VOGUE (Spain)

DOS MÁS UNO

Veronika Heilbrunne­r, Justin O’Shea y su bebé Walter.

- Fotografía PABLO Z AMORA Realizació­n MARTA B AJO Texto C ECILIA C ASERO

El día que se hicieron las fotos que ilustran este reportaje no había ni rastro de una nanny aplicada que arrullara al pequeño Walter si lloriqueab­a mientras sus padres se preparaban para la sesión. Aquel día en el estudio solo acompañaba­n a Veronika Heilbrunne­r (Múnich, Alemania, ), Justin O’Shea (Toowoomba, Australia, †) y al bebé de ambos, la abuela y el tío paterno del pequeño, que habían viajado desde el país natal de los O’Shea hasta Berlín –donde vive la familia– para estar unos días juntos y que, sencillame­nte, se habían desplazado también hasta España para pasar más tiempo con ellos. Como cualquier otra familia. Mientras el equipo se afana en las fotos, con la abuela la conversaci­ón enseguida deriva, como no podía ser de otro modo, hacia a quién se parece más Walter («tiene los ojos de Justin, pero la nariz y la boca de Veronika», dice mientras el pequeño duerme plácidamen­te en sus brazos) y con el tío, con hijos más crecidos, el tema estrella pasa por cómo lidiar con preadolesc­entes en casa. Como cualquier otra familia. Al fondo, bajo un lucernario que les baña de luz natural remarcando su halo de seres tocados por la varita mágica de la belleza y el estilo personal, la pareja se mira como se miran las personas que se quieren, opinan sobre sus looks en cada cambio, juegan con Walter y tiran de su registro personal para relacionar­se con todo el equipo: dulce, cercana y serena Veronika; divertido, socarrón y un poco gamberro Justin. Cada uno en su papel. Como cualquier otra familia.

En las distancias cortas ambos impresiona­n bastante. Y ahí es donde puede que no sean como cualquier otra familia. Veronika es altísima y tiene una mirada azul que, lejos de ser fría, te envuelve mientras te habla haciéndote sentir que no hay nadie más en el mundo en ese preciso momento. Justin es... Justin. No desaprovec­ha ni un solo momento para hacer bromas –con Walter incluido– y se nota que está cómodo en su papel de outsider en una industria que, en contra de lo que pueda parecer, tiende por naturaleza a la estandariz­ación. Tan distintos por separado y tan complement­arios juntos. Además de ser una de las parejas más atractivas del panorama del street style global, ambos tienen un currículum bastante brillante por separado. Justin fue director de compras de la tienda multimarca de lujo MyTheresa y después fue el director creativo de Brioni por un breve lapso de tiempo (en el que le dio tiempo a sacudir los cimientos de la casa italiana con una campaña publicitar­ia protagoniz­ada por Metallica, una de sus bandas favoritas) para recalar en el que ahora es su proyecto más personal: su marca de moda masculina SSS World Corp. Veronika fue editora de moda, fundó la web Hey Woman y ahora ejerce de embajadora de ciertas marcas del sector a las que también asesora. El primer encuentro entre ambos se produjo hace unos años en el showroom de Acne Studios en Múnich y esa misma tarde se marcharon juntos a un oscuro pub cercano a tomar algo. «A pesar de que fuera aún era de día», apostilla Veronika para remarcar la naturaleza un tanto bizarra de aquella primera cita. En aquel momento ambos vivían en la ciudad alemana y mantuviero­n el contacto, pero no fue hasta algún tiempo después cuando lo suyo se oficializó. Hay una anécdota que

refleja bastante bien el tipo de relación que tienen. Cuando aún no llevaban mucho tiempo saliendo se dirigían a un desfile en metro y Veronika llevaba un maravillos­o vestido de Valentino con zapatillas, pero tenía un par de zapatos de tacón guardados en el bolso para cambiarse al llegar. Justo cuando iba a hacerlo Justin la disuadió y le dijo que con las sneakers quedaba mucho mejor. «¿Con zapatillas? ¡Es un Valentino!», recuerda Veronika que le respondió escéptica. Pero venció su incredulid­ad y confió en él, desde entonces y para siempre. De hecho, esa mezcla de prendas deportivas con otras más sofisticad­as fraguada de manera accidental se ha convertido en una de sus más poderosas señas de identidad estilístic­amente hablando. «Él siempre quiere lo mejor para mí y es ‹ŒŒ% honesto. Esa es una de las muchas cualidades que adoro de él. Me llevó algo de tiempo acostumbra­rme a tener un novio que opinara sobre mi ropa, pero ahora lo recomiendo muchísimo», dice sin evitar que se le escape la risa.

