EL HOMBRE ORQUESTA
Alexander Wang hace su magia con el Serpenti de Bvlgari.
Desde hace 14 años, ALEXANDER WANG capitanea todas las esferas de su marca en solitario y, aún así, ha sacado tiempo tiempo para embarcarse en colaboraciones tan insólitas como audaces. La última, la que firma con BVLGARI para reinterpretar su colección de bolsos Serpenti.
LAS oficinas de Alexander Wang, en pleno SoHo neoyorquino, son una metáfora de su universo estético: en la calle, no hay ni un solo cartel que sitúe allí su sede; pero una vez dentro, un enorme espacio diáfano iluminado por luces de neón con un sofá de cuero dibuja la personalidad nocturna, lúdica y relajada de la marca que da sentido –y contenido– a dicha escenografía. Discreto por fuera; crudo y enérgico como una sesión de techno por dentro. El diseñador nos recibe hoy para hablar de su última colaboración, la que le ha llevado a reinterpretar la línea de bolsos de la colección Serpenti de Bvlgari. Acostumbrado a declinar su universo en connivencia con otras firmas (H&M, Adidas y Uniqlo, entre otras), hablamos de lo que implican estas relaciones esporádicas, de su afán por experimentar incluso cuando soplan vientos conservadores y de cuánto pesa dirigir una empresa en solitario en un contexto en el que la competencia es cada vez más vertical.
Bvlgari es una firma de alta joyería europea y la tuya representa lo mejor del streetwear americano, ¿cómo surge esta colaboración? Bvlgari contactó conmigo hace un año y medio para ofrecerme la oportunidad de colaborar en la colección Serpenti y me hizo mucha ilusión, porque me encanta la marca. Habrá quien opine que es muy tradicional, pero para mí es una firma pionera en muchos ámbitos. No hay ninguna otra casa que, en un entorno tan competitivo, tenga hoteles, fragancias, accesorios y joyería; y Bvlgari lo hace con una excelencia increíble. Una de las primeras cosas que pedí fue visitar sus archivos, que están en Roma, y que probablemente son uno de los más ricos de la industria. Mientras estuve allí me contaron un montón de historias increíbles y hubo un par de cosas que se me quedaron grabadas. La primera, que dos de las piezas más icónicas de la colección Serpenti –el brazalete y el reloj Tubogas– estaban inspirados en los tubos de una gasolinera. La idea de que algo tan banal hubiera servido como punto de partida de algo tan exquisito me gustó porque esa es la manera en la que suelo aproximarme al proceso creativo. Y la segunda fue que me explicaron que la mujer para la que estaba concebida la colección Serpenti era aventurera e incluso un poco peligrosa. Y también conecté muchísimo con esto, porque es el mismo tipo de mujer que imagino cuando trabajo.
¿Qué tenías en mente cuando te pusiste manos a la obra? La artesanía, la integridad del diseño y el ritual implícito en el hecho de comprar un artículo de lujo tenían que estar ahí, pero había que dar una vuelta de tuerca para inyectar una nueva energía y conseguir algo un poco más subversivo. La ceremonia inherente a comprar un producto de lujo, como un bolso, la sensación cuando lo pones en tu armario, con su bolsa de tela para preservarlo del polvo... Cuando pensé en todas esas referencias me di cuenta de que ahí estaba la clave, en combinar el lujo con el diseño y hacerlo de la manera más exquisita posible, como en la pulsera Tubogas. También pensé en quién iba a ser el cliente al que iría dirigida esta colección. Bvlgari quiere conectar con una nueva generación de consumidores y esa es probablemente una de las razones por las que contactaron conmigo. Pero para mí no solo se trataba de que la colección resultara joven sino que fuera atemporal. Pensé en todas esas madres e hijas que trascienden generaciones, como Vanessa Traina y Danielle Steel o Zoe Kravitz y Lisa Bonet, a las que conozco desde hace mucho tiempo. Quería estar seguro de que mujeres de todas las edades pudieran llevar estos bolsos de una manera más moderna. Además de ser bonito, tenía que ser funcional. La confirmación de que algo es lujoso es la frecuencia con la que lo usas, cuando un accesorio se convierte en parte de tu vida. Me encanta diseñar productos, pero el mundo no necesita más productos hoy en día, necesita historias, por eso me gustó que en Bvlgari me dejaran involucrarme en todo, era importante para mí.
Después de esta colaboración y tras haber dirigido Balenciaga durante tres años, ¿trabajarías de nuevo como director creativo de una gran casa europea de moda si surgiera la oportunidad? Nunca digo nunca. Disfruté muchísimo el tiempo que pasé trabajando en Balenciaga, fue muy enriquecedor. Pero, por otro lado, mi compañía es independiente y necesito centrarme en ella, especialmente en la coyuntura actual en la que todo avanza muy rápido. Sin embargo, en estos cinco años que han pasado desde que dejé la firma, han cambiado muchas cosas en la industria y en mi propia marca. Hemos dado pasos muy importantes en términos de cómo ofrecer una mejor experiencia al cliente. Cuando decidimos cambiar el formato del desfile realmente lo hicimos porque queríamos ser más eficientes y eso me permitió ser más receptivo a otro tipo de proyectos, como los de Bvlgari o Uniqlo. Así que, respondiendo a tu pregunta, siempre mantengo la mente abierta y no lamento nada de lo que he hecho, ni el tiempo que pasé en Balenciaga.
