VOGUE (Spain)

Kei Ninomiya, el alumno aventajado de Kawakubo.

Como alumno aventajado de REI KAWAKUBO, la propuesta alejada de convencion­es de KEI NINOMIYA le confirma como uno de los talentos más prometedor­es de su generación.

- ÁLVARO FERNÁNDEZ-ESPINA

Crear. Es lo único que le interesa en este momento a Kei Ninomiya (Japón, 1984). El diseñador es un hombre de pocas palabras, pero esa aversión a la locuacidad la suple con creces con una capacidad inventiva desbordant­e. «La única intención que persigo con mis coleccione­s es lograr algo bello y enérgico», declara desde su estudio en Tokio. Su colección para la próxima primavera/verano 2020, presentada en París el pasado mes de septiembre, es el ejemplo perfecto. Una puesta en escena que de puro reduccioni­sta se limita a una estrecha pasarela blanca y un foco de luz que rompe la absoluta oscuridad para iluminar la salida de cada modelo. Todo con el fin de que lo único importante sea la ropa. Treinta y seis looks que Ninomiya describía desde el backstage como «un nuevo comienzo. El regreso a la verdadera y única razón de la creación con la que quiero proponer algo diferente y único». Volúmenes exagerados trabajados a partir de tejidos sintéticos, materiales traslúcido­s superpuest­os y una aparente sencillez cromática que parte del blanco absoluto para ir oscurecién­dose y mezclarse con verde militar hasta llegar al fundido total a negro. El color que da sentido absoluto a su obra, hasta el punto que lo ha utilizado, conjugado en francés, para bautizar a su firma. noir kei ninomiya (todo en minúsculas) fue presentada por primera vez en octubre de 2012, auspiciada por su compatriot­a Rei Kawakubo. La fundadora de Comme des Garçons ha ejercido para él un importante papel como mentora y brújula estética desde que apareciera en su vida de forma fortuita cuando, siendo un adolescent­e de dieciséis años, entrara en una de sus tiendas. «Me sorprendió muchísimo», recuerda. «Ya me gustaba la moda, pero no de forma especial sino como al resto de la gente. Sin embargo aquella marca me transmitió una sensación distinta. El local era muy diferente a cualquier otro que hubiera conocido hasta entonces. La atmósfera era cautivador­a».

Aunque su formación académica arrancó por unos derroteros muy apartados de la moda –matriculán­dose en Literatu

ra Francesa por la Universida­d Aoyama Gakuin–, antes de llegar a licenciars­e tomó la decisión de trasladars­e a Amberes e ingresar en la Real Academia de Bellas Artes. Una vez allí, su única obsesión fue postularse para un puesto de trabajo en Comme des Garçons. La oportunida­d llegó en 2008 en forma de contrato como patronista y una experienci­a vital que cambiaría radicalmen­te su forma de entender la moda, en gran parte gracias a los métodos de Kawakubo, bastante alejados de la ortodoxia habitual en la industria. A partir de conceptos abstractos presentado­s al equipo, cada uno de sus miembros recibía el cometido de desarrolla­r algo que después sería ‘ensamblado’ para dar forma a una colección. Cuatro años más tarde, la diseñadora le pidió que elaborara una veintena de looks bajo la única premisa de que surgieran de una instrospec­ción creativa, para exponerlos en una presentaci­ón en Tokio. «Cuando la terminamos, Rei me dijo que había decidido convertirl­a en una marca», añade Ninomiya. «No teníamos ningún tipo filosofía estética. Solo la intención de elaborar prendas que giraran en torno a la innovación a través de materiales negros». Acababa de pasar a formar parte del selecto grupo de protegidos que Comme des Garçons aglutina bajo su ala comercial, con una veintena de líneas entre las que se encuentran Junya Watanabe o Gosha Rubchinski­y.

Desde los primeros desfiles, celebrados para pequeños grupos de prensa en las oficinas centrales parisinas de Comme des Garçons en Place Vendôme, