ESTO NO ES UN PLATO SUCIO
TRAS UN LUSTRO SEDUCIENDO A LA MODA CON SUS DIBUJOS, IGNASI MONREAL HA BUSCADO ASUETO CREATIVO EN ROMA. PERO HASTA ALLÍ LE HAN SEGUIDO LAS MUSAS. SU SERIE PLATS BRUTS, UNA SUERTE DE WABI-SABI CAÑÍ, SE EXHIBE EN LA FRESH GALLERY.
Con su facha desgarbada y su tierno desaliño, a primera vista podría decirse que Ignasi Monreal (Barcelona, 1990) es un tipo feliz. Después de todo, este joven artista vive uno de los momentos más dulces que un ilustrador puede experimentar en su carrera: sus dibujos a base de iPad comenzaron a gotear por páginas editoriales de revistas en 2012, cuando el diseñador David Delfín le echó el anzuelo. Desde entonces, ha llevado sus trazos virtuales por las campañas de Dior, Louis Vuitton y Gucci (hasta él, la casa florentina nunca había contratado a un ilustrador para encargarle esa parcela). ¿Qué podía pedirle el cuerpo después de este prolífico lustro? Contra todo pronóstico, un merecido descanso.
«Llevaba demasiados años dedicándome a encargos de clientes, y los últimos meses habían sido agotadores. Una semana después de terminar los 200 dibujos que tenía pendientes con Gucci, empecé con otros 130 dibujos que he hecho para el libro The Art of Hospitality, de la cadena Four Seasons. Acabé un poco consumido, así que dejé Londres para venirme a Roma y respirar unos meses», cuenta al otro lado del teléfono. La muestra Plats bruts (28/2-12/4 en La Fresh Gallery) es el resultado de este paréntesis intencionado. En ella, exhibe uno de los placeres que más tiempo le ha ocupado en su paso por la capital italiana, el de comer, que ahora presenta a modo de wabi-sabi cañí. «Alquilé un piso cerca de Villa Farnesina, un palazzo romano que Rafael pintó consiguiendo efectos geniales de trampantojo. Un día, compré un lienzo redondo y pinté el plato de la comida que había pedido. El juego visual
que hacía en una mesa de comedor me hizo bastante gracia, y seguí con la idea», cuenta. Entre los 20 tondos, la serie incluye desde un plato con restos de un tomate y migas de tostada a las espinas de un pescado a la plancha.
«Llevo detrás de Ignasi desde que lo conocí trabajando con David Delfín», cuenta Topacio Fresh. Las obras que forman Plats bruts son, según la galerista, una «celebración de lo mundano, del paso del tiempo y de algo usado a punto de ser desechado. Esta obra le confirma como un referente y un avanzado en su campo». Habrá quien le atribuya ligereza académica o desdén hacia la pulcritud de los cánones, pero el propio Monreal ofrece una reflexión tan irónica como sus platos: «El mundo ya es demasiado oscuro como para que encima nosotros nos pongamos intensos» �