VOGUE (Spain)

TENEMOS QUE HABLAR DE RACISMO

SER MUJER NEGRA EN ESPAÑA YA ES UN FENÓMENO EDITORIAL SIN PRECEDENTE­S EN NUESTRO PAÍS. SU AUTORA, LA ACTIVISTA ESTÉTICA DESIRÉE BELA-LOBEDDE, NOS PONE ANTE EL ESPEJO DE LA DISCRIMINA­CIÓN SUTIL Y COTIDIANA.

- Rafa Rodríguez

Quiero mantener contigo una conversaci­ón sobre racismo. Se me hace necesaria, y creo que a ti también». Que a estas alturas del partido alguien señale la urgencia de (re) abrir un diálogo que la mayoría da por zanjado, o casi, no puede decir nada bueno de una sociedad. El problema se explica por sí solo en la frase anterior: la mayoría, he ahí la cuestión. Blanca, claro, y, a este lado del mapa geopolític­o, eurocéntri­ca. Ojo, porque somos todos nosotros, los fascinados por ‘lo exótico’, bailando por reguetón, con la ‘inclusión’ que no se nos cae de la boca. Nosotros, los de ese «¿racista yo?», que siempre termina por d elatarnos. No es fácil, pero hay que d arse c uenta. « Vivimos en una estructura muy férrea, que marca unos valores determinad­os y que deja fuera a mucha gente, a otras formas de hacer que también son válidas. Para mantener esa hegemonía, quienes detentan la mayoría tienen que seguir apretando las tuercas constantem­ente. Así se consigue sostener la ilusión de que el sistema funciona», expone Desirée Bela-Lobedde, m ujer, e spañola y afrodescen­diente, a la que le urge poner las cartas de la discrimina­ción sobre la mesa.

Pensadora, e nsayista y comunicado­ra fogueada en la blogosfera (con su bitácora Diario de la Negra Flor y su pertinente canal de YouTube), Desirée Bela-Lobedde lleva destapando desde 2011 esos lugares comunes que perpetúan los comportami­entos racistas aun con su aparente inocuidad. «Cuando identifica­mos el racismo solo en su expresión máxima, como la agresión verbal o física que puede llegar al asesinato, y no nos planteamos que esa manifestac­ión última es la consecuenc­ia de una serie de creencias y estereotip­os, tenemos un problema», explica. «Semejante extremo tapa todas esas actitudes que pasan desapercib­idas por c otidianas, t an a rraigadas q ue c onsiguen q ue no se vean o incluso se nieguen: ‘Es que esto siempre ha sido así’ o‘es que te quejas porque tienes la piel muy fina’, te dicen». Con la ‘fragilidad blanca’ hemos topado. «¿Cuánto tiempo llevas aquí?», «¿por qué hablas tan bien español?», «¿de dónde es una belleza tan exótica como tú?» s on e se t ipo de c uestiones, i nofensivas en la superficie, que Bela-Lobbede (Barcelona, 1978) no se cansa de desenmasca­rar. Un compromiso con su propia identidad que le ha valido la consabida etiqueta de activista, afro y feminista, que en realidad no es otra cosa sino a lo que te aboca contar tu verdad. Sobre todo ahora que ha pasado a mayores con Ser mujer negra en España (Plan B), ensayo autobiográ­fico de pertinente alcance sociocultu- ral. «Nunca fue mi intención convertirm­e en autora. Hasta que, un día, hablando con la empresaria Bisila Bokoko, la que fuera directora de la Cámara de Comercio española en EE.UU., valenciana y, como yo, de familia originaria de Guinea Ecuatorial, me dijo: ‘Tú lo que tienes que hacer es escribir un libro. Necesitamo­s material, un legado tangible’. El caso es que no conseguí arrancar hasta que comprendí que, para eso, necesitaba relatar qué significó para mí ser niña y adolescent­e, primero, y después, mujer adulta negra en mi país», concede. La bomba editorial estaba servida: apenas una semana después de su publicació­n, el pasado septiembre, ya se ultimaba la segunda edición. Y está ya por la tercera: «Sin proponérme­lo, ha aparecido en un momento en el que el afrofemini­smo está en alza, de ahí el interés. De repente, aquí estamos: mujeres negras y racializad­as, señalando una serie de hechos que nos pasan y que hay que considerar».

La autora es consciente de que, ahora mismo, plantearse desarmar el patriarcad­o euroblanco, clasista, racista y sexista resulta una misión casi quijotesca, pero sí que es posible p lantear s oluciones que, poco a poco, ayuden a deconstrui­r el sistema y a quienes forman parte de él (aunque crean que no). Su particular aportación, en ese sentido, pasa por la reconexión con la identidad afrodescen­diente a través de lo que denomina ‘ activismo estético’. «Estaba aprendiend­o a cuidar y tratar mi pelo y el de mis hijas, y comencé un blog para compartir la experienci­a. Pero cuando los comentario­s que recibo no están relacionad­os con el peinado, la marca o el producto de los que hablo, sino que las mujeres que me escriben verbalizan q ue están ganando confianza, que se miran de otra forma, que están reencontrá­ndose con sus raíces, te das cuenta de que va más allá, que se trata de una cuestión de identidad», refiere Bela-Lobbede, que ha descubiert­o en el pelo afro un símbolo de resistenci­a. Eso sí, que no le vengan con el cuento de la apropiació­n cultural: «Parece que dominar el tema te otorga de inmediato un máster en antirracis­mo. No digo que no sea importante hablar d e ella, pero hace que perdamos de vista temas más acuciantes: Ley de Extranjerí­a, la violencia que existe en los centros de internamie­nto, las persecucio­nes... Significar­se políticame­nte siempre r esulta más incómodo que hacerlo culturalme­nte» £

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 ??  ?? Desirée Bela-Lobedde, fotografia­da en Madrid, con chaqueta y pantalón, todo de Bimani 13; y turbante de Cecilia Wax.
Desirée Bela-Lobedde, fotografia­da en Madrid, con chaqueta y pantalón, todo de Bimani 13; y turbante de Cecilia Wax.

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