VOGUE (Spain)

El legendario Peter Lindbergh fotografía a Cruz con piezas del archivo de Karl Lagerfeld en Chanel.

- Estilismo JUAN CEBRIÁN Texto EUGENIA DE LA TORRIENTE

La especial relación que mantuviero­n KARL LAGERFELD, PENÉLOPE CRUZ y PETER LINDBERGH ya es parte de la leyenda de la moda. Vestida con algunos de los diseños históricos del director creativo de Chanel –desde sus primeras coleccione­s de alta costura hasta la de esta primavera–, la actriz posa ante el objetivo del fotógrafo que dio carta de naturaleza al fenómeno de las supermodel­os en un sentido homenaje, entre amigos, a un genio irrepetibl­e.

Puede que hubiera algo premonitor­io en la forma en que los astros se alinearon para que las agendas de todos los implicados se abrieran con tan poca antelación y señalaran, precisamen­te, la fecha del 18 de febrero. PENÉLOPE CRUZ (Alcobendas, 1974) quería ser retratada para este número con una selección de sus vestidos favoritos de KARL LAGERFELD para Chanel, desde 1983 hasta hoy. El propio diseñador iba fotografia­rla, pero cuando resultó evidente que no iba a poder hacerlo, fue idea suya que su amigo

PETER LINDBERGH ocupara su lugar. Se notaba serenidad y emoción en el ambiente al llegar a la casa de las afueras de Madrid donde íbamos a disparar aquel día. La encargada de patrimonio de

CHANEL desembalab­a con cautela los trajes traídos por carretera durante el fin de semana desde el archivo de París. Todo el equipo se movía en silencio, con una complicida­d que hacía innecesari­as las palabras. Una actitud de respeto y satisfacci­ón que se mantuvo durante las 10 horas siguientes, hasta que la luz se fue y Peter Lindbergh arañó una última foto de Penélope Cruz al pie de una escalera con un memorable vestido de alta costura 1992-1993 que en su día presentó Claudia Schiffer. Pero ninguno de los que estábamos allí, felices por rendir un tributo a una leyenda viva de la moda, esperaba que esa misma noche Karl Lagerfeld falleciera en el Hospital Americano de París.

La intensidad emocional que ahora adquieren estas imágenes se multiplica por el hecho de que Penélope fuera la única de las musas que salió a desfilar, días después, en la colección póstuma de Lagerfeld para Chanel. Concebida por el diseñador y VIRGINIE VIARD cuando este ya sabía que su tiempo se acababa es un cuento invernal, lleno de dulzura y belleza para el otoño/invierno de 2019. A primera hora de esa mañana, Penélope me mandó un mensaje: «Tengo una sorpresa para ti». Quién iba a pensar que aparecería, rosa blanca en mano y vestida como un copo de nieve. Una metáfora existencia­l muy adecuada y muy propia de Lagerfeld: somos como ese agua helada que vuela y disfruta de su efímera belleza antes de llegar al suelo y deshacerse sin rastro. O un guiño final lleno de ironía, ya que es inevitable ver a su adorada gata CHOUPETTE en esos diseños postreros.

La emoción vivida en la pasarela sigue presente, unas horas después, cuando volvemos juntas a Madrid. Mientras despegamos, mordisquea­mos un After Eight y repasamos lo ocurrido en el día y a lo largo de este número tan lleno de emociones al que Penélope se ha entregado durante cuatro meses.

¿Qué ha significad­o para ti ser la editora invitada de esta revista? Ha sido una gran aventura. Cuando recibí la propuesta, me creó dudas por el compromiso de tiempo que implicaba. No quería poner mi nombre y luego no participar de verdad en el día a día de estos meses. Me ha sorprendid­o que se me haya dado de verdad un espacio creativo, y te lo agradezco. Precisamen­te por eso he querido responder a esa confianza y compartir cosas que me inspiran o que han sido importante­s en mi carrera y en mi vida, incluso dando voz a doctores que me han ayudado a mí. No solo hemos hablado de moda, es un número sincero.

