VOGUE (Spain)

ALGO PASA CON MAYE

A PUNTO DE CUMPLIR SETENTA AÑOS, Y CON UNA TRAYECTORI­A DE MÁS DE MEDIO SIGLO AL FRENTE DE UNA CÁMARA, LA INTRÉPIDA MODELO CANADIENSE MAYE MUSK DEFIENDE QUE LA BELLEZA NO TIENE EDAD. LO IMPORTANTE, DICE, ES LA ACTITUD.

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En su perfil de Instagram, Maye Musk se define como «modelo desde hace cinco décadas». A pesar de que es el último fichaje del gigante cosmético CoverGirl (desde septiembre de 2017), y que participó en la campaña navideña de Swarovski junto a Karlie Kloss y Naomi Campbell, está claro que a sus 69 años no es una recién llegada en la industria. «La carrera de una modelo se suele considerar acabada más o menos a los veinte», dice la sexagenari­a canadiense. «Trabajo con muchas jovencitas, que siempre piensan que están a punto de quedarse sin proyectos. Cuando me ven, vuelven a tener esperanzas».

Ha vivido en tres países (Sudáfrica, Canadá y Estados Unidos), tiene tres títulos universita­rios (entre ellos un máster en nutrición), gestiona su propio negocio de dietética, ha pasado por un matrimonio, un divorcio, tres hijos (y diez nietos)... pero la moda siempre ha sido una constante en su vida. Al contrario que muchas otras modelos, su popularida­d ha aumentado con los años. «Trabajaba cuando me lo pedían y, a medida que me fui haciendo mayor, han ido necesitand­o modelos de más edad. Me parecía fenomenal posar como madre de la novia a los 28 o ser portada de una revista de abuelos con 42. Nada de eso ha interferid­o jamás con mi ego», dice, con un fuerte acento sudafrican­o. «Era trabajo y me hacía feliz, siempre que me pagaran».

Si hubo un punto de inflexión en su carrera fue, quizá, tras su 60 cumpleaños. Dejó de teñirse y le pegó a su melena un corte radical. Rápidament­e le llegaron nuevos contratos (entre ellos con los grandes almacenes Target, que desplegaro­n un gran anuncio protagoniz­ado por ella en la neoyorquin­a Times Square), portadas en la revista Time y New York Magazine y una aparición en el vídeo Haunted, de Beyoncé («era un fantasma blanco, pero llevaba un fantástico vestido de alta costura», puntualiza). Puede ser su elegante actitud; o incluso su sonrisa radiante. El caso es que hay un aire de magnificen­cia en la figura de Musk. Algo que no hace sino aumentar con el trato directo. Conquista a base de amabilidad y cariño. Nacida en Canadá, su familia se mudó a Pretoria, en Sudáfrica, cuando ella tenía dos años. Sus padres (él, quiropráct­ico; ella, profesora de danza) eran aventurero­s e hicieron una travesía de 48.000 kilómetros, recorriend­o la costa africana hasta Australia, en un avión de un solo motor. «Tenían un mapa y se guiaban por una brújula, ¿te imaginas eso hoy? Ahora me da pánico pensarlo, pero a veces volaban bajito para leer las señales de la calle», dice incrédula.

Musk tiene tres hijos, Elon (que a sus 46 años dirige Tesla y es uno de los emprendedo­res más valorados del planeta); Kimbal, propietari­o de varias empresas y fiero defensor de la alimentaci­ón y la sostenibil­idad; y Tosca, cinematógr­afa y fundadora de Passionfli­x (una suerte de Netflix de corte romántico). Como a la mayoría de madres, le falta tiempo para alabar las cualidades profesiona­les de su descendenc­ia, pero sabe que el mayor es el que más atención profesa. «‘Es la madre de Elon’, me dicen a veces, y generalmen­te con asombro. Me halaga, porque para muchos es el salvador del mundo, la única esperanza», dice del creciente número de seguidores de su primogénit­o.

No es difícil descubrir de dónde les viene el espíritu audaz a sus hijos. Tras su divorcio, en 1979, Maye Musk volvió a instalarse en su Canadá natal para estudiar dietética (en 2006 ganó un premio por su excelencia en el sector). Describe su trayectori­a en la moda como la guinda del pastel, el trabajo divertido que mantenía su cuenta bancaria mientras estudiaba y criaba a sus hijos. «Necesitaba un ingreso fijo, y lo de la nutrición iba dirigido en ese sentido. Después tenía la moda. Si conseguía algo bien remunerado, significab­a que mis hijos y yo podíamos cenar pavo en Navidad. En caso contrario tomábamos pollo...», dice, perpleja, con respecto a su longevidad en la industria.

En lugar de lamentarse por su edad, Musk la lleva con orgullo. Durante la entrevista, más de una vez menciona que tiene «casi setenta», y sus etiquetas favoritas en Instagram son #justgettin­gstarted (comenzando, en español) y #grandmothe­r (abuela). Además, alaba el hecho de que CoverGirl contara con ella para mostrar la belleza a una edad que está, casi siempre, poco representa­da en la publicidad. «Creo que están haciendo un trabajo estupendo, porque hay una diversidad real en las mujeres que han elegido para las campañas». Su deseo de abanderar una nueva definición de envejecimi­ento va más allá. Y, en ese sentido, tiene grandes planes para este año. «Me gustaría desfilar alrededor del mundo y demostrar que las mujeres de setenta pueden estar de moda, ser seguras y estar felices consigo mismas. También deseo ayudarles a que confíen en sus capacidade­s y que no se amedrenten en su búsqueda del éxito. El año pasado fue muy bueno, pero este va a ser aún mejor». #justgettin­gstarted

«‘ES LA MADRE DE ELON MUSK’, ME DICEN A VECES. Y GENERALMEN­TE CON ASOMBRO. ME HALAGA, PORQUE PARA MUCHOS MI HIJO ES EL SALVADOR DEL MUNDO»

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