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ISABEL MARANT, ICONO DE LA MODA PARISINA, IRRUMPE EN EL TERRENO DE LA COSMÉTICA DE LA MANO DE L’ORÉAL PARIS CON UNA COLECCIÓN NÓMADA, A BASE DE PRODUCTOS ESENCIALES PARA USAR EN CUALQUIER MOMENTO Y LUGAR. LA DISEÑADORA HA PLASMADO SU VISIÓN DE LA ELEGANCI
Genial!». Así de breve y categórica fue la respuesta de Isabel Marant cuando L’Oréal Paris le planteó crear una colección cápsula que trasladase al maquillaje todo lo que su nombre signi ca en el mundo de la moda. Tras la alianza con Balmain el pasado año, el gigante cosmético vuelve a repetir la experiencia de aliarse con otro de los grandes de la moda, siguiendo una estrategia de colaboración creativa que promete convertirse en uno de los momentos más esperados de cada año. Este otoño, la diseñadora, que cuenta con una legión de seguidoras y en nuestro país levanta pasiones y devociones, aporta su característica visión y sus valores estéticos a una gama de productos que tiene mucho que decir. Basta con leer los envases. Esta francesa, con más de dos décadas de éxitos fuera y dentro de las pasarelas, ha dejado su impronta en el universo de la belleza; y quizás no sea la última vez: «La idea me seduce», dice. Lo estábamos deseando. ¿Cómo has vivido esta aventura cosmética? ¡Ha sido súper! Me siento muy orgullosa. Después de la línea con Balmain, que L’Oréal me llamase a mí, ha sido fantástico. Son dos visiones de la belleza muy diferentes. De hecho, cuando uno piensa en Isabel Marant no piensa necesariamente en maquillaje, porque suelo presentar una mujer muy natural en mis des les. Pero tenía ganas de crear una especie de colección nómada y fácil de usar, compuesta por esos pequeños secretos que todas llevamos en el bolso y nos permiten pasar de la o cina a una cena o incluso convertirnos en una pin up de la noche. Es una gama muy sencilla, pero con colores de labiales muy precisos, que funcionen con cada tono de piel y cada personalidad: desde el nude hasta el rojo más provocador. Son productos de aplicación sencilla y gran versatilidad, que te dan buena cara. La máscara es transparente, abre los ojos y crea una mirada húmeda, pero sin manchar. Además, se puede utilizar también en las cejas. ¿Cuál es el principal desafío de este proyecto? Que la línea fuese su cientemente natural y sencilla. Lo que más tiempo nos llevó fue dar con los tonos de labiales y conseguir los rojos. Tuvimos que hacer una re exión sobre las distintas tipologías de mujer, sus orígenes y etnias, te- niendo en cuenta que el color reacciona según la base de los labios. Para reajustar el matiz también había que pensar en la posibilidad de mezclar dos tonos. ¿Qué mensaje de fondo comparten la moda de Isabel Marant y esta colección? Apela a las mujeres que se perciben seguras, que se cuidan pero no necesitan pasar horas maquillándose ni arreglándose, porque saben que ese atractivo emana de un simple gesto, una sonrisa o una mirada. El papel del maquillaje es importante, como forma de expresión, pero creo que abusar del mismo es una especie de suicidio. Sobre todo, a medida que cumplimos años. Por un lado, una debe conocerse bien para saber lo que debe destacar. Quienes no se conocen o carecen de con anza en sí mismas, suelen exagerarlo y eso no queda bien. Sé que es más fácil decirlo y no todos tenemos la suerte o la misma capacidad de verlo así, pero pienso que sonreír y ser simpática ayuda mucho en la vida, más que ser guapa. ¿ Dirías que aún seguimos bajo la tira
nía de la belleza y de la juventud? No te puedo decir que no, porque todavía eso es algo que nos hace soñar. En cierta forma yo me siento algo culpable, porque en mis des les salen chicas de 1,80 m y que suelen ser muy jóvenes. Estamos aquí también para salir de una cierta realidad. Más allá de esto, se observa una tendencia creciente hacia la diversidad y eso se ve ya en la publicidad, por ejemplo, que se ha abierto a mujeres maduras y diferentes, como una suerte de reacción a ese culto a la juventud.
¿Crees que la belleza sigue los pasos de la moda a la hora de apoyar la actual corriente feminista? El feminismo siempre
existió y en ciertas épocas, como en los años sesenta o incluso en los veinte, fue más fuerte. De todas formas, no creo que la moda haya ayudado mucho... Todavía hay creadores que presentan a la mujer como un objeto de seducción, banalizando la imagen femenina. No obstante, es verdad que estamos ante un empoderamiento femenino. La mujer se ha vuelto más activa y legalmente juega en igualdad de condiciones. Asistimos a una liberalización del discurso femenino, que es esencial, porque incluso si se piensa que esto es lo normal, aún hay diferencias abismales. En moda, quizás, esto sea una excepción ya que las modelos chicas están mejor pagadas que los hombres, pero mira en el cine... Cuando oí a Carole Bouquet constatar esa brecha salarial, casi me caigo de la silla. Me parecía inconcebible que pudiese suceder en los países occidentales, pero es una triste realidad. ¿Qué te molesta del mundo de la moda? ¡Muchas cosas! (risas). No, en serio, me encanta la moda. Somos como esponjas que absorbemos todo lo que nos rodea y lo traducimos, a veces antes de tiempo. Como en todas partes, hay un microcosmos de personalidades, con cosas buenas y malas. Yo me siento bastante resguardada de algunas de ellas. Trabajo mucho en mi despacho. El espacio que comparto con este universo es cuando hago un
des le. Y tengo que decir que poder trabajar con modelos, fotógrafos y periodistas lo vivo como una especie de esta. Hay quien piensa que preocuparse por la apariencia, utilizar maquillaje, ponerse un vestido sexy o unos zapatos de tacón contradice los principios propios del femi
nismo... ¡Para nada! No estoy de acuerdo con esa idea. No hay que hacer un mundo de todo. A mí me encanta que eso exista. Nunca menospreciaría lo que hacen algunas mujeres aunque no vaya conmigo. Eso me pasa, por ejemplo, con la cirugía estética. Veo muchos casos que no me gustan, pero no me molesta. De hecho ¿quién no se ha mirado alguna vez al espejo y ha fantaseado con cambiar algo de su físico? Tiras de aquí, subes de allá, y piensas ¿por qué no? Luego, veo los resultados en otras y la tentación se me va. En cualquier caso, me pre ero con mis arrugas.
A sus 51 años, Isabel Marant asegura sentirse muy bien consigo misma. En general, dice, el tiempo ha sido benévolo con ella y el haber tomado conciencia de ser un referente para muchas jóvenes no deja de fascinarla: «Hace poco, unas chicas me dijeron que era un modelo para ellas, que las había liberado. Ese comentario me hizo mucha ilusión. Y si a través de mi carrera puedo dejar huella, me llena de orgullo»