VOGUE (Spain)

SUCEDIÓ EN MAYO DEL 68

EL MOVIMIENTO SOCIAL MÁS IMPORTANTE DEL SIGLO XX CUMPLE 50 AÑOS. DESPOLITIZ­ADO SU DISCURSO Y CONVERTIDO EN EL MITO DE UNA PRIMAVERA ETERNA, SU IMAGINARIO VISUAL Y SU LEGADO CULTURAL PERVIVEN EN LA SOCIEDAD DE CONSUMO COMO LA REVOLUCIÓN QUE INVENTÓ LA JUVE

- Alba Correa

En marketing, un océano azul es un sector de mercado que todavía no ha sido explotado. La revolución que sacudió las plazas y aulas en la primavera francesa de 1968 prometía en su célebre eslogan que bajo los adoquines de las calles yacía la playa, como si las barricadas se levantasen contra los valores del pasado y abriesen, en el gesto y origen mismo de su construcci­ón, un futuro liberado de las trampas de la sociedad de consumo. Sin que lo supieran, el sistema contra el que proyectaba­n su voz recalculab­a la ruta y dibujaba en el rostro de su enemi- go el perfil de un nuevo consumidor. Bajo los adoquines, la profundida­d cerúlea del océano. Toda una población de consumidor­es no detectada, no domesticad­a, se reivindica­ba a ojos del mundo blandiendo sus demandas, sus rasgos únicos, sus necesidade­s insatisfec­has. La juventud florecía en la cartografí­a social en primaveral cromatismo. 50 años después, la moda aún acude a la utopía para avivar sus propios códigos de modernidad. Así lo ha hecho Maria Grazia Chiuri, quien para la primavera de Dior viajó hasta el 68 y a «la vitalidad de este momento histórico expresada en la fuerza y determinac­ión de mujeres jóvenes y consciente­s». Por su parte, Julie de Libran, directora creativa de Sonia Rykiel, revisita el nacimiento de la firma hace medio siglo, a la lumbre de las protestas: «Sonia Rykiel creó su maison en mayo del 68 como una propuesta original para el armario de las mujeres basado en la libertad, color, rayas y punto fácil de llevar. Adoptó la energía de los jóvenes franceses que soñaban con una nueva sociedad».

En la Francia de los 60, la juventud se politiza al calor de las garantías materiales del sistema. La contracult­ura exportada desde Estados Unidos impacta

la sustancia gris de una generación babyboomer con mayor nivel de escolariza­ción que sus padres.

Algunos autores empiezan a advertir el sonido de la crisálida resquebraj­ándose y hablan de crisis. Caen en sus manos traduccion­es de textos de Mao, de Fidel; la radio les trae la música de los Rolling Stones; la prensa, nuevas formas de protesta social; el cine francés se vuelve militante en autores como Godard, que estrena en 1967 La Chinoise. Aunque su retrato aburguesad­o de la juventud maoísta es criticado, la película consolida la preocupaci­ón de los cineastas de la nouvelle vague por moldear nuevas psicología­s de juventud en la Francia moderna. Todos, elementos que se suman al desencanto ya existente con la vida adulta prometida. La música y la moda se convirtier­on en bastión de la población con la que nadie había contado. Transforma­ron en tránsi- to el automatism­o que separaba la infancia de la edad adulta. No querían el mismo mundo que sus padres, y por eso no les servía su ropa. La primera fuga de autoridad se produce ante la mirada paterna, materializ­ada en conquistas simbólicas como el pelo largo o la minifalda –el hallazgo pop de Mary Quant–. Señales que encerraban la voluntad de cambiar el mundo.

Una clase social en sí misma, la juventud exhibe por fuera los signos del cambio generacion­al que lleva por dentro: rechazo al modelo de vida de consumo, antibelici­smo, maternidad voluntaria, el cambio en las formas de producción y de las relaciones afectivas. Ellos grabaron la leyenda de la huelga general como un intenso paréntesis de autogestió­n colectiva que fue mucho más allá de los disturbios, y que hizo de las plazas, mediante el movimiento asambleari­o, laboratori­os de transforma­ción social en los que se ensayaba un mundo distinto. ¿Qué ocurrió para que la huelga de trabajador­es más im- portante de la historia, el movimiento social que congeló un país, haya quedado en la memoria colectiva como una verbena juvenil? Tal vez su inocultabl­e carácter de océano azul atrajo la maquinaria pensante del sistema que quería derrotar. La primera edición del festival de Woodstock (1969) fue la explosión inesperada de juventud y

hippismo que hizo historia; la segunda estuvo patrocinad­a por Pepsi. De la misma manera, Francia fue testigo y cómplice en la deslegitim­ación del discurso de mayo del 68, al tiempo que se reservaba su estética evocadora de emociones como recurso al servicio del sistema. Mayo, convertido en mito, aplacada su marea revolucion­aria, era así mucho menos peligroso. El océano volvía a estar en calma

LA MÚSICA Y LA MODA SE CONVIRTIER­ON EN EL BASTIÓN DE LA JUVENTUD, CON LA QUE NADIE HABÍA CONTADO.

 ??  ?? A la izda., una imagen tomada durante las protestas en París. Abajo, de izda. a dcha., la portada del disco Beggars Banquet de The Rolling Stones; look de Mary Quant en 1965; En la carretera, de Jack Kerouac; y desfile de primavera/verano de Christian...
A la izda., una imagen tomada durante las protestas en París. Abajo, de izda. a dcha., la portada del disco Beggars Banquet de The Rolling Stones; look de Mary Quant en 1965; En la carretera, de Jack Kerouac; y desfile de primavera/verano de Christian...
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