Masía rural
Integrada en el entorno
Una antigua masía rural se ha convertido en una edificación en forma de L, formando una terraza y un porche elevados sobre la inclinación del terreno y con excelentes vistas sobre la zona de la piscina, el jardín y los campos que forman el entorno. Se ha creado una vivienda de amplios muros y con accesos a diferentes niveles.
De esta casa impresiona su amplio jardín perfectamente adaptado a la inclinación del terreno, creando diferentes niveles. Son espacios abiertos y verdes que proporcionan mucha luz a la vivienda. La zona de la piscina está situada en un nivel inferior respecto a la casa, pero en las partes altas del jardín se disfruta de las vistas al pueblo del Baix Empordà al que pertenece y a los campos que la rodean.
Vivienda y exteriores son el resultado de un proyecto llevado a cabo por Auquer Prats Arquitectes y la arquitecta Mercè Hortalà i Vallvé. El proyecto consistió en trabajar sobre espacios concretos que necesitaban ser resueltos, corregir malas distribuciones para un uso residencial, sin desvirtuar el conjunto ni romper el espíritu del edificio, y convertir pequeños espacios en estancias amplias.
Antes de la reforma, la casa presentaba una estructura muy condicionada al antiguo uso rural. La primera planta contenía todas las habitaciones y con una proporción de baños muy escasa. La planta inferior era de techos bajos, bóvedas en muchas estancias, espacios pequeños y mal distribuidos. Las zonas que más reformas necesitaban eran la entrada principal, la cocina y dos salas. A la entrada se le quiso dar la importancia que se merecía, tanto interior como exterior, salvando diferentes desniveles.
El resultado es espectacular, dejando a la vista una perfecta combinación de materiales entre suelos, techos y paredes, como el microcemento, la piedra y la madera. La sala principal se amplió y se rehicieron las marcas de cañizo típicas de la zona en la bóveda del techo. También se mejoró la luz al sustituir una pequeña ventana por un gran ventanal con vistas directas a la piscina. Esta obertura se hizo con perfilería de hierro para conseguir una visibilidad máxima. En las otras ventanas se ha optado por la madera pintada con las proporciones y composiciones propias de la tradición ampurdanesa.
En el caso del comedor, la reconstrucción fue mucho más costosa, ya que el espacio ya había sido reformado en su día y presentaba un forjado de hormigón nada acorde con el resto de la casa. Por ello se optó por la construcción de una bóveda de cañón con lunetas en las ventanas debido a su altura. Así se potenciaba la longitud de la sala propia de un comedor. Además, se construyó una chimenea con ladrillo macizo y yeso para unir el salón con la cocina. En las paredes se pintó un arrimadero hasta media altura de color tostado y la parte superior y la bóveda se pintaron de color claro para dar al comedor más sensación de altura. El suelo de esta zona y de la cocina es de barro cocido típico de la zona.
La amplia cocina se distribuyó en dos espacios básicos y bien diferenciados: la zona de comedor, que recibe toda la luz tamizada del porche, y la zona de fuegos donde se recuperó un antiguo fregadero de mármol y se dispusieron muebles de madera blanca.
En la planta superior se encuentra la zona de descanso donde se realizaron los baños necesarios para cada uno de los dormitorios, completando así las necesidades existentes, sin restar espacio y amplitud. Cada estancia ha sido decorada combinando materiales y aprovechando el espacio y los desniveles existentes.
Antes de la reforma, la vivienda presentaba una ESTRUCTURA condicionada al uso rural