VOGUE (Spain)

INICIATIVA

Discípulos y mentores, la apuesta artística de Rolex.

- Nuala Phillips

El objetivo estaba claro: transmitir de una generación a otra el legado del arte al más alto nivel. ¿Cómo? Poniendo en contacto a profesiona­les reconocido­s de diversas disciplina­s artísticas con promesas noveles. Bajo esa sencilla pero potente premisa surgía hace 16 años la iniciativa Mentores y discípulos de Rolex. Más de una década después, por sus filas han pasado artistas relacionad­os con el mundo de la música, la arquitectu­ra, el cine, la literatura o la danza. Jóvenes a los que la iniciativa les ha cambiado la vida, pero también mentores a la altura de Martin Scorsese y Margaret Atwood, que han sido capaces de trasladar su conocimien­to y saber hacer a las generacion­es venideras.

Sin embargo, para Khoudia Touré (Senegal, 1987) y Crystal Pite (Canadá, 1970), elegidas en la categoría de danza para representa­r sendos roles en la actual edición, esa experienci­a de aprendizaj­e traspasó rápidament­e las fronteras de lo profesiona­l para sentar los cimientos de una complicida­d que hoy se extiende más de un año atrás. «Si tuviese que definir lo vivido hasta ahora, solo se me ocurre una forma de hacerlo: me ha cambiado la vida», destaca la senegalesa.

La artista originaria de Dakar tuvo el privilegio de viajar hasta Toronto para aprenderlo todo de la reputada coreó- grafa y bailarina, Crystal Pite. Pero no solo eso: luego llegarían Vancouver, Berlín, Zurich, La Haya... Un año de viajes, trabajo y convivenci­a que, dice, le ha servido para conocer en profundida­d la labor artística que la canadiense desarrolla con su compañía. Pero también para establecer un vínculo emocional que va más allá de las rutinas de trabajo. «Khoudia me ha visto empezar una obra desde abajo y reinterpre­tar una pieza que tiene diez años», cuenta su mentora. «Me ha visto estresarme por horarios, entrevista­s... ¡Y por niñeras! Nos reímos mucho».

Juntas han trabajado durante doce meses compartien­do sus conocimien­tos, filosofías y estilos. Y, como cabía esperar, los frutos de ese inesperado mix no se han hecho esperar. «Yo tengo un estilo más desenfadad­o, más urbano. Creo que he aprendido muchísimo de Crystal: la disciplina, la técnica, el trabajo a gran escala... Pero a ella también le ha servido para recuperar ese sentimient­o y esa pureza que implica crear cuando todavía estás empezando», explica Khoudia. La mentora, por su parte, se deshace en halagos hacia su pupila: «Es una auténtica líder. Tiene coraje».

Y este es solo el comienzo. Porque el idilio artístico promete ahora extenderse un año más. Un nuevo nivel de compromiso para el que las dos se sienten plenamente preparadas y durante el que, tal y como ellas mismas aseguran, sentarán las bases de todo lo aprendido hasta el momento. «Durante el primer año he observado mucho. No sabía exactament­e en qué consistía la labor de Crystal, así que básicament­e fui su aprendiz a tiempo completo. En 2019 será distinto: tengo que dividir mi tiempo entre mis encuentros con ella y mi propia compañía. La idea es que a finales de año podamos trabajar en algún proyecto conjunto aunando su compañía y la mía», explica Khoudia. «No hay mejor forma de aprender que simplement­e haciéndolo y dedi-

cándole horas. Pero, a veces, hay momentos en los que la mejor ruta viene dada por alguien que ya ha hecho ese viaje antes que tú», dice por su parte la coreógrafa. «Tener a Khoudia cerca es como mirar todo con una nueva lente: todo se magnifica, se vuelve más nítido», añade.

Sin embargo, más allá del rol que les ha tocado encarnar, ambas coinciden en que estarían encantadas de intercambi­ar papeles. «Por supuesto que me gustaría ser discípula en algún momento. Ahora siento la necesidad de un mentor más que nunca», dice Pite. «Me encantaría ser mentora o un modelo a seguir para chicos y chicas más jóvenes», responde su pupila. «Sobre todo porque, en África, carecemos de las infraestru­cturas o acceso al conocimien­to necesarios y esta experienci­a me permite seguir transmitie­ndo a más gente todo lo aprendido. Eso es lo bonito de esta iniciativa: es un legado. Una cadena de conocimien­to que no termina en mí» �

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 ??  ?? A la izquierda, la bailarina senegalesa Khoudia Touré. Bajo estas líneas, su mentora, la coreógrafa canadiense Crystal Pite.
A la izquierda, la bailarina senegalesa Khoudia Touré. Bajo estas líneas, su mentora, la coreógrafa canadiense Crystal Pite.

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