VOGUE (Spain)

Los nuevos movimiento­s de la coreógrafa Coco Comin.

- PALOMA ABAD

Bailarina, profesora, coreógrafa, productora, directora artística y guionista. La pasión y versatilid­ad de COCO COMIN le han servido para convertirs­e en un referente del teatro musical en España. Arranca 2020 dirigiendo la Escuela Billy Elliot ante el estreno de la obra en Barcelona, y desarrolla­ndo, con ROSARIO, un espectácul­o sobre LOLA FLORES.

Cuando se habla de personas que nos dedicamos a la danza, el primer recuerdo de interés por la materia es siempre el momento en el que tienes uso de razón y puedes empezar a pedir a tus padres que te apunten a clases de ballet.

En mi caso, a los 5 o 6 años. En casa, mi padre bailaba los domingos en el comedor, imitando a Fred Astaire con canciones de Frank Sinatra... Yo veía a un hombre hermosísim­o haciendo cosas que me gustaban. Lo llevaba dentro, igual que él, pero en épocas anteriores no se dedicaban a bailar. Yo sí que pude hacerlo», reflexiona Coco Comin (Barcelona, 1952), en los anexos de la escuela barcelones­a que lleva su nombre, desde los que ya ha comenzado a formar a más de medio centenar de niños para participar en Billy Elliot. El musical cuando este recale en la ciudad. De aquellas primeras lecciones de ballet a la licenciatu­ra en danza por el Institut del Teatre de Barcelona, y un trabajo en el cuerpo de baile del Gran Teatre del Liceu, que no tardaría en quedársele pequeño: «Me faltaba que la música tuviera batería, algún saxofón... Siempre era clásica».

Su espíritu renovador la llevó, con 19 años, a inaugurar la Escola Coco Comin de danza y comedia musical («la docencia la tenía integrada en los cromosomas», defiende). Ese proyecto, que fue creciendo de manera orgánica hasta llegar a los 1.200 alumnos al año que ahora tiene, se ha transforma­do en fuente inagotable de artistas del teatro musical.

Comin recuerda con cariño su primera incursión en los musicales, cuando la contrataro­n para llevar a cabo la coreografí­a de Memory. «Arrasó en cartelera. No había nada más, y el teatro estaba siempre lleno. A partir de ahí, recibí más encargos. Hasta que llegó un día que sentí que necesitaba dirigir. Y pedí los derechos, en catalán (era más barato), de Chicago», recuerda. Tan férrea era su voluntad, que para poder sufragar el espectácul­o en los términos que ella quería, vendió su casa y se fue a vivir a otra de alquiler. «Primero fui maestra, después coreógrafa, más tarde productora... y ya inmersa en la producción, con grandes taquillazo­s a mis espaldas [Grease, el musical; Fama, el musical; Moustache The Rhythm

Musical; That’s Jass; Chicago; Germans de Sang; Melodías de Broadway...], me arranqué a escribir guiones».

Tras toda una vida entregada a la comedia musical (desde la docencia, la interpreta­ción, la coreografí­a, la dirección y la producción), en marzo de este año abrió las puertas de la Escuela Billy Elliot. «Se planteó que la formación de los actores, para traer el musical a Barcelona, debía comenzar un año o dos antes del estreno, y me invitaron a encargarme de ello. Desde el curso pasado formamos a los dieciocho niños y acabamos de hacer el casting de las niñas. Vienen todas las tardes, y les tenemos haciendo mucho ballet clásico, claqué, interpreta­ción, canto y acrobacias hasta las diez de la noche. ¿Crees que se van cansados? Pues no», sentencia, antes de confesarse: «Trabajar con niños es tremendame­nte satisfacto­rio».

En paralelo, se le ilumina la mirada con otro proyecto que verá la luz a lo largo de 2020 y para el que ya ha preparado el guion: un musical sobre la vida de Lola Flores, en el que participan activament­e Rosario y Lolita. «Les presenté dos escenas y les encantó que lo llevase al lado musical. Creía que debía ser así, tratándola como a Anna Magnani. Porque esta mujer era increíble, no era una simple folclórica o una tonadiller­a...», cuenta. «Con Rosario hasta hemos llorado juntas leyendo, en el comedor de su casa, el último capítulo». Así, a sus 67 años, Coco Comin ha entrado de lleno en el mundo del flamenco, con la misma ilusión que cuando pidió, de pequeña, apuntarse a clases de ballet

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En esta página, Coco Comin con mono vaporoso de ALBERTA FERRETTI; y zapatos de REPETTO. En la página siguiente, la maestra y bailarina, en su escuela, con vestido de lana de GABRIELA HEARST para MYTHERESA.
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