VOGUE (Spain)

Punto de vista PROPIO

- H. Freeman

Con la serie de televisión ‘Chewing Gum’, MICHAELA COEL pintó un singular retrato de Londres. Su nuevo proyecto convierte en global el discurso.

Cuando la escritora y actriz Michaela Coel aparece en un pequeño bar del este londinense, no se limita a saludar al dueño y a los camareros. El grito de «¡qué bien veros!» se extiende al resto de clientes, e incluso llega a abrazar a dos hombres viendo fútbol en el televisor. Lo normal es que me hubiera citado con una actriz en un hotel de lujo, pero Coel suelta una carcajada, asegurando que habrá estado en «ese tipo de sitios una vez en mi vida. Esto es más yo», dice. A sus 31 años, su rostro es conocido desde que el canal E4 estrenara en 2015 Chewing Gum, una ficción semiautobi­ográfica donde encarna a Tracey Gordon, una veinteañer­a fanática de Beyoncé que vive de alquiler en un piso de protección oficial. Aunque el Londres que muestra sea marginal y sin rastro de inocencia, Coel asegura que hace un retrato desde el cariño. «La gente que no conoce mi ciudad tienen una visión fantasiosa de ella», cuenta. «Pero yo solo cuento mi historia, entiendo que algo insólita, y por eso se percibe la serie como mi propia declaració­n de intencione­s».

Su próximo proyecto, Black Earth Rising, tiene menos que ver con su experienci­a. En la ficción de ocho capítulos que escribe Hugo Blick ( The Shadow Line, The Honourable Woman), Coel interpreta a Kate Ashby, una supervivie­nte del genocidio en Ruanda, adoptada y criada por una abogada llamada Eve (Harriet Walter). Cuando Eve y su colega Michael (John Goodman) llevan a la justicia a un líder de la milicia africana, la investigac­ión provoca que la protagonis­ta se replantee su concepción del bien y del mal. Es un rol complejo que a su director, asegura, le costó mucho esfuerzo visualizar en una actriz. «Pero con Michaela, lo vi directamen­te en sus ojos. Su fuerza motriz podría estar generada por una energía nuclear».

«Este papel me ha cambiado por completo», concede Coel. Le ha inspirado, de hecho, a donar la mayoría de su armario a la caridad, lo que explica que lleve un vestido de tirantes, diseñado por su madre, en pleno invierno. «Se me ha ido olvidando y no tengo ropa de abrigo», asume riendo. Su progenitor­a fue clave en su niñez, criándola a ella y a su hermana mayor en un piso de protección oficial. Estudiaban en un colegio público. Describe la infancia como una «bizarra e increíble experienci­a».

Tras dejar dos veces la universida­d y matricular­se en una escuela de teatro, le gustaban tan poco los papeles que le ofrecían que acabó escribiénd­ose su propia obra, Chewing Gum. Pero su próximo proyecto es, sin duda, el más cercano a casa: una serie, aún sin título, escrita por ella e inspirada por los abusos sexuales que sufrió en 2016. «Fue tan horrible que he necesitado dos años y medio para poder hablar de ello».Después de salir del armario hace algunos años, Coel sigue soltera. «Y eso me ha permitido compromete­rme con mi trabajo. Además, soy bastante vanidosa. Me veo a mí misma como una reina que a otros les da miedo tocar. Así que pienso que me toca esperar a que alguien sea lo suficiente­mente valiente como para acercarse» �

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Michaela lleva camisa y pantalones de Asai; y pendientes de Georgiana Scott.

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