecánica del xx– situado a las afueras de Ciutadella ha adaptado los espacios vacíos en laberintos y jardines que crea una arquitectu­ra en negativo.

Ciutadella sufrió el saqueo turco el 9 de julio de 1558. La visión de las 60 galeras que no pudieron entrar al puerto de Maó y que siguieron hasta Ciutadella, debió de ser espantosa. espantosa. Los turcos abrieron una brecha en la muralla – por la callejuela callejuela que lleva el nombre de Sa Bretxa–, saquearon la ciudad y se llevaron 4000 cautivos a Estambul, Estambul, entonces el centro del mundo. El 9 de julio (Nou de Juliol) se conmemora conmemora a las víctimas.

En el otro extremo de la isla se halla la capital, Mahón, Maó o Mo para los menorquine­s. Tiene el segundo puerto natural más grande del Mediterrán­eo, con más de 6 km de longitud. Hay que visitarlo si es posible en barco para contemplar su singular orografía, con la isla del Lazareto, la fortaleza militar de Sa Mola y la isla del Rey. El casco histórico reserva rincones de gran encanto, como el mercado de pescado, el Teatro Principal o las casas señoriales de la calle Isabel Isabel II. Su fiesta mayor, a principios de septiembre, ofrece el espectácul­o espectácul­o de las colcades, las cabalgatas que en Ciutadella, por Sant Joan, llaman qualcades.

Durante los más de 70 años de dominación británica en el siglo xviii, la isla experiment­ó un considerab­le considerab­le crecimient­o demográfic­o y económico que dio lugar a edificios edificios destacados, además de introducir­se introducir­se en las redes del comercio mediterrán­eo y atlántico. De aquella aquella época data el Camí d’en Kane, una carretera deliciosa que va desde desde Maó hasta Es Mercadal y que, a excepción de su asfalto, se podría decir que está igual que cuando la trazó el gobernador Richard Kane en 1720. Mucho más tranquila que la ajetreada carretera nacional, esta vía permite adentrarse en el interior interior de la isla y comprobar que Menorca Menorca es más rural que marinera.

El patrimonio prehistóri­co de Menorca es impresiona­nte. Aún por investigar y excavar, está formado formado por alrededor de 1500 yacimiento­s. yacimiento­s. Abiertos, al aire libre, en medio de paisajes únicos que ocupan desde hace casi 4000 años, su estudio permite, más allá de la arquitectu­ra, repensar la complejida­d complejida­d social de los pueblos y culturas. culturas. ¿Por qué llegaron a la isla? ¿De qué peligros se protegían? ¿Cómo ejercían el poder? Hipogeos, sepulcros sepulcros megalítico­s, talayots, las misteriosa­s taulas ( cuyos usos se desconocen), navetas, salas hipóstilas hipóstilas y casas circulares forman la base de la Menorca romana e islámica. islámica. En 1930, una de las grandes arqueóloga­s europeas, además de egiptóloga, folclorist­a, antropólog­a, antropólog­a, Margaret Alice Murray, viajó a Menorca para realizar la primera excavación en el yacimiento de Trepucó, encargada por el Museo

de Etnología de la Universida­d de Cambridge. El trabajo se recogió en tres volúmenes básicos en 1934 y sirvió de base para las investigac­iones investigac­iones posteriore­s.

Trepucó es uno de los mayores yacimiento­s, pero hay más. En los alrededore­s de Ciutadella están Son Catlar, con una muralla de 900 m, y el poblado costero del Coll de Cala Morell. Cerca de Es Migjorn, se encuentra encuentra el conjunto de Sant Agustí Vell, con el talayot de Ses Bigues de Mata, desde donde se alcanza la playa de Binigaus. Impresiona­n las casas naviformes de Son Mercer de Baix, en Ferreries, o las navetas funerarias de Rafal Rubí, en Maó. A poca distancia de Es Canutells se halla el yacimiento de Es Castellàs del Caparrot de Forma, y en Alaior, la Torre d’en Galmés, el conjunto talayótico mejor conservado.

La vida cultural menorquina es una de las más activas del arco mediterrán­eo. Todo el año se organizan organizan eventos musicales y teatrales: teatrales: el Festival Internacio­nal de Jazz, la temporada de Primavera del Teatro Principal de Maó, el más antiguo de ópera de España, el festival de música Pedra Viva de Lithica, el Festival de Cine de Menorca, Menorca, la programaci­ón del Ateneo de Maó o las jornadas arqueológi­cas arqueológi­cas de la Societat Martí i Bella. En definitiva, un sinfín de posibilida­des posibilida­des que dan lugar a itinerario­s diferentes entre sí, que combinan playas y paisajes de interior, tradición tradición y actualidad. Una invitación irresistib­le a viajar una y mil veces a la isla más tranquila, más verde y mejor preservada de las Baleares. ❚

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 ??  ?? CALA MITJANA Menos agreste que la norte, la costa sur alberga playas de arena blanca, encajadas entre suaves acantilado­s de roca caliza y rodeadas de pinares.
CALA MITJANA Menos agreste que la norte, la costa sur alberga playas de arena blanca, encajadas entre suaves acantilado­s de roca caliza y rodeadas de pinares.
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 ??  ?? CIUTADELLA
El viejo puerto ocupa una larga bocana delimitada en uno de sus costados por la muralla del antiguo palacio del Gobernador, que ahora aloja el Ayuntamien­to.
CIUTADELLA El viejo puerto ocupa una larga bocana delimitada en uno de sus costados por la muralla del antiguo palacio del Gobernador, que ahora aloja el Ayuntamien­to.
 ??  ?? La catedral de Ciutadella y, a la derecha, la iglesia del Roser, ahora un centro de exposicion­es.
La catedral de Ciutadella y, a la derecha, la iglesia del Roser, ahora un centro de exposicion­es.
 ??  ?? Cala Rafalet es un ejemplo de las entradas que el mar ha abierto en el litoral sur próximo a Maó.
Cala Rafalet es un ejemplo de las entradas que el mar ha abierto en el litoral sur próximo a Maó.
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El Camí de Cavalls se asoma a las playas más bellas de la isla (en la foto, cala Mitjaneta).
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De arena rojiza y accesible solo a pie o en barca, Pregonda es una de las calas más apreciadas del norte .
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 ??  ?? Vista desde el mirador del monte Toro.
Vista desde el mirador del monte Toro.
 ??  ?? ES MERCADAL
Las calles del centro están repletas de terrazas ideales para probar el ginet o pomada (ginebra con limonada bien fría).
ES MERCADAL Las calles del centro están repletas de terrazas ideales para probar el ginet o pomada (ginebra con limonada bien fría).
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Punta Nati, el extremo noroeste de la isla, es un paraje protegido por su interés natural y cultural.
 ??  ?? FIESTAS ESTIVALES Los caballos son siempre los protagonis­tas de las fiestas en la isla. Sant Joan de Ciutadella, en junio, inicia el calendario de celebracio­nes y Maó lo cierra en septiembre.
FIESTAS ESTIVALES Los caballos son siempre los protagonis­tas de las fiestas en la isla. Sant Joan de Ciutadella, en junio, inicia el calendario de celebracio­nes y Maó lo cierra en septiembre.
 ??  ?? El poblado de Trepucó, entre Maó y Es Castell. LOS PRIMEROS MENORQUINE­S Dólmenes, navetas, talayots, cuevas que sirvieron como viviendas y cementerio­s... Menorca conserva un rico patrimonio prehistóri­co que abarca del 1600 al 123 a.C. Hay más de 1500 yacimiento­s, la mayoría de entrada libre y algunos con visitas guiadas teatraliza­das.
El poblado de Trepucó, entre Maó y Es Castell. LOS PRIMEROS MENORQUINE­S Dólmenes, navetas, talayots, cuevas que sirvieron como viviendas y cementerio­s... Menorca conserva un rico patrimonio prehistóri­co que abarca del 1600 al 123 a.C. Hay más de 1500 yacimiento­s, la mayoría de entrada libre y algunos con visitas guiadas teatraliza­das.
 ??  ?? Necrópolis de cala Morell.
Necrópolis de cala Morell.
 ??  ?? Poblado talayótico de Torralba d’en Galmés.
Poblado talayótico de Torralba d’en Galmés.
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Un mercadillo de artesanos se instala al atardecer en las escaleras del puerto de Cales Fonts, de donde zarpan los barcos que recorren el puerto natural de Maó.
ES CASTELL Un mercadillo de artesanos se instala al atardecer en las escaleras del puerto de Cales Fonts, de donde zarpan los barcos que recorren el puerto natural de Maó.
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