Casa rural
Caballerizas para vivir a gusto
Can Figura es una casa rural construida a finales de siglo XIX situada en Sant Climent Sescebes, un pequeño municipio de la comarca del Alt Empordà, y en medio del triangulo formado por el Paraje Natural de la Sierra de la Albera, en los Pirineos, la Costa Brava y la llanura del Empordà. Una cuadra de animales ahora es una magnífica residencia.
En esta casa de pueblo la planta baja estaba destinada a cuadras para animales y a la prensa de aceite, y la planta piso a la cocina y varias dependencias. La reforma plantea la planta baja como zona de día incorporando la cocina, la sala de estar, comedor, baño y lavadero. Inicialmente, era una casa de pueblo formada por dos plantas; la baja destinada a cuadras para animales y a la prensa de aceite; y la planta piso donde se hallaba la cocina y varias dependencias. La reforma, por parte del arquitecto Ferran Prats Auquer, de Auquer i Prats Arquitectures, plantea la planta baja como zona de día incorporando la cocina, la sala de estar, comedor, baño y lavadero. En la planta piso, se han mantenido las habitaciones existentes, se ha incorporado un baño y se ha transformado la antigua cocina en un estudio. Además, se conservan los elementos típicos de una casa de pueblo del siglo XVIII consiguiendo una excelente combinación entre la tradición y la historia de la casa con las comodidades propias de la modernidad de hoy en día. Se ha buscado respetar las estructuras originales y los materiales en crudo, añadiendo un toque de fantasía a todo el proyecto para reconvertir la vivienda en un espacio cómodo y funcional.
El uso del cemento pulido, el mantenimiento de la piedra original en lavabos y paredes, los acabados lisos y la decoración tradicional; evidencian una lectura desenfadada de un espacio tradicional. Los muros originales de piedra local han sido restaurados en su integridad y se ha acabado de reformar la vivienda mediante materiales locales y reutilizados, que no rompen con la armonía de la casa. Por encima de todo, destaca la belleza de las vigas de madera sosteniendo las bóvedas de todos los espacios, así como la piedra natural que forma los gruesos muros de la vivienda.
Los pavimentos de la planta baja se han realizado con enlucidos de cemento con tierras de color; y en las habitaciones de la planta piso se han mantenido los suelos de baldosa originales de cerámica manual. Los acabados de los baños también son a base de enlucidos con tierras de color. El resto de paramentos verticales y techos de cubierta se han pintado a mano, marcando la textura de brocha gorda con pintura a la cal de color blanco viejo, dando tranquilidad y luminosidad de los espacios. La casa está dividida en dos plantas, una buhardilla y una zona de jardín de unos 150 m2 con piscina, revestida con baldosas de cerámica hechas a mano por un artesano local. Junto a ella se encuentra una barbacoa y un espacio ajardinado que convierten el patio exterior en una zona cómoda y relajante. Ésta, conecta con una zona diáfana de cocina y comedor capaz de combinar a la perfección un espacio para preparar los alimentos y un centro de reunión familiar, tanto para comidas o desayunos como para sentarse y descansar entre amigos o familia en una cómoda sala de estar. Una chimenea permite, además, disfrutar de la calidez invernal cuando más se necesita. Este salón comedor disfruta de techos abovedados que le imprimen aún más personalidad al conjunto. En la planta baja, totalmente diáfana, hay una sala de estar con chimenea, una habitación-lavadero, un baño con ducha y una cocina con acceso al jardín y a otro más pequeño muy luminoso. En este patio se han aprovechado elementos existentes para crear una pequeña balsa con surtidor para dar frescura a la vivienda. Por su lado, en la cocina se ha dejado la tina de piedra existente usada como mesa.
En la primera planta hay cuatro habitaciones dobles repartidas alrededor de una sala central, perfecta para el descanso y la lectura, así como otro baño con ducha. Los dormitorios albergan camas, armarios, cajoneras y espejos de herencia familiar, que se combinan con otro tipo de elementos, como lámparas, mesitas de noche, alfombras o un cómodo sillón de más de cien años de antigüedad.
La mayoría de las piezas rústicas de este proyecto proceden de la misma casa, aunque todas ellas han sido restauradas y reforzadas. Las puertas, ventanas, camas y demás mobiliario del dormitorio han sido restaurados por carpinteros de la zona. Las aberturas de la casa se han cubierto con unas cortinas de lino que, por su sencillez, destacan aún más el azul de los porticotes y balcones. Los suelos combinan el cemento pulido de la planta baja, con un cálido parqué de madera de roble en la primera planta, sin olvidar las baldosas originales que se han mantenido en cada uno de los dormitorios.