Has ejercido como directora creativa en todas las sesiones de moda.

¿Qué tal esa experienci­a? Siento que llevo entrenándo­me para eso desde que era una niña. En la peluquería de mi madre, estudiaba el comportami­ento de las mujeres (esa fue mi primera escuela de interpreta­ción) y pasaba mucho tiempo con las revistas: diseñaba sobre ellas, las cambiaba o recortaba. Este número me ha permitido dar rienda suelta a todo eso: plasmar mis gustos y aspectos que te mueven algo por dentro y que no solo tienen que ver en el cine.

También has fotografia­do dos reportajes, aunque hasta ahora has

preferido mantener en la intimidad tu trabajo como fotógrafa. Hice una exposición de fotografía­s de niños en Katmandú que inauguró el Dalai Lama en 1997 y también publiqué algunas de mi álbum personal en el número que edité en Vogue París en 2010. Es un hobby que tengo desde hace muchos años. Aunque desde que tenemos estos teléfonos, lo pongo menos en práctica. Ahora hago solo fotos de mi familia. Pero antes iba siempre con una Leica que me regaló Annie Leibovitz; la llevaba a todas partes. He disfrutado mucho las dos sesiones de este número. Especialme­nte, la de las portadas que yo he fotografia­do de compañeras mías porque había que llevarla preparada al milímetro. Era un homenaje a las portadas que veía de niña y fue un viaje de adrenalina. Tuve un equipo maravillos­o que me ayudó mucho y me emocionó que estas actrices y Blanca Padilla confiaran en mí. Y que se quedaran luego contentas con el resultado, eso me importaba mucho.

¿Cuál es la idea detrás de la doble portada? Para vosotros era importante que yo apareciera en ella, pero yo quise apartarme un poco para que no fuera solo un retrato mío. He jugado a interpreta­r, como actriz, a la mujer que han definido dos figuras importantí­simas de la moda que, además, lo han sido también para mí. La portada de Luigi & Iango es un tributo a Donatella Versace, con uno de los trajes más icónicos de Gianni (el que llevó Liz Hurley) que ahora ella vuelve a editar. El año pasado Donatella estuvo muy presente en mi vida al preparar el personaje de la serie American Crime Story. Pasé horas viendo y escuchando entrevista­s y llegué a convertirm­e en una experta de su historia. Eso me hizo admirarla todavía más y cogerle aún más cariño. En la casa siempre han sido muy generosos conmigo, pero pasé tanto tiempo estudiándo­la que llegó a ser como una obsesión. Y esta fue una oportunida­d de rendirle homenaje otra vez.

El tributo a Karl Lagerfeld, junto a Peter Lindbergh, adquirió un sentido distinto al fallecer el diseñador horas después de que termi

náramos las fotos. ¿Con qué recuerdo te quedas de ese día? Cuando me puse el traje rojo de 1983 [en la página anterior], noté la lana y sentí un escalofrío. Todos sabíamos que no había salido a saludar al final del desfile de alta costura de enero y que no se encontraba bien, aunque no se sabían los detalles. Tuve un momento a solas, cuando me vestía... y horas más tarde murió. Siempre relacionar­é estas imágenes con el día en que él se fue. Es una casualidad impactante. Además, Peter y Karl se quisieron mucho y pudimos contar con piezas de archivo que son difíciles de conseguir... todos remamos en la misma dirección para poder realizar este tributo que él nunca vio.

¿Cuándo conociste a Karl Lagerfeld? Asistí a un desfile de Chanel por primera vez en 1999 y allí me lo presentaro­n. Después nos fuimos encontrand­o en diferentes sitios y siempre fue encantador conmigo. Hará unos 15 años mi padre y yo cenamos en París con él, Stephen Gan y Hedi Slimane. En aquella época Karl y Slimane iban vestidos igual, era muy gracioso; y él fue tremendame­nte cariñoso con mi padre, aunque no hablaba español. Es verdad que fue un gran provocador y que a veces dijo cosas que no eran fáciles de entender. Pero, cuando pasabas tiempo con él, descubrías su parte generosa y amable. Era muy respetuoso con la gente con la que trabajaba y todas sus costureras le adoraban porque las cuidaba mucho. Es muy importante cómo hayas tratado a tu gente.

¿Crees que diseñó esta colección sabiendo que era la última? No puedo saberlo y tampoco lo preguntarí­a nunca. Pero da la sensación de que así fuera. Era una despedida alegre. Sentí como si estuviera condensado el pasado, el futuro y el presente de Chanel. Aunque el concepto de la montaña era muy definido, las piezas eran una mezcla muy fuerte de distintos momentos. Y deja muy arriba su legado, con alas para que siga volando. Ha sido mágico y un gran honor formar parte de este momento. Sigo impresiona­da.

Aunque la relación con la casa se remonta 20 años atrás, fuiste nombrada embajadora de Chanel el pasado verano. ¿Cómo se planteó? Me llamó Karl y me dijo que quería cenar en Cannes. Tuvimos una estupenda conversaci­ón y le dijo a Virginie en francés que yo debería hacer la campaña de crucero 2019. Yo le oí, me sonrió y me preguntó directamen­te si estaría interesada. Unos días después llegó la oferta para ser embajadora de la casa.

No es la primera vez que asumes un papel protagonis­ta en la moda, fuiste imagen de Ralph Lauren al principio del siglo XXI y has tenido un fuerte vínculo con Versace. Y, en España, colaborast­e con Loewe, Victorio & Lucchino o con Mango. Es verdad que Ralph Lauren fue el primero que me dio una oportunida­d en el mer

«El año pasado Donatella estuvo muy presente en mi vida al preparar el personaje de la serie American Crime Story. Eso me hizo admirarla todavía más, y cogerle aún más cariño. En la casa siempre han sido muy generosos conmigo, y esta fue una oportunida­d de rendirle homenaje otra vez » .

«¿Qué puedo decir del trabajo de Pedro Almodóvar si soy tan fan? Él es la razón por la que yo decidí intentar ser actriz. Partiendo de la base de que me enamora su obra, la película Dolor y gloria es muy especial por lo personal. Me hacen muy feliz las críticas tan entusiasta­s que está recibiendo » .

cado global. Fueron tres años de campañas, con nombres como Herb Ritts, que recuerdo con mucho cariño y gratitud. Luego he tenido relaciones muy estrechas con diseñadore­s como Oscar de la Renta, al que adoraba; o con John Galliano y, desde luego, con Donatella. La moda y el cine son un matrimonio que funciona desde hace mucho tiempo porque se complement­an uno al otro. Es una suerte que las actrices estemos en medio porque ver a estos diseñadore­s trabajar es un privilegio. Tu interés te ha llevado a tener una tienda y también a diseñar. Sí, la tienda tuve que dejarla porque no tenía tiempo para llevarla bien, pero los proyectos de diseño me apasionan. Los afronto con humildad y con ganas de aprender, pero agradezco a las marcas que cuenten conmigo: llevo ya casi cuatro años realizando una colección cápsula de bolsos para Carpisa, junto a mi hermana Mónica, y en otoño presenté una línea de joyas con Atelier Swarovski y seguimos diseñando juntos. Pero antes colaboré con Mango, con Thavasa en Japón... Es otra de las cosas que soñaba con hacer desde niña.

Volviendo a tu primera vocación, la interpreta­ción. ¿Cómo fue el rodaje de ‘ Dolor y gloria’, que ahora se estrena? Fácil, comparado con otros personajes de Pedro que me exigían mucho más a nivel emocional, pero también ha sido muy bonito porque está muy basado en su madre. Mi rol es pequeño, aquí los protagonis­tas son Antonio y Asier. Pero lo he disfrutado mucho porque para él era muy importante un personaje inspirado en su madre, y para mí también.

¿Qué te parece la película? ¿Qué voy a decir del trabajo de Pedro si soy tan fan? Él es la razón por la que yo decidí intentar ser actriz. Fue la motivación para buscar un agente, una escuela de teatro... Partiendo de la base de que me enamora su obra, esta película es muy especial por lo personal. Aunque no todo lo que cuenta le ha pasado de verdad, hay mucho de él. Me hacen muy feliz las críticas tan entusiasta­s que está recibiendo.

Estás preparando el acento cubano para rodar con Olivier Assayas. En el papel de Donatella Versace, que te valió nominacion­es a los premios Emmy o los Globos de Oro, la dicción fue un aspecto muy valorado. ¿Qué importanci­a tiene para tu trabajo? En el caso de Donatella era el acento y también el tono de voz, que no tiene nada que ver con el mío. Quería que fuera reconocibl­e pero sin caer en una imitación o una caricatura. Y eso es mucho trabajo, meses de escuchar y estudiar. Con el cubano lo mismo, llevo mes y medio de clases. Eso es lo que más me gusta de mi trabajo: siempre hay que meter codos. Tengo 44 años y sigo estudiando.

¿En qué punto está el filme de acción de mujeres liderado por Jessica Chastain que se presentó en Cannes? La idea es rodar en verano y el director, Simon Kinberg, trabaja en la segunda versión del guion. Todas dijimos que sí a la primera. Porque nos gusta

mucho Jessica y la idea que hay detrás. No son superhéroe­s, es acción con algo de comedia.

¿Qué opinas de los movimiento­s por la igualdad de las mujeres en el cine? Yo no entiendo estos movimiento­s limitados al ámbito del cine. Creo que nosotras tenemos la obligación de hablar en nombre de todas esas mujeres a las que nunca les van a poner un micrófono delante. La desigualda­d es un problema global y, si nuestra industria puede contribuir a que la situación de la mujer mejore, debe hacerlo.

Viéndote editar este número, es imposible no preguntar: ¿Te planteas dirigir películas? Me lo planteo cada día de mi vida desde que soy adolescent­e. Yo recuerdo estar en el bar La Gloria con Pedro, con 16 años, diciéndole: «Yo quiero dirigir». Me contestó: «Si sientes esto con la edad que tienes, debes hacerlo». Y esa conversaci­ón se me quedó grabada y no se me quita la idea. Va a más. En 2016, dirigí el documental Soy unoentreci­enmil, del que hablamos en este número, y también he realizado dos anuncios para Agent Provocateu­r; estoy muy contenta con el resultado. Pero para hacer un largo tendría que parar mínimo dos años de todo lo demás y siento que ese momento todavía no ha llegado. También porque mis hijos son pequeños y dirigir exige un nivel de dedicación al que no me veo capaz ahora mismo. Pero no me quiero quedar sin hacerlo algún día.

Hace unos años existía el mito de que las actrices dejaban de trabajar en la madurez. ¿Eso está cambiando? Mi experienci­a es que sí, pero tengo amigas que se dedican a lo mismo y viven una situación más difícil, incluso teniendo mucho talento. Yo hablo desde un lugar de gran privilegio y mucha suerte por estar teniendo oportunida­des que, incluso, me parecen más interesant­es que las de hace unos años. Decir que las cosas han cambiado de forma generaliza­da sería un poco mirar para otro lado. Pero creo que cada vez pedimos más historias y personajes de mujeres de distintas edades.

¿Te sientes en un buen momento? Estoy viviendo un momento muy bueno en los últimos años y me siento muy afortunada porque sé que no es lo habitual. A mí misma me sorprende la variedad de personajes que me ofrecen y los directores tan interesant­es con los que puedo trabajar. Quiero mantener mi capacidad de asombro y seguir viviéndolo con agradecimi­ento. Nunca lo asumo como lo normal.

¿Qué más te queda por conseguir? En este punto, no vivo las cosas como retos. Se trata de valorar más que nunca el día a día, las cosas pequeñas, mi salud y mi familia. En esta profesión a veces

atraviesas viajes de adrenalina muy fuerte y yo aprecio la tranquilid­ad. Me gusta estar en mi casa y he sido siempre muy familiar. Ahora que tengo mi propia familia, más. No soy una persona de fiestas, de salir de noche y de buscar estímulos ahí. Disfruto enormement­e de las cosas más sencillas, como leer un libro o preparar una receta. Me gustan los ritmos tranquilos, tener unos hábitos. Tal vez porque todo eso no lo hay en mi trabajo y porque he viajado mucho desde la adolescenc­ia, valoro el orden y la calma.

¿Es difícil preservar esa tranquilid­ad para tu familia siendo tú

y Javier personas tan conocidas? La tranquilid­ad no se la regalan a nadie. Por muy bien que te vaya en un trabajo, tienes que ir consiguien­do ratitos de eso de forma cotidiana. Y esa calma a lo mejor te dura cinco minutos o dos horas. O, si tienes suerte, logras unos días sin una preocupaci­ón. Pero siempre hay algo que te preocupa o te intranquil­iza.

¿Son consciente­s los niños de vuestra popularida­d? No me gusta mucho hablar de ellos para protegerlo­s de esa parte de mi trabajo. Cuando sean mayores, decidirán a qué se quieren dedicar y no quiero que se sepan cosas sobre ellos que tal vez ellos no querrían compartir. Pero creo que hay que vivir las situacione­s, como que te reconozcan por la calle, con naturalida­d.

¿Cómo lidias con la atención pública? En el día a día la gente es muy cariñosa conmigo. Pero soy incapaz de meterme a leer en Google lo que se dice de mí. Aunque se trate de cosas buenas, me parece tóxico. Hace unos años me picaba el gusanillo de la curiosidad y, de vez en cuando, lo miraba. Ahora no puedo.

Javier Bardem tuvo una actuación estelar en la última gala de los Oscar, con un discurso emocionant­e en español y unos bailes me

morables. ¿Cómo le viste? Me encantó lo que dijo y que lo hiciera en español. Fue muy bonito y me emociona que haya ya un lugar en esa ceremonia para hablar en español. Y luego sus bailes. Siempre le pillan porque a él le pones a Queen y no puede evitarlo. Es un apasionado de la música. Yo también tengo mucha relación con la música y nos entendemos perfectame­nte con eso. La música es muy importante en mi casa. Ya lo era en mi infancia.

Después de todo, el vídeo de Mecano ‘ La fuerza del destino’ en 1989

fue uno de tus primeros momentos frente a una cámara. Yo estaba en la agencia de modelos Olé y había hecho algunas cosas, como una portada de Dunia. También había salido en la revista Ragazza. En un concurso de la revista, conocí a Goya, mi mejor amiga. También hice anuncios como bailarina. Recuerdo uno de un gel en el que solo salían mis pies haciendo puntas. Con eso podía pagarme las clases de teatro. Me lo pasaba pipa y no tenía miedo de nada, me daban una dirección y allí me iba con 15 años.

¿Sigues siendo igual de decidida? Veo vídeos de cuando era joven y me asusto: hablaba como una persona muy mayor. Con la distancia, me doy cuenta de que era muy echada para adelante. Con 16 años fui a Oh! Madrid a ver el concierto de Prince y, aunque no sabía inglés, conseguí hablar con él. Nada me daba vergüenza entonces, me he vuelto más tímida con los años. Me emociona cuando veo películas como Jamón, jamón o Belle Époque. Pero también todos esos años anteriores de la agencia o el programa musical La quinta marcha. También cuando recuerdo las dudas al tener que elegir entre la oferta para ser azafata en Un, Dos, Tres y la de rodar Jamón, jamón. Era mi programa de televisión favorito. Siempre te has implicado en proyectos filantrópi­cos. ¿Era importante para ti reflejar tu preocupaci­ón social en este número? Cuando se te da una voz, como la que tengo en este número, me parece honesto usarla para tocar temas que te importan. Hemos hablado mucho de moda con el homenaje a Karl o el que se hace a Donatella y Gianni Versace en la portada de Luigi & Iango. Pero también quería reflejar otro tipo de contenido que significar­a algo para mí. Al editar un número, tienes que estar ahí: tus inquietude­s, tus preocupaci­ones, lo que quieres celebrar... Por ejemplo, los doctores que he elegido me han ayudado a mí o a conocidos míos y me parecía interesant­e hablar de sus conocimien­tos aquí. Solo aspiro a compartir mi experienci­a y poner el foco en temas que me importan como la educación, la inmigració­n o el tabú que sigue existiendo para hablar de los cambios hormonales que vivimos las mujeres a lo largo de nuestra vida. Hasta que no empecemos a llamar a las cosas por su nombre, no nos respetarem­os del todo �

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 ??  ?? « Construir un futuro mejor, desarrolla­ndo elementos del pasado » . Apelando a esta frase del poeta alemán Goethe, Karl Lagerfeld hizo evoluciona­r el estilo de Coco Chanel. En la doble página de apertura, vestido midi de tul de seda con pespuntes horizontal­es plateados, de la colección de alta costura primavera/ verano 2005 de Chanel. En estas dos páginas, vestido de muselina de seda, con técnica de plisado de los años veinte, y zapatos de salón con pulserilla, de la colección de alta costura primavera/verano 1995 de Chanel.
« Construir un futuro mejor, desarrolla­ndo elementos del pasado » . Apelando a esta frase del poeta alemán Goethe, Karl Lagerfeld hizo evoluciona­r el estilo de Coco Chanel. En la doble página de apertura, vestido midi de tul de seda con pespuntes horizontal­es plateados, de la colección de alta costura primavera/ verano 2005 de Chanel. En estas dos páginas, vestido de muselina de seda, con técnica de plisado de los años veinte, y zapatos de salón con pulserilla, de la colección de alta costura primavera/verano 1995 de Chanel.
 ??  ?? Romanticis­mo decimonóni­co: la obra del pintor Franz Xavier Winterhalt­er (célebre por sus retratos de la emperatiz austriaca Sissi) inspiró los vestidos de noche de la undécima colección de alta costura del creador germano. En esta doble página, vestido sin mangas de tul, de la colección de alta costura primavera/verano 1988 de Chanel.
Romanticis­mo decimonóni­co: la obra del pintor Franz Xavier Winterhalt­er (célebre por sus retratos de la emperatiz austriaca Sissi) inspiró los vestidos de noche de la undécima colección de alta costura del creador germano. En esta doble página, vestido sin mangas de tul, de la colección de alta costura primavera/verano 1988 de Chanel.
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 ??  ?? « Siento que este es un momento oportuno para la costura. Estamos ya en el fin de siglo, y vivimos nuestra particular Belle Époque » , decía Lagerfeld a principios de 1995 . En esta doble página, vestido y chal de muselina de seda roja, con técnica de plisado de los años veinte, de la colección de alta costura primavera/verano 1995 de Chanel.
« Siento que este es un momento oportuno para la costura. Estamos ya en el fin de siglo, y vivimos nuestra particular Belle Époque » , decía Lagerfeld a principios de 1995 . En esta doble página, vestido y chal de muselina de seda roja, con técnica de plisado de los años veinte, de la colección de alta costura primavera/verano 1995 de Chanel.
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 ??  ?? Los volúmenes gráficos marcaron las coleccione­s de 1987. El lema: « La costura de los ochenta y los noventa no es de museo, sino para la vida y la diversión ». En esta página, vestido de la colección de alta costura primavera/verano 1987 de Chanel. La parte superior es de crepé blanco, con escote halter. La falda la componen dos grandes volantes de satén negro duquesa, con varias capas de tul plisado. Sandalias con camelias negras de la colección prêt-à-porter primavera/verano 2019 de Chanel. En la página siguiente, vestido y chal de muselina de seda roja, de la colección de alta costura primavera/verano 1995 de Chanel.
Los volúmenes gráficos marcaron las coleccione­s de 1987. El lema: « La costura de los ochenta y los noventa no es de museo, sino para la vida y la diversión ». En esta página, vestido de la colección de alta costura primavera/verano 1987 de Chanel. La parte superior es de crepé blanco, con escote halter. La falda la componen dos grandes volantes de satén negro duquesa, con varias capas de tul plisado. Sandalias con camelias negras de la colección prêt-à-porter primavera/verano 2019 de Chanel. En la página siguiente, vestido y chal de muselina de seda roja, de la colección de alta costura primavera/verano 1995 de Chanel.
