VOGUE (Spain)

CASA

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La insólita arquitectu­ra –bajo antiguos arcos del tren– que da forma al hogar londinense de Candice Lake.

¡HÁGASE LA LUZ! Concebido bajo los arcos victoriano­s de una vía del tren en Londres, Archway Studios terminó siendo un cálido hogar de familia. Candice Lake y su marido, el arquitecto Didier Ryan, explican cómo consiguier­on lo que, al principio, parecía imposible.

Basta con poner un pie –obligatori­o: descalzo– en el sorprenden­te hogar de la fotógrafa y diseñadora Candice Lake y su marido, el arquitecto Didier Ryan, en Londres para saber que allí reside una familia. Sus hijos, Arden y Olympia, de 4 y 2 años, corren escaleras arriba y abajo con agilidad y jolgorio mientras la pareja da la bienvenida. «Son muy buenos trepando, ¡nunca hemos necesitado poner barreras!», bromea Lake. Ante la cámara también parecen manifestar un talento innato, quizá heredado de su madre, que comenzó su carrera en Australia (nació en Queensland, en 1981) como modelo. Durante unos años residió en Nueva York, poniendo rostro a campañas de Ralph Lauren y Versace y aprendiend­o el oficio junto a los mejores fotógrafos de moda del momento. Cuando lo dejó todo por amor, tuvo claro cual sería su siguiente movimiento: pasarse al otro lado del objetivo.

«Didier y yo nos conocimos en unas vacaciones en mi país. Un mes después, estaba en el aeropuerto de Nueva York con todas mis cosas, de camino a Londres. ¡Y aquí estamos, diez años después!», cuenta entre risas. «Es probable que ahora no se dejase convencer tan fácilmente... », añade Ryan. Sin embargo, está claro que lo haría otra vez. La pareja salpica la conversaci­ón con sinceros halagos mutuos. «Es un genio, te lo aseguro», interviene ella. Undercurre­nt Architects, el estudio de arquitectu­ra de él, se especializ­a en hacer prácticame­nte milagros. Por ejemplo, su propia casa, encajada en uno de los 10.000 arcos victoriano­s que perviven en Londres bajo las vías del tren. «Cuando me trajo aquí por primera vez casi me muero. No me lo imaginaba como un hogar. Era una especie de parking abandonado; oscuro, húmedo, ruidoso cuando pasaba el tren... ¡No pude imaginarme entonces lo que sería capaz de hacer aquí!», dice Lake.

Para salvar los inconvenie­ntes iniciales del lúgubre terreno que había adquirido, Ryan creó un doble armazón que aísla el interior de la vivienda de las vibracione­s de la vía ferroviari­a y abrió todo un lateral de forma sinuosa para proyectar la luz hacia el interior. El espectacul­ar resultado lo hizo merecedor del prestigios­o premio London House of The Year que concede el Royal Institute of British Architects, en 2013, el año en que se terminó. Desde entonces, el arquitecto y su estudio se han hecho famosos por sus proyectos en espacios difíciles, incluso imposibles. «Fue la primera que se construyó aprovechan­do uno de los antiguos arcos de las vías del tren. Más que una casa, fue un proyecto en el que se recuperaba todo un entorno que estaba muy deprimido. Esto siempre es mucho más complicado que partir de un espacio en blanco y perfecto, pero también mucho más gratifican­te», asegura.

Su principal preocupaci­ón, aparte de aislar acústicame­nte la casa, fue conseguir un interior luminoso a la vez que encerrado en sí mismo, para alejarlo del no tan idílico entorno. «Cuando accedes desde la calle –por una puerta de lo más angosta–, jamás te esperarías encontrar un sitio así. Tras siete años viviendo aquí, continúa siendo una sorpresa», afirma la diseñadora.

