Asomada al paisaje
La casa del lago
La fotógrafa y decoradora María Giménez convocó a su amiga, la arquitecta Isabelle Firmin Didot, para un proyecto singular: construir una gran casa para los hijos e invitados. El fin era atraer a sus tres hijos creciendo y cambiando de hábitos al, hasta ese momento, pequeño refugio de descanso que disfrutaban ella y su marido en Pilar, a unos 60 km de la gran ciudad.
La gran laguna fue la principal fuente de inspiración, y entre las dos dejaron volar la idea original hasta llegar a su forma actual: Una casa de huéspedes con todas las comodidades para darle un espacio propio a los chicos y poder, además, sumar invitados. Con una inmensa veranda sobre el agua, un fenomenal livingcomedor una sala para mirar televisión y audiovisuales, pérgolas y habitaciones individuales con salida a la laguna y al magnifico parque de más de 10 hectáreas, suman a este hermoso campo una piscina, la casa de María y caballerizas. El proyecto del jardín corrió por cuenta de la paisajista Alejandra de Dominicis, quien logró un imponente jardín donde lucen cedros, álamos, fresnos, abedules, hortensias, un jardín de rosas y todas las variedades imaginables de jazmines y nardos. La decoración es obra de la propietaria María Giménez quien, además de dotar los cuartos con su eterno buen gusto, colocó parte de su colección privada de imágenes en blanco y negro que ella misma saca oficiando de fotógrafa. Distintos livings exteriores se armaron cerca de la laguna, la huerta, la zona de barbacoa, o el jardín de rosas ya que, desde la primavera pasando por todo el verano y principios del otoño, el campo es visitado todos los fines de semana para cortar con el ritmo vertiginoso de Buenos Aires.
Hay tres elementos en la casa que sumergen en la inspiración campestre: vajilla cerámica a la vista, una mesa de madera rústica y mucha luz natural. Detrás de la gran biblioteca del ambiente principal se encuentra el living de la T, que ofrece un espacio más adecuado para leer o mirar una película.
La idea original era hacer una casa para los más jóvenes pero el proyecto terminó por convertirse en un espacio de encuentro para toda la familia. Geográficamente Pilar está muy cerca de la ciudad, pero la relajación es total, aquí se puede jugar al tenis, salir a remar por la laguna, leer en la galería, hacer caminatas… Al ser un lugar muy grande en proporciones, es posible recibir muchos invitados y así poder disfrutar de la naturaleza en estado puro. Para los muebles y distintos accesorios de la casa, María recurrió a mercados de anticuarios y diseñadores argentinos como Laura Orcoyen y Didot, y muchos objetos traídos de viajes a Francia, España, Inglaterra y Estados Unidos. Hoy en día saben que lograron su objetivo al tener un refugio cerca de la ciudad y poder disfrutar con la familia y amigos del inigualable campo argentino.