CÁPSULA
La colaboración de Mert & Marcus y Dsquared2.
Los hermanos Dean y Dan Caten tutelan el debut como diseñadores de los célebres fotógrafos Mert & Marcus al amparo de DSquared2. Resultado: una generosa colección cápsula, sin género y con la noche como referente, bautizada 1994, fecha crucial para los cuatro y la cultura juvenil underground.
Tanto la moda como la fotografía tienden a glorificar al genio solitario, el creador tocado por los ángeles que transmite su visión única e intransferible. Esa idea romántica (y muy poco generosa) obvia la realidad: que para entregar una buena foto, y no digamos ya una colección de moda, se necesitan muchas manos y no pocas cabezas. Los que trabajan en pareja parten de otro marco mental. Quizá por eso Dean y Dan Caten, los hermanos fundadores de Dsquared2, se entienden tan bien con Mert Alas y Marcus Piggott, el dúo de fotógrafos responsable de centenares de imágenes icónicas de las últimas tres décadas. Entre los cuatro han ideado campañas memorables, como cuando llevaron a Daphne Groeneveld y Bette Franke de vuelta al instituto, en 2013, o convirtieron a Bella Hadid y Kendall Jenner en diferentes versiones de Dolly Parton.
Un buen día, todos se pusieron a hablar de hacer algo. ¿Camisetas de Dsquared2 con las fotos de Mert & Marcus, quizá? ¿Un jersey? Y la cosa se les fue de las manos. Finalmente, los fotógrafos se han encargado de diseñar toda una colección para la marca. Cápsula, pero en absoluto pequeña. Hay sudaderas, prendas de sastrería, bombers, petos y una mochila plateada rotulada con DYMO. 1994, han bautizado el resultado de esta entente, porque fue en aquel año cuando se conocieron en Londres Alas y Piggott, un turco y un galés (ambos cosecha de 1971) que decidieron asociarse y empezar a disparar juntos. Mientras, en Italia, los hermanos Caten (Catenacci de nacimiento, en Toronto, 1964) presentaban la primera colección masculina de Dsquared. E n 1994 se estrenó Pulp Fiction. Todo el mundo se cortó el pelo como Winona Ryder en Bocados de realidad o como la Rachel de Jennifer Aniston en Friends. Había que escoger entre Blur y Oasis o pasar de todo y declararse fan de Hole. Al tiempo, Kate Moss y Mark Wahlberg convencieron a todo el mundo de que los perfumes ya no tenían género y de que sonreír estaba sobrevalorado. Y Londres, que hervía.
Alas y Piggott se quitan la palabra el uno al otro cuando recuerdan la época: «La ciudad estaba en un momento excitante entonces, y nosotros también. Daba igual dónde fuésemos, a una exposición de estudiantes de la Saint Martins o a un fiestón en el Este de Londres. Solíamos ir con Alexander McQueen a casa de Katy England. Tenía prendas del propio McQueen, claro, pero también de Margiela o Jean
Colonna. Buscábamos algo y empezábamos a jugar. Esa fue nuestra universidad, toda esa gente loca por la moda en una habitación».
Como el vértigo y el mareo, el éxito le sobrevino de golpe a tan talentosa pandilla, y con efectos secundarios: «Un día estábamos en un almacén con Lee, viéndolo bordar hasta las tres de la mañana, y a los dos días estaba en las revistas y desfilando en París». A ellos les sucedió lo mismo. Acababan de empezar a hacer fotos cuando les cayó la primera portada para Dazed & Confused. Por entonces ya hacían sus propias prendas. Las preparaban durante toda la semana para sacarlas por ahí el viernes. «Recuerdo una vez que Marcus llevaba unos pantalones plateados fantásticos con una camiseta blanca. Decidimos que tenía que teñirse el pelo de rojo. A mitad de la noche le empezó a caer a chorretones por el calor del club. La gente se le acercaba y le decía: ‘Me encanta tu camiseta’», se ríe Alas.
Todo ese frenesí nocturno se ha filtrado en su colección, mezclado con el espíritu que observan hoy en ciudades como Berlín. Hay, por ejemplo, un par de pantalones deportivos abiertos en el bajo y de pernera infinita. «Entonces molaban así; a las dos semanas, estaban destrozados. Partimos de ahí para hacer unos joggers como los que llevan ahora los chicos, pero con un giro», explican. «No queríamos que la propuesta fuera solo nostálgica».
Un coach poco imaginativo diría que Mert & Marcus han empujado a los Caten fuera de su zona de confort. Era parte del plan, admiten los diseñadores: «La colección traerá gente nueva a la marca. El producto es com- pletamente distinto y eso era intencionado. Queremos abrirnos a un nuevo consumidor que igual no nos conocen». ¿Y qué descubrirán esos recién llegados? «Que seguimos siendo una marca fresca, aunque tengamos ya una historia detrás». Como supervivientes de los noventa, ¿qué opinan de la constante relectura que hacen los diseñadores más jóvenes? «Cuando referencias una época, lo mejor que puedes hacer es traerla a nuestros días. Si no, acabas plagiando», opinan los Caten. Los fotógrafos están de acuerdo: «Nos gustan las interpretaciones, pero no los remakes. Si vas a copiar, siempre mejor quedarte con el original».
Toda la colección se inscribe voluntariamente en la tendencia agender. Las prendas están ahí para quien se las quiera poner y en el lookbook, que también han fotografiado Mert & Marcus, los chicos llevan tops de rejilla transparente en fucsia y las chicas, monos de trabajo de tejido plastificado y americanas de hombros poderosos. «Estamos en un momento de redescubrir las identidades de género y es muy excitante que incluso las grandes marcas apoyen este movimiento. Nosotros también queremos hacerlo. Puede que no sea lo más comercial, fotografiar a los modelos con ropa más femenina y al revés, pero insistimos en utilizar estas imá- genes en la campaña porque ese es nuestro mundo, esos son nuestros amigos», asegura Piggott. En Dsquared2 llevan varias temporadas mostrando las colecciones de hombre y mujer en el mismo desfile. «No nos importa ponerles a ellos tiaras y a ellas, jerséis oversize », dicen.
Los cuatro estaban acostumbrados a arrojarse ideas y colaborar, con grandes resultados. Dean Caten piensa, por ejemplo, en la campaña que crearon para la colección que marcaba su 20 aniversario, un homenaje a Canadá, en la que Joan Smalls, Fei Fei Sun y Caroline Trentini posaron cubiertas de pieles y motivos nativos americanos, acompañadas de huskies y halcones. O la del otoño de 2016, inspirada en el manga. Y no parece que el roce haya acabado con el cariño. «Los Caten son maravillosos, leales. Te apoyan en todo. En este proyecto, nosotros hemos sido muy perfeccionistas y precisos y ellos han estado increíbles. Nos abrieron sus talleres y sus cabezas. Les hemos cambiado todo, hasta las hebillas de la ropa. No es fácil para una marca establecida, pero no se lo pensaron dos veces», reconocen los fotógrafos. S
i acaso, los veteranos pusieron algún freno a los diseñadores novatos, arrebatados por el entusiasmo. «Resultó muy divertido trabajar con ellos. Fueron muy profesionales, pero teníamos que editarles un poco porque proponían una colección gigantesca. Y nosotros les teníamos que decir que no», ríen los Caten.
El día que terminaron de producir la colección, Alas y Piggott se subieron a su coche y les invadió cierta sensación de vacío. «Ojalá tuviéramos una marca», se dijeron. A nadie le extrañará si repiten �