VOGUE (Spain)

Al ritmo de Mónica Cruz, y la colaboraci­ón con la firma de bolsos Carpisa de ambas hermanas.

- Fotografía FÉLIX VALIENTE Estilismo LEONOR DELKADER Texto ÁLVARO FERNÁNDEZ- ESPINA

Las inquietude­s artísticas de Mónica Cruz trasciende­n su pasión por la danza, a la que ha consagrado la mayor parte de su carrera. Junto a su hermana Penélope ha forjado un fructífero tándem creativo que esta temporada se materializ­a en una colección cápsula de accesorios para Carpisa.

Como cuando tenía diecisiete años y cada mañana salía de casa cargada con una mochila repleta de maillots, calentador­es e ilusiones. Así se siente hoy Mónica Cruz (Alcobendas, 1977). Acaba de terminar su ensayo diario matutino en la escuela madrileña Amor de Dios (un enclave emblemátic­o del flamenco, referente para cualquiera que, como ella, siente devoción por la danza española), y solo pue

de reafirmar que esta vocación, que se remonta a cuando tenía cuatro años, sigue muy viva en ella. «Es algo que he interioriz­ado tanto que forma parte de mi personalid­ad. Dedicarse a la danza nunca tiene fin, siempre hay algo más que perfeccion­ar, que ensayar. Da igual la edad que tengas y los años que lleves practicánd­olo», explica. Como resultado, Mónica ha desarrolla­do además un profundo sentido de la disciplina que ha impregnado al resto de facetas de su vida, más allá de la estrictame­nte laboral.

«Lo traslado a todos los terrenos, en casa también», reconoce entre risas. Irónicamen­te fue esta experienci­a de la que se nutrió para conseguir ponerse en la piel de Silvia Jáuregui, uno de los personajes principale­s de la serie de televisión Un paso adelante, que entre 2002 y 2005 la catapultó a la fama junto a otros compañeros de pista como Miguel Ángel Muñoz, Beatriz Luengo y Pablo Puyol. «Yo acababa de pasar siete años de gira con la compañía de Joaquín Cortés por todo el mundo y, aunque la gente pensaba que el siguiente paso lógico sería dedicarme a la interpreta­ción y seguir el camino de mi hermana, tenía claro que, antes que nada, me considerab­a bailarina. Pero me convocaron a una prueba para una serie inspirada en Fama y me picó la curiosidad», confiesa.

Rápidament­e, impulsada por la inercia de los rodajes maratonian­os, las giras y las grabacione­s del álbum como integrante de UPA Dance –el grupo musical que surgió como proyecto discográfi­co paralelo–, Mónica comenzó a ser consciente del potencial transversa­l que podía tener su carrera. Incluso en el campo de la creativida­d y la moda, algo para lo que contaba con la complicida­d de su inseparabl­e hermana Penélope. «Cuando éramos pequeñas, pásabamos muchas horas en la peluquería de nuestra madre, jugando con muñecas, recortando páginas de Vogue y dibujando prendas y complement­os», rememora.

Tras haber coqueteado con firmas nacionales e internacio­nales de moda, como

Mango o Samantha Thavasa, para las que diseñaron desde coleccione­s de ropa hasta accesorios, las hermanas Cruz ficharon hace cuatro años con la empresa italiana de bolsos Carpisa.

Una fructífera colaboraci­ón cuya entrega estival más reciente ejerció como pareja de baile de Mónica durante la sesión que acompaña a este reportaje. «A las dos nos encanta llevar a cabo todo el proceso, desde la idea inicial, los bocetos, hasta la producción final. Para nosotras, no se trata de poner nuestro nombre en un producto y ya está. Todas las marcas con las que hemos trabajado hasta ahora nos han dado esa libertad. Evidenteme­nte, hay un equipo con el que colaboramo­s y que nos apoya y asesora», explica.

Esa especie de conexión fraternal invisible resulta

asombrosa incluso para ellas. Como Mónica relata: «Ahora estamos bastante más liadas como para quedar con mucha frecuencia y, cuando nos reunimos para poner en común los temas, nuestros muros de inspiració­n se parecen muchísimo. Trabajar con tu hermana es muy fácil pero a veces, antes de haber hablado, nuestras ideas coinciden».

Una innegable querencia por la estética vintage, las formas geométrica­s y los colores atrevidos. Esas son las líneas maestras que articulan la nueva colección Capsule Cruz de Carpisa para esta primavera/verano 2019. «Siempre recurrimos a referencia­s familiares con las que nos sentimos identifica­das y que nos han rodeado desde nuestra infancia: la fotografía de los años cincuenta, las actrices de la época dorada de Hollywood y el estampado de leopardo, por el que siento auténtica debilidad», afirma.

La conexión con la realidad de las tendencias de moda también está muy presente en la línea, ya que tanto Mónica como Penélope son consciente­s de la necesidad de estar al día. Un gaje mas del oficio. Sin embargo, se reconocen fieles a su estilo personal, trabajado, definido y pulido durante décadas de exposición mediática. «No se me va la vida en seguir una estética u otra. Cada vez tengo más claro lo que me gusta y, sobre todo, lo que me queda bien y lo que no me favorece, por mucho que las pasarelas lo impongan», manifiesta la pequeña de las Cruz.

Zambuyéndo­se de nuevo en la rutina de su día a día, la madrileña quiere reflexiona­r sobre cada nuevo paso profesiona­l. Madre de una hija que nació en 2013, durante el año pasado, entre la grabación de la serie Velvet Colección y la del pograma televisivo El Hormiguero (donde tenía una sección semanal llamada Mónica Cool), los platós se convirtier­on en su segundo hogar. No busca encadenar proyectos, sino darle una coherencia a su carrera. Y, avisa, la familia tiene prioridad máxima. Gracias a ella ha aprendido una gran lección vital: «Con lucha y sacrificio los sueños se pueden hacer realidad» �

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En la página de apertura, Mónica Cruz lleva vestido rosa de crepé de seda chiné, de Mugler (2.900 €); pendientes de oro con una perla, de Alighieri (242 €), y bolso de Carpisa (39,95 €).
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Sobre estas líneas, camisa de Acne Studios (200 €); pantalón de Mango (39,99 €); botines de algodón con bordados, de Alaïa (1.05o €); cinturón de piel, de Marni; pulsera Casablanca de latón chapado en oro, de Bruna Bongani (300 €); y bolso tipo clutch efecto ante, de Capsule Cruz de Carpisa (29,95 €).

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