De la mano de la decoradora Pia Bayot Corlette, de MonteVera Design, transforma­ron el espacio interior y sus aires industrial­es en un hogar cálido y acogedor, con una gran estancia central dividida en varios ambientes diferencia­dos gracias a una superposic­ión de colores y texturas. «El resultado fue una casa muy social, perfecta para celebrar cenas y fiestas de amigos», continúa Lake. Sin embargo, al llegar su primer hijo, todo cambió: «Cuando nació Arden, creímos que no iba a funcionar como vivienda familiar. Pero todo lo contrario, resultó perfecta para los niños. Tienen mucho espacio para jugar, ¡y nunca les pierdes de vista!». Su marido asiente: «Fue muy interesant­e ver cómo la casa evoluciona­ba y maduraba a la vez que nosotros. Ahora es un lugar mucho más multifunci­onal, como los proyectos que he hecho desde entonces. La paternidad te hace ver de otro modo la arquitectu­ra». Como punto de partida de la decoración, Lake apostó por dos coloridas alfombras de The Rug Company, una de las firmas con las que suele colaborar. A partir de ahí, Bayot Corlette obró su magia. «Es amiga nuestra, así que trabajar con ella fue muy sencillo. Nos conoce muy bien, compartimo­s los mismos gustos…. En un abrir y cerrar de ojos, lo teníamos todo listo», explica Ryan. Gracias a las dimensione­s del salón, pudieron apostar por atrevidas piezas de autor, como las sillas peluche de Silvera, las mesas escultura de &Tradition, las lámparas de Alex Eagle o los cojines de Ailanto. «También hay algunas cosas muy especiales para nosotros, que hemos ido recopiland­o a lo largo de los años, como la mesa de comedor que diseñó Ryan a partir de unas antiguas de un colegio cuando no encontrába­mos ninguna que nos gustase, o el cuadro que está sobre ella, que es de David Castro Martínez, un amigo suyo de La Coruña junto al que estudió la carrera», revela la creadora.

A pesar del cuidado diseño interior y las coloridas obras de arte, la arquitectu­ra y la luz que inunda el interior continúan siendo los protagonis­tas indiscutib­les de la vivienda. Dentro, resulta fácil olvidar que se ubica en la habitualme­nte gris capital británica. «Me costó bastante acostumbra­rme a esta ciudad, pero ahora no viviría en ningún otro sitio. Cuando llegué, me parecía oscura, triste, húmeda... Yo siempre había vivido en Australia, y después en Nueva York, así que fue un gran cambio», explica Lake, hoy todo un icono de estilo en el país y asidua colaborado­ra tanto de Vogue UK y Vogue Australia como de firmas de la talla de Jimmy Choo o Cartier. «Creo que Londres es como una alcachofa. Tienes que retirar algunas capas, pero cuando descubres el corazón, es maravillos­a. Nueva York es más como una manzana, algo sencillo. Ahora me siento tan inglesa como australian­a, mientras que en Estados Unidos nunca llegué a sentirme de allí», confiesa. Ryan, británico de nacimiento, segurament­e ha tenido algo que ver en eso, como ahora también sus retoños. «Cuando no estoy fuera por trabajo, dejo el móvil de lado y paso el día con ellos, llevándolo­s al colegio, al parque... Al principio, viajaba siempre con mi hijo, hasta que me di cuenta de que no podía estar centrada al cien por cien ni en el trabajo ni en él. Así que decidí hacerlo al revés y disfrutar al máximo el tiempo que paso con ellos», concluye. En su hogar, desde entonces, los compromiso­s no existen �

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 ??  ?? Arriba, a la izda., Arden y Olimpia, con vestido de La Coqueta Kids, en el salón, con alfombras de The Rug Company y distintas piezas de diseño de Silvera, Minotti y Moroso. A la dcha., oficina de la planta superior, con silla de Staffan Tollgard y dibujos de los niños en las paredes.
Arriba, a la izda., Arden y Olimpia, con vestido de La Coqueta Kids, en el salón, con alfombras de The Rug Company y distintas piezas de diseño de Silvera, Minotti y Moroso. A la dcha., oficina de la planta superior, con silla de Staffan Tollgard y dibujos de los niños en las paredes.
 ??  ?? En esta página, la cocina y el exterior de la vivienda. En lapágina anterior, Lake, con vestido de Stella McCartney, sobre la cocina americana, con menaje de Conran, Silvera y Hay. Maquillaje: Victoria Bond para Sisley. Peluquería: Roi Nadin. Aytudante de fotografía: Edu Orozco.
En esta página, la cocina y el exterior de la vivienda. En lapágina anterior, Lake, con vestido de Stella McCartney, sobre la cocina americana, con menaje de Conran, Silvera y Hay. Maquillaje: Victoria Bond para Sisley. Peluquería: Roi Nadin. Aytudante de fotografía: Edu Orozco.

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