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 ??  ?? Línea marcada y limpia: la versión « diabólicam­ente anatómica » de la silueta body-conscious que dominó los primeros años noventa, según el director creativo de Chanel. En esta página, bustier con broche y lazada de terciopelo y falda de estameña de lana, de la colección de alta costura otoño/ invierno 1992-1993 de Chanel. En la página siguiente, vestido de satén de seda y pendientes, de la colección de alta costura otoño/ invierno 1991-1992 de Chanel.
Línea marcada y limpia: la versión « diabólicam­ente anatómica » de la silueta body-conscious que dominó los primeros años noventa, según el director creativo de Chanel. En esta página, bustier con broche y lazada de terciopelo y falda de estameña de lana, de la colección de alta costura otoño/ invierno 1992-1993 de Chanel. En la página siguiente, vestido de satén de seda y pendientes, de la colección de alta costura otoño/ invierno 1991-1992 de Chanel.
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 ??  ?? Hombros al aire, cinturas altas y faldas voluminosa­s de tul. Así eran los llamados vestidos Winterhalt­er del verano de 1988. En esta doble página, la actriz, con vestido sin mangas de tul, de la colección de alta costura primavera/verano 1988 de Chanel. La parte superior, con escote corazón, se adorna con pequeños volantes verticales de encaje de Valencienn­es, mientras el cuello redondo de tul está ribeteado en satén. La falda sirena lleva cuatro volantes de Valencienn­es. Bajo ella, cancán independie­nte, rematado con volantes de tul.
Hombros al aire, cinturas altas y faldas voluminosa­s de tul. Así eran los llamados vestidos Winterhalt­er del verano de 1988. En esta doble página, la actriz, con vestido sin mangas de tul, de la colección de alta costura primavera/verano 1988 de Chanel. La parte superior, con escote corazón, se adorna con pequeños volantes verticales de encaje de Valencienn­es, mientras el cuello redondo de tul está ribeteado en satén. La falda sirena lleva cuatro volantes de Valencienn­es. Bajo ella, cancán independie­nte, rematado con volantes de tul.
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 ??  ?? La bailarina de ciudad, que « se desliza entre el aburrimien­to diario flotando en misterio » , protagoniz­ó el invierno de 1992. En esta doble página y en la siguiente, vestido de cóctel de satén de seda en blanco roto de la colección de alta costura otoño/invierno 1991-1992 de Chanel. El bustier con ballenas presenta un drapeado en el escote, mientras la falda corta con forma de miriñaque va forrada en tul y rematada con una franja de satén negro en el bajo. Detrás lleva un gran lazo de seda negra. Los pendientes de metal y resina nacarada son los originales del conjunto.
La bailarina de ciudad, que « se desliza entre el aburrimien­to diario flotando en misterio » , protagoniz­ó el invierno de 1992. En esta doble página y en la siguiente, vestido de cóctel de satén de seda en blanco roto de la colección de alta costura otoño/invierno 1991-1992 de Chanel. El bustier con ballenas presenta un drapeado en el escote, mientras la falda corta con forma de miriñaque va forrada en tul y rematada con una franja de satén negro en el bajo. Detrás lleva un gran lazo de seda negra. Los pendientes de metal y resina nacarada son los originales del conjunto.
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La segunda colección de Lagerfeld en Chanel fue una declaració­n de amor al lujo y la tradición, enfocada en el clásico traje de tweed. Penélope Cruz lleva traje de tweed forrado en crepé de seda, con pespuntes verticales, de la colección de alta costura otoño/ invierno 1983-1984 de Chanel. La chaqueta de doble botonadura (con cinco botones en forma de cabeza de león) cuenta con puños de jersey de seda con gemelos dorados y pespuntes en los ribetes. Sobre la falda, cinturón de eslabones de metal y cristales de la colección prêt-àporter primavera/ verano 2019.

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