Con 16 años fuiste a Londres para un curso de verano en Central Saint Martins, ¿fue ahí cuando decidiste que querías dedicarte en serio a la moda? Fui a Londres justo antes de mudarme a Nueva York para empezar la universidad y recuerdo estar en una casa a las afueras y hacer dos horas de autobús para salir por la noche. Era tan excitante estar en otro país, adaptarte a otra cultura, conocer a gente distinta... Fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida, como también lo fue estudiar en Saint Martins, donde te animaban a desarrollar tus ideas sin ningún tipo de restricción comercial. Fue un aprendizaje increíble, no lo olvidaré nunca.
Fundaste tu marca en 2005, con tan solo 21 años. Parece mucha presión para alguien tan joven, ¿cómo lo recuerdas? Creo que puse toda la presión en mí, aunque siempre he tenido el apoyo de mi familia. Me dejaron mudarme a Nueva York para ir a la escuela de diseño y nunca me presionaron para que me dedicara a otra cosa. Mi pasión ha dirigido mi curiosidad y me ha hecho ser resiliente en épocas difíciles. A veces hay que tomar decisiones arriesgadas, pero saber que la pasión está aún ahí mantiene viva la llama, al menos para mí. Sí, definitivamente hay mucha presión, pero yo trabajo bien bajo presión [y estalla en una carcajada].
En tu doble papel de director creativo y dueño de tu propia marca [algo cada vez menos frecuente en un escenario de conglomerados y holdings de lujo] tienes que estar implicado tanto en el diseño como en la parte más de negocio, ¿cómo casan esos dos mundos tan dispares? Creo que los ejemplos más exitosos, al menos en mi opinión, son aquellos en los que te involucras al completo y tienes una foto panorámica. A lo mejor no tienes que encargarte tú mismo de todo, pero para mí es complicado dejar de lado ciertas áreas estratégicas de la compañía. Es importante crear buenos productos, pero también lo es saber a qué consumidor te estás dirigiendo. Creo que eso es vital en este negocio: tienes que saber qué historia quieres contar y a quién se la quieres contar.
El hecho de saber que tienes que vender la inmensa mayoría de lo que diseñas, ¿limita la creatividad? No me gusta decir que la limita, prefiero pensar que eso imprime más disciplina a mi creatividad, y creo que la disciplina y la moderación son valores muy positivos en el mundo de hoy. Ahora se está debatiendo constantemente cuál es el verdadero valor de la moda. Para ciertas marcas tiene sentido ser sostenibles; para otras, tener un discurso político... Es decir, no se trata de crear cosas bonitas de manera frívola, sino de saber cuál es tu lugar y de unir a la gente. Por eso me gusta tanto organizar fiestas, porque siento que puedo conectar a la gente y eso ha sido siempre muy importante para mí.
Ahora que mencionas cuánto te gusta unir a la gente, todo el mundo recuerda todavía la Infamous Gas Station Party que celebraste hace una década. No es ningún secreto que te gusta salir y que tu estética tiene muchas influencias de la cultura de club, ¿qué es lo que te inspira tanto de la vida nocturna? Lo que me inspira, más allá de la fiesta en sí misma, es que en ese tipo de contextos la gente se desinhibe y se siente más legitimada para ser un poco más arriesgada, más curiosa, más audaz y más valiente. Tengo mis mejores ideas por la noche. Cuando sales de fiesta nacen un montón de ideas y la creatividad fluye. Me encanta examinar, inspirarme y aprender todos esos nuevos conceptos.
La biografía de tu cuenta de Instagram reza ‘Uncensored, viewer discretion advised’ (Sin censura, aviso para menores de edad) y sueles llenar tu feed con una mezcla de referencias de la cultura pop y material de tu propia marca, ¿qué relación tienes con las redes sociales y qué rol juegan en tu marca? Uno de los motivos por los que tardé en abrir mi cuenta personal es que al principio me veía a mí mismo como una marca, y creo que para mucha gente es difícil separar Alex Wang (la persona) y Alexander Wang (la firma). No siempre resulta apropiado ser la imagen de tu firma. Yo necesito poner un poco de distancia, y por eso me abrí mi propio perfil en el que puedo ser yo sin estar atado a nada ni a nadie. La marca necesita avanzar sin mí. Me encanta poder mostrarme sin censura y publicar lo que quiera sin sentir que es la marca la que lo hace. Las redes sociales [sobre todo Instagram] han tenido un enorme impacto en la industria y el mundo entero ha cambiado. Por supuesto puedes elegir libremente si participas o no, pero nosotros lo hacemos y lo celebramos.
Acabas de mencionar que el mundo está cambiando y, con él, la industria de la moda. ¿En qué momento crees que está el sector ahora? Creo que más que nunca es el momento de la innovación, no de la tradición. Me siento más libre de lo que lo he sido nunca desde que trabajo en moda, principalmente porque siento que toca asumir riesgos y probar cosas distintas, y no creo que haya una sola respuesta correcta para todo. Creo que todos estamos llamados a experimentar, porque lo más importante es ser fiel a quién eres y a lo que representas, pero soy optimista acerca del futuro porque me gusta que las cosas se agiten un poco y me siento cómodo en la disrupción