Desde aquella invitación a dejar de lado cualquier rastro de artificio para entregarse a lo genuino todo ha cambiado bastante. Para empezar, han abandonado la tranquilid­ad, la perfección y la inviolabil­idad del número dos para entregarse al caos, las aristas y lo impredecib­le del tres. Dicho en otras palabras: donde antes eran Veronika y Justin, ahora son Veronika, Justin y Walter. «Todo ha cambiado, pero para mejor. Me molestaba mucho cuando la gente me decía que todo iba a cambiar cuando naciera el bebé. Y ahora entiendo que lo decían en el buen sentido. He aprendido lo que se siente cuando tienes miedo. Y aunque eso no era algo que quisiera saber, entiendo que es parte del trato», reflexiona ella. Heilbrunne­r tiene una columna en la edición alemana de Vogue llamada Life with Walter en la que narra cómo es su vida desde que es madre, un relato realista, sincero y nada complacien­te regado con una buena dosis de humor. «Es difícil compaginar ser madre con tener una carrera profesiona­l, porque quieres pasar cada segundo con tu bebé. Pero creo que todo es factible. Tienes que ser un genio multitarea (¡bravo por todas las mamás que trabajan!), pero a veces siento que hasta ahora mi trabajo me estaba entrenando para esto. Durante las horas que dedico a trabajar –cuando uno de los abuelos se queda con Walter para ayudarnos, cuando recurrimos a una niñera durante unas horas o simplement­e cuando él está dormido por la noche– estoy muy concentrad­a y soy más eficaz que nunca. Sin duda tendré que viajar mucho menos, pero no pasa nada, fue divertido, pero también agotador. Así que estoy feliz de estar más y durante más tiempo en el mismo sitio», reconoce Veronika. Una facilidad natural para la optimizaci­ón del tiempo y el esfuerzo que comparte con Justin. «Estoy mucho más centrado en el trabajo. Especialme­nte desde el punto de vista creativo. El exceso de ruido que solemos tener en la cabeza ha desapareci­do. Ahora tengo una visión mucho más clara de lo que quiero hacer. Mis prioridade­s también han cambiado. Mi familia es lo más importante y todo lo que hago es para conseguir que esa parte de mi vida sea perfecta». Un discurso que solo hace subrayar lo que se ve a simple vista. Justin y Veronika están pendientes el uno del otro –y de Walter– en todo momento. Es como si esa transición del dos al tres hubiese sido una ampliación espontánea de esa burbuja nítida, irrompible e hiperestét­ica en la que se han instalado. Un triángulo equilátero perfecto.

Después de un rato con ellos queda bastante claro que la versión de la familia expuesta en redes sociales –donde todos nos convertimo­s en curators de nuestra propia vida– es bastante fiel a la realidad. Tanto Justin como Veronika tienen un perfil público en Instagram (en sentido literal y figurado), algo que han mantenido después de tener a Walter y que fue fruto de una decisión que adoptaron de manera conjunta, pero que no siempre ha sido entendida por todo el mundo. «Hablamos de ello, por supuesto», recuerda Veronika, «queríamos estar de acuerdo en esto. Pero llegamos a la conclusión de que era algo natural después de haber compartido fotos estando embarazada. Las redes sociales son solo un reflejo editado de tu vida y Walter es lo más importante en ella. Espero que no me demande cuando sea mayor», apunta divertida. Y volviendo a ponerse seria añade: «Cuando se trata de niños, la gente tiene opiniones fuertes. Lo entiendo, pero estoy un poco triste porque a menudo resulta agresivo y negativo. Sobre todo, siento que hay personas que no entienden que soy madre ahora, pero también que me sigue gustando la moda». A pesar de que publicar fotos de Walter en Instagram fue algo consensuad­o, solo Veronika lo hace. Justin, por su parte, prefiere mantenerse al margen. «No publico fotos de Walter en mis redes sociales. Pero es una decisión que tomé en solitario. Estoy feliz de que Veronika haga lo que quiera. Ella es mucho mejor que yo en Instagram, así que tiene todo el sentido», dice con su habitual sentido del humor.

La sesión acaba y la familia Heilbrunne­r-O’Shea al completo –padre, madre, hijo, abuela y tío– se marcha en una furgoneta de vuelta al hotel. En unas horas la pareja acudirá a la fiesta por el ¥Œ aniversari­o de Vogue España y Veronika aún no ha resuelto el tema de su vestido (finalmente optará por un mono verde hierba de Gucci con unas sandalias planas con calcetines, un look que solo ella es capaz de defender con el mismo espíritu cool y sexy como si fuera un vestido largo de paillettes). Pero absolutame­nte nada parece agobiarles. Tal y como ella reconoce en la última entrega de su columna: «Es alucinante cómo te conviertes en un equipo tan bien coordinado en solo unas semanas», refiriéndo­se a su perfecta –y germánica, claro– organizaci­ón durante las semanas de la moda. «Es como si nunca hubiéramos hecho otra cosa». Y ciertament­e parece que no §

«Mi familia es lo más importante y todo lo que hago es para conseguir que esa parte de mi vida sea perfecta» J U S T I N O’SHEA

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