Viajes National Geographic

SIERRA DE GUADARRAMA

Un escenario de cumbres, lagos y pueblos de montaña a poca distancia de la capital.

- Manuel Mateo Pérez

Recorrido por este escenario de cumbres rocosas, bosques, lagos y pueblos de montaña, situado a poca distancia de la ciudad de Madrid.

LosLos viejos mapas escolares dibujaban la sierra de Guadarrama como una frontera natural que unía y separaba las dos Castillas. Dos de las carreteras radiales que le nacen a Madrid en la Puerta del Sol buscan el norte y cicatrizan este macizo central, un paisaje alto, luminoso, alfombrado por densos bosques y roquedales de granito por cuyas faldas se esparcen pueblos de singular arquitectu­ra. Guadarrama es una inclinada sábana que se deja caer por una suerte de valles hasta la capital de España. En esta sierra nacen ríos, florecen praderas y descansan embalses. Algunos de sus pueblos son incluso más antiguos que la gran urbe que tienen al sur. Mimados por la luz, aún muestran sus delicadeza­s históricas al lado de un paisaje de extraordin­aria belleza y fragilidad, hoy declarado Parque Nacional.

La A-6, la autovía que une Madrid con alguna de las capitales castellano­leonesas, deja a un lado el pueblo

de Guadarrama y busca por carreteras serpentean­tes la localidad de Cercedilla. Un tren de cercanías llega hasta allí y sube aún más hasta el puerto de Navacerrad­a y la estación de Cotos, para acercar a senderista­s y a esquiadore­s al corazón de la sierra madrileña.

Sobre las casas de granito de Cercedilla, montaña arriba, a más de 1600 m de altitud, en uno de los hombros que le salen al valle de la Fuenfría se halla la inspirador­a y panorámica Senda de los Poetas. Durante su ascenso se divisan los Siete Picos y las cumbres blancas de Navacerrad­a. La Senda de los Poetas es una solana espaciosa frente a Madrid y sus pueblos, una atalaya desde donde se domina una vista espléndida. El camino llega hasta una calva donde se abren los miradores dedicados a los poetas Vicente Aleixandre y Luis Rosales. Sus versos están escritos en la piedra, igual que los de Antonio Machado que recuerdan a Francisco Giner de los Ríos, padre de la Institució­n Libre de Enseñanza, con estas palabras: «¡Oh, sí! Llevad, amigos, / su cuerpo a la montaña, / a los azules montes / del ancho Guadarrama».

De vuelta al valle aguarda junto al embalse homónimo el pueblo de Navacerrad­a, a 1200 m de altitud, próximo a una estación de esquí con 6 km de pistas que serpentean entre un bosque de pino silvestre.

En Manzanares el Real se citan naturaleza y monumental­idad. De la primera es testigo el embalse de Santillana, un pequeño mar interior que sacia la sed de la capital. Sobre sus orillas se alza La Pedriza, un capricho de la geología, tapizado por piedras pulidas y redondeada­s que parecen cobrar vida entre los intrincado­s recovecos del monte. De la monumental­idad de Manzanares el Real lo dice todo el castillo de los Mendoza, una fortaleza que

parece salida de un cuento. Construida sobre los cimientos de una primitiva ermita románico-mudéjar, la fortificac­ión fue mandada erigir por uno de los apellidos más ilustres de Castilla. Hoy es la mejor conservada de todo Madrid, aunque sus obras dieron comienzo en 1475.

Lo que confiere personalid­ad al castillo son sus cuatro soberbios torreones, decorados con bolas de piedra de aliento isabelino.

Más al norte, la carretera de Manzanares el Real bordea el embalse, atraviesa Soto del Real y trepa hasta Miraflores de la Sierra. En todos esos pueblos las iglesias son barrocas, tienen altos campanario­s de granito y, a sus pies, las plazas mayores se abren como salones de estar llenos de encanto.

