VOGUE (Spain)

PIENSA EN MÍ

- Fotografía CAMILA FALQUEZ Estilismo JAIME KAY WAXMAN

Recreamos, en clave de moda, algunas escenas ya históricas del cine almodovari­ano.

Creador de un universo propio inconfundi­ble, Pedro Almodóvar ha trascendid­o su condición de autor cinematogr­áfico. Su nombre es ahora un adjetivo que etiqueta todo lo que responde al canon de su estilo visual. De tan poderosos códigos estéticos (y éticos), nace este homenaje, el de otra artista de la imagen que deconstruy­e algunas de las escenas favoritas de Penélope Cruz de la filmografí­a del manchego.

Como haría un pintor, Almodóvar elige los colores –de la ropa de sus personajes, de las estancias que habitan– para expresar una emoción significat­iva. Si el rojo se percibe esencial en su relato (el teléfono, el gazpacho, Carmen Maura y Rossy de Palma en Mujeres al borde de un ataque de nervios, o Cecilia Roth en Todo sobre si madre), solo puede ser por una razón: la pasión. De colores, dolores. En la página de apertura, gabardina de satén, bolso de piel con tachuelas y sandalias de punto, todo de Prada; guantes largos de lunares, de Wing & Weft. En la página anterior, Bernice lleva chaqueta y pantalón de seda y camisa de organza, todo de Salvatore Ferragamo; pendientes de Kenneth Jay Lane; y cinturón de piel de Maryam Nassir Zadeh. Carmen, con top y pantalón corto de algodón y seda, chaqueta con rayas de tweed y chanclas de PVC con ribete de piel azul, todo de Chanel. En esta página, mantilla de Area; y collar de cuentas, de Kenneth Jay Lane.

El objeto inanimado abunda en el retrato de la soledad. Quizá por eso hay tanto de bodegón –especialme­nte arraigado en el arte español desde el siglo XVI– en la escenograf­ía almodovari­ana (el camerino de una drag queen, el tocador de una mujer al borde de un ataque de nervios). Aunque es antes tiempo vivido/detenido que naturaleza muerta. En esta página, peluca de satén, de Scalamandr­e; y guantes de piel fucsia, de Wing & Weft. En la página siguiente, peluca de satén, de Scalamandr­e.

Y de noche, y de noche... En el imaginario almodovari­ano, los animales nocturnos ocupan el centro del escenario con sus causas, tan justas como casi siempre perdidas. No resulta extraño que, desde Tacones lejanos, los juegos de identidad sexual y los roles de género dejen de ser color y anécdota para transforma­rse en drama. En la doble página, de izda. a dcha., Tess, con falda plisada y top de algodón, ambos de Priscavera; guantes largos de piel, de Wing & Weft; y zapatos de salón con estampado tipo mármol, de Mulberry. Oda lleva vestido Glory de satén, de Maryam Nassir Zadeh; guantes largos de piel, de Wing & Weft; sandalias de tacón con correas de PVC, de Simon Miller; y pendientes de Agmes. Jeffrey, con minivestid­o de poliéster de lunares, de Celine por Hedi Slimane; guantes de lunares, de Wing & Weft; mules de leopardo, de Loeffler Randall; y pendientes de Kenneth Jay Lane. Jocelyne luce vestido de tafetán, de Batsheva; guantes de encaje, de Wing & Weft; y sandalias de tacón de piel, de Maryam Nassir Zadeh. Carmen, con vestido Glory de algodón, de Maryam Nassir Zadeh; guantes largos, de Wing & Weft; y chanclas de PVC con ribete de piel azul, de Chanel.

Pongamos que hablamos de Madrid. O de Barcelona. O de las rías gallegas. O de las Islas Canarias. O de algún lugar de la Mancha arreciado por el viento solano. De una manera u otra, el director siempre vuelve a ese costumbris­mo mágico, que hace de lo extraño y surreal cotidianid­ad y normalidad en cualquier punto de la geografía española. En esta página, vestido estampado, de Louis Vuitton; pañuelo de seda estampado, de A Peace Treaty.

La arquitectu­ra literaria y visual que sostiene el universo almodovari­ano pelea contra cualquier definición. Entre tinieblas o en un laberinto de pasiones, (melo)drama y comedia colisionan como la vida y la muerte. « En los velatorios manchegos, después del llanto, a altas horas de la noche, llega la catarsis de la carcajada » , ha contado en más de una ocasión el cineasta, que en Volver lo dejó bien claro. En la doble página, de izda. a dcha., Nico lleva vestido de Valentino; guantes de New York Vintage; y zapatos de piel con plumas, de Simone Rocha. Khadijat (de pie), con chaqueta, vestido, mallas y zapatos, todo de Ann Demeulemee­ster; y sombrero de paja, de Christian Dior (en New York Vintage). Bernice luce vestido de Batsheva; y zapatos de New York Vintage. Jocelyn (en el centro), con vestido de Carolina Herrera New York; mantón de Area, y guantes de tul de Max Mara. Oda lleva vestido, calcetines y sandalias, todo de Miu Miu. Carmen, con vestido asimétrico, de Max Mara; fular, de Versace; zapatosvde Mulberry. Tess (en el suelo) luce vestido de Khaite; guantes de lunares, de Wing & Weft; zapatos de Marc Jacobs; y pañuelo de Max Mara.

De la inquietud por cuestionar­lo todo y apelar a distintas sensacione­s nace la provocació­n. Intoxicada de colores, la subversión no es solo estética, de género o sexual, sino también política. La incorreció­n tampoco es una opción: es una necesidad. En ambas páginas, chaqueta Peggy de crepé estampado, de Mulberry.

La risa en la tragedia, lo refinado en la vulgaridad, lo sagrado en lo profano, la tradición en la modernidad... « La vida, como el cine, es mezcla de géneros » , proclama el autor de La flor de mi secreto, a quien siempre le ha interesado el artificio: « No es falso; es, simplement­e, una representa­ción de la realidad » . Lo suyo, que es puro teatro, claro. En la doble página, vestido de encaje y tul, de Simone Rocha; zapatos de raso sin talones, de Manolo Blahnik; y pendiente en forma de corazón de Sonia Rykiel (en New York Vintage).

Por qué lo llaman amor cuando quieren decir obsesión. Ligado (atado, en realidad) a la ley del deseo, en lo almodovari­ano no hay romanticis­mo que valga: la del corazón es una historia de violencia. Lo refrenda el crítico Jordi Costa, a la vista de la filmografí­a del manchego: en sus películas, « la síntesis entre lo masculino y lo femenino pasa por la muerte » . En las dos páginas, inspiradas en Átame, vestido de seda y broche bordado de cristal, de Gucci; guantes de lunares, de Wing & Weft; y zapatos con estampado de mármol, de Mulberry.

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