Los tratamientos del futuro recurren a la neurociencia.
La aplicación de la neurociencia a la belleza es una prometedora vía de investigación cosmética. SHISEIDO lleva tiempo estudiando la conexión entre la piel, los sentidos y las emociones para desarrollar los cuidados cutáneos del futuro.
Si se busca un referente en materia de cuidado de la piel, hay que dirigirse a Japón. Es algo que está en el ADN nipón y forma parte de su cultura desde hace más de mil años, cuando ya se definía la belleza por la inteligencia y la sofisticación más que por la apariencia física; y donde se le otorga incluso el poder de cambiar las relaciones con quienes nos rodean. En la actualidad, el made in Japan en cosmética no es solo el desarrollo de productos que potencien la belleza desde el interior sino que es además sinónimo de rigor científico y liderazgo tecnológico con el fin de hacer realidad ese objetivo. En este contexto, probablemente Shiseido haya sido el principal artífice del reconocimiento mundial y la internacionalización del concepto japonés del cuidado de la piel. «La firma nació en el momento en que Japón se abría al resto del mundo después de siglos de aislamiento y se erigió en la primera farmacia de estilo occidental de Japón, al nutrir su experiencia en farmacopea asiática con los conocimientos científicos occidentales. Ahora, casi 150 años después, mantiene esa filosofía y es de las pocas empresas que combinan los principios tradicionales de belleza –el uso de ingredientes procedentes de las plantas, gestos, etc– con las tecnologías más avanzadas que los optimizan y potencian. Su objetivo es ofrecer la excelencia científica con expresiones artísticas», explica Nathalie Broussard, directora de comunicación científica de Shiseido para Europa, África y Oriente Medio, una mujer con un discurso apasionado y apasionante sobre el futuro de la cosmética y el cuidado de la piel. Un futuro que vislumbra estrechamente ligado a la neurociencia, «tanto para aumentar la eficacia de los activos como a la hora de amplificar la sensación emocional que produce el uso de un producto». Aunque todavía hay mucho que aprender, dice, el primer paso ha sido darse cuenta del estrecho vínculo que hay entre el estado de la mente y la piel y del que ha nacido un nuevo dominio médico, la psicodermatología, que tiene en cuenta los factores psicológicos en el tratamiento de las alteraciones cutáneas. En este sentido, Broussard refiere estudios que han demostrado que el estrés, y más concretamente la liberación de cortisol, tiene un efecto directo sobre la calidad de la piel, la función barrera y la inmunidad cutánea. La certeza de la conexión de la piel con los sistemas inmunológico y nervioso ha abierto una vía para desarrollos cosméticos. No obstante, según esta científica, la aromacología ha sido pionera, sin saberlo, de las neurociencias. «Si los olores actúan sobre el cerebro y el sistema nervioso, tienen consecuentemente un efecto fisiológico. Desde los años ochenta, Shiseido ha realizado numerosas investigaciones en este terreno y ha podido demostrar que determinadas notas, cuando se huelen, contribuyen a reforzar la función barrera, porque los mensajes que transmiten al cerebro se transfieren a la piel». Este es el caso de la nota de rosa, incluida en Ultimune. Además, hay otras notas, como la de jazmín –incorporada también en el nuevo serum Legendary Enmei, de Future Solution LX–, que tienen un efecto antioxidante. «La fórmula tiene antioxidantes, obviamente, pero esos olores refuerzan su efecto. Es una especie de booster», añade.
Otro de los hallazgos más revolucionarios que ha proporcionado la neurociencia es el poder de un cosmético para despertar emociones. En este sentido, Nathalie Broussard refiere un estudio realizado el pasado año que comparaba el comportamiento cerebral de una persona que se aplicaba un producto agradable y el de una persona enamorada. «Cuando aplicas por primera vez un cosmético y te gusta se registra exactamente el mismo perfil de ondas cerebrales que cuando te enamoras. Y a largo plazo, la utilización de ese producto posee el mismo efecto que una relación estable». Una muestra más que corrobora que la piel no es un órgano aislado sino que tiene multitud de interacciones. Asimismo, se ha visto como el uso de un cosmético puede activar el sistema de recompensa del cerebro y de zonas conectadas al sistema endocrino ayudando a la secreción de serotina. Conclusión: los cosméticos pueden tener un efecto psicológico y producir una sensación de satisfacción.
La inteligencia artificial es otro prometedor campo que va a permitir, y de hecho ya empieza a hacerlo, dar una respuesta personalizada a cada estado de la piel. En esta línea, Shiseido ha desarrollado Optune, un dispositivo con cinco cartuchos de fórmulas de cuidado que dispone de una aplicación que analiza los datos sobre la condición de la piel, la información ambiental (temperatura, humedad, contaminación...), el estado de ánimo o las condiciones de sueño para ofrecer el tratamiento y la dosis de producto idónea para ese día o ese momento. Igualmente, refiere Broussard, «la compañía está considerando una tecnología de ciencia de los materiales completamente nueva como otro campo de investigación para el futuro. En esta línea se encuentra Second Skin (segunda piel), una crema que hace que las arrugas sean invisibles simplemente por el recubrimiento. Estamos convencidos de que podemos crear una nueva categoría de cuidado de la piel»