JUNTAS, SACANDO PECHO
LA DETECCIÓN TEMPRANA SE HA CONVERTIDO EN LA PRINCIPAL ARMA PARA VENCER AL CÁNCER DE MAMA, EL QUE MÁS INCIDENCIA TIENE SOBRE LA POBLACIÓN FEMENINA Y UNO DE LOS QUE MEJORES TASAS DE SUPERVIVENCIA PRESENTA.
El cáncer de mama continúa siendo el más frecuente en la mujer (supone el 28,5% de todos los tumores diagnosticados en la población femenina, según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer). También es uno de los que mejores pronósticos presenta: «Cinco y diez años después, sobrevive entre el 80 y el 90% de las afectadas», dice el oncólogo Jordi Estapé, director de la Fundación para la Educación Pública y la Formación en Cáncer (FEFOC). Cada año, desde hace más de 20, esas cifras mejoran en 1,4%. «La prevención no acaba de funcionar (se sabe que el estado físico y el consumo de alcohol son factores a tener en cuenta, pero falta mucho por investigar), pero el diagnóstico precoz sí que ha resultado ser de gran ayuda», de ende Estapé.
En 1995 tan solo siete comunidades autónomas ofrecían programas de cribado poblacional en cáncer de mama (inaugurado en España en 1990). Hoy en día, pasan por consulta en busca de una detección precoz prácticamente todas las españolas entre 45 y 70 años. Según con rma Marta Blanco, experta en oncología de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), gracias a esto, la mortalidad disminuye, como mínimo, en un 20%. «Cuanto antes se identi ca, mejor es el pronóstico, y menos agresivos son los tratamientos que se emplean», expone el doctor Miguel Martín, presidente del grupo GEICAM de Investigación en Cáncer de Mama. Se estima que la participación femenina en estos cribados ha reducido la mortalidad en un 20%. «Hoy en día, el 95% de los cánceres de mama se descubren en etapa operable y potencialmente curable», de ende Martín. El historial familiar también puede ayudar a dar pistas. Si hay antecedentes –o, lo que es lo mismo, un pariente próximo con cáncer de mama en edad inferior a 40 años; o mama y ovario en la misma paciente; tres cánceres de mama en familiares de primer y segundo grado...– lo recomendable es acudir a una Unidad de Consejo Genético para una valoración exhaustiva (radiólogos, cirujanos oncológicos, clínicos especialistas en cáncer familiar, psicólogos...). «Sin embargo, tan solo un 5% de los casos son hereditarios. Es decir, que se nace con un mutación de un gen especí co que tiene predisposición a desarrollar la enfermedad», explica Ana de Lara, directora de la Unidad de Cáncer de Mama Familiar del Centro de Patología de la Mama - Fundación Tejerina.
«Un diagnóstico de cáncer o una recurrencia suele llegar siempre de im- proviso. Y las pacientes necesitan seguridad. El oncólogo ha de generarles con anza, debe ponerse a su disposición un psicooncólogo si fuera necesario (para que aprendan a afrontar la enfermedad) y permitirles oír los consejos prácticos de las enfermeras», interviene la doctora Ana Casas, superviviente de cáncer de mama y responsable de la Fundación Actitud Frente al Cáncer. «También es el momento de hacer un viaje interior de reencuentro personal. Se sale fortalecida. Esto no se elige, pero una vez que ha llegado hay que aprender a vivir con ello», sentencia.
«Hay muchas cosas que se saben después de superar la enfermedad y preferirían saberse antes», dice la psicooncóloga Tania Estapé, de FEFOC, que ha creado grupos de terapia individual y grupal para las supervivientes. «El 99% se queja de fatiga, entre el 20 y 30% aluden a problemas de circulación causados por un linfedema. Otras insisten en que sufren pérdida de memoria tras las sesiones de quimioterapia ( en inglés) . Y el 62% padece de sobrepeso», enumera Estapé. Las relaciones familiares y la autoimagen también pueden resentirse durante y después del tratamiento, de ahí que los grupos de apoyo sean importantes. «No se puede olvidar nunca que uno no puede elegir lo que le pasa, no puede evitar la enfermedad, pero sí que puede elegir la actitud con la que se enfrenta a todo el proceso», naliza la doctora Casas