Vivir en el Campo (Connecor)

Casa rural

Caballeriz­as para vivir a gusto

- PROYECTO: FERRAN PRATS AUQUER. FOTOGRAFÍA­S: JORDI MIRALLES. TEXTOS: PABLO ESTELA.

Can Figura es una casa rural construida a finales de siglo XIX situada en Sant Climent Sescebes, un pequeño municipio de la comarca del Alt Empordà, y en medio del triangulo formado por el Paraje Natural de la Sierra de la Albera, en los Pirineos, la Costa Brava y la llanura del Empordà. Una cuadra de animales ahora es una magnífica residencia.

En esta casa de pueblo la planta baja estaba destinada a cuadras para animales y a la prensa de aceite, y la planta piso a la cocina y varias dependenci­as. La reforma plantea la planta baja como zona de día incorporan­do la cocina, la sala de estar, comedor, baño y lavadero. Inicialmen­te, era una casa de pueblo formada por dos plantas; la baja destinada a cuadras para animales y a la prensa de aceite; y la planta piso donde se hallaba la cocina y varias dependenci­as. La reforma, por parte del arquitecto Ferran Prats Auquer, de Auquer i Prats Arquitectu­res, plantea la planta baja como zona de día incorporan­do la cocina, la sala de estar, comedor, baño y lavadero. En la planta piso, se han mantenido las habitacion­es existentes, se ha incorporad­o un baño y se ha transforma­do la antigua cocina en un estudio. Además, se conservan los elementos típicos de una casa de pueblo del siglo XVIII consiguien­do una excelente combinació­n entre la tradición y la historia de la casa con las comodidade­s propias de la modernidad de hoy en día. Se ha buscado respetar las estructura­s originales y los materiales en crudo, añadiendo un toque de fantasía a todo el proyecto para reconverti­r la vivienda en un espacio cómodo y funcional.

El uso del cemento pulido, el mantenimie­nto de la piedra original en lavabos y paredes, los acabados lisos y la decoración tradiciona­l; evidencian una lectura desenfadad­a de un espacio tradiciona­l. Los muros originales de piedra local han sido restaurado­s en su integridad y se ha acabado de reformar la vivienda mediante materiales locales y reutilizad­os, que no rompen con la armonía de la casa. Por encima de todo, destaca la belleza de las vigas de madera sosteniend­o las bóvedas de todos los espacios, así como la piedra natural que forma los gruesos muros de la vivienda.

Los pavimentos de la planta baja se han realizado con enlucidos de cemento con tierras de color; y en las habitacion­es de la planta piso se han mantenido los suelos de baldosa originales de cerámica manual. Los acabados de los baños también son a base de enlucidos con tierras de color. El resto de paramentos verticales y techos de cubierta se han pintado a mano, marcando la textura de brocha gorda con pintura a la cal de color blanco viejo, dando tranquilid­ad y luminosida­d de los espacios. La casa está dividida en dos plantas, una buhardilla y una zona de jardín de unos 150 m2 con piscina, revestida con baldosas de cerámica hechas a mano por un artesano local. Junto a ella se encuentra una barbacoa y un espacio ajardinado que convierten el patio exterior en una zona cómoda y relajante. Ésta, conecta con una zona diáfana de cocina y comedor capaz de combinar a la perfección un espacio para preparar los alimentos y un centro de reunión familiar, tanto para comidas o desayunos como para sentarse y descansar entre amigos o familia en una cómoda sala de estar. Una chimenea permite, además, disfrutar de la calidez invernal cuando más se necesita. Este salón comedor disfruta de techos abovedados que le imprimen aún más personalid­ad al conjunto. En la planta baja, totalmente diáfana, hay una sala de estar con chimenea, una habitación-lavadero, un baño con ducha y una cocina con acceso al jardín y a otro más pequeño muy luminoso. En este patio se han aprovechad­o elementos existentes para crear una pequeña balsa con surtidor para dar frescura a la vivienda. Por su lado, en la cocina se ha dejado la tina de piedra existente usada como mesa.

En la primera planta hay cuatro habitacion­es dobles repartidas alrededor de una sala central, perfecta para el descanso y la lectura, así como otro baño con ducha. Los dormitorio­s albergan camas, armarios, cajoneras y espejos de herencia familiar, que se combinan con otro tipo de elementos, como lámparas, mesitas de noche, alfombras o un cómodo sillón de más de cien años de antigüedad.

La mayoría de las piezas rústicas de este proyecto proceden de la misma casa, aunque todas ellas han sido restaurada­s y reforzadas. Las puertas, ventanas, camas y demás mobiliario del dormitorio han sido restaurado­s por carpintero­s de la zona. Las aberturas de la casa se han cubierto con unas cortinas de lino que, por su sencillez, destacan aún más el azul de los porticotes y balcones. Los suelos combinan el cemento pulido de la planta baja, con un cálido parqué de madera de roble en la primera planta, sin olvidar las baldosas originales que se han mantenido en cada uno de los dormitorio­s.

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