Al amparo de las montañas de la Morcuera la carretera sube en sucesivas curvas hasta los dominios del valle de Lozoya, un remanso de paz perfumado por inmensas manchas de pinos y robledales. En la cuenca alta de la sierra se halla Rascafría, uno de los núcleos más bellos del macizo. En invierno su nombre lo dice todo; en primavera, los alrededore­s estallan en color; en verano, las noches son frescas y apacibles; y en otoño, las hojas de

los árboles caen como en una ensoñación romántica. El pueblo posee un valioso catálogo de arquitectu­ra tradiciona­l, un templo consagrado a San Andrés y, a las afueras, el monasterio de El Paular, el mayor tesoro monumental de estos contornos. Situado a los pies del macizo de Peñalara, a un lado del anfiteatro natural que forma el valle de Lozoya, fue fundado un 29 de agosto de 1390 cuando el rey Juan I de Castilla puso la primera piedra de un cenobio llamado a convertirs­e en meta de peregrinos y feligreses.

Las cumbres que abrigan estos parajes son parque nacional. Entre altura, silencio y soledad se localizan las lagunas de Peñalara, un deslumbran­te espacio protegido, al que se accede por el puerto de Cotos. El parque es una sucesión de fantasías geológicas talladas en tiempo inmemorial. Lo más notable de la visita son sus cuatro circos de época glacial, que se extienden a modo de hoyas alrededor de la laguna grande de Peñalara, el sitio conocido como Pepe Hernando, la Pedriza y el Brezal.

Pero las maravillas de Guadarrama no acaban aquí. Al norte de Buitrago de Lozoya, en las cercanías de la A-I hacia Burgos, se localiza el hayedo más meridional de España. El Espacio Natural Protegido del Hayedo de Montejo, de tan solo 250 hectáreas, cobija un tesoro botánico propio de otras latitudes. Su presencia en el centro geográfico de la Península obedece al singular microclima de esta esquina de la Comunidad de Madrid, con laderas de umbría y gran cantidad de agua recogida a lo largo del año, todo lo cual permite que el hayedo se conserve en un extraordin­ario estado. El Jarama, en cuyas aguas aún nadan nutrias, nace en estos parajes. Un sendero bordea el hayedo y lleva a su fuente. Resulta agradable seguirlo en cualquier estación, pero es en otoño cuando resulta mágico. Entonces las hayas, con sus troncos cubiertos de tierno musgo, mudan el color de su copa, haciéndono­s creer que habitamos en un lugar de amarillos imposibles, un tapiz de hojas doradas donde sentir la lluvia, el frío y el silencio. ❚

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MACIZO DE PEÑALARA Bajo los riscos de esta montaña (2430 m), techo de Guadarrama, se cobija un conjunto de lagunas de origen glaciar. En la imagen, la de los Pájaros.
 ??  ?? Mamíferos como cabras montesas y corzos, y rapaces como el águila imperial íbérica o la real son animales emblemátic­os del parque.
Mamíferos como cabras montesas y corzos, y rapaces como el águila imperial íbérica o la real son animales emblemátic­os del parque.
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 ??  ?? En 1390, el rey Juan I de Castilla hizo erigir junto a la ermita de Santa María este imponente cenobio, hoy cercano a Rascafría.
En 1390, el rey Juan I de Castilla hizo erigir junto a la ermita de Santa María este imponente cenobio, hoy cercano a Rascafría.
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Este palacio-fortaleza alberga pinturas, armaduras, tapices flamencos y mobiliario de los siglos xvi al xix.
◀ CASTILLO DE LOS MENDOZA Este palacio-fortaleza alberga pinturas, armaduras, tapices flamencos y mobiliario de los siglos xvi al xix.
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Desde el pueblo de Cercedilla sale una ruta que remonta el curso del Guadarrama hasta su nacimiento en la sierra, a 1900 m de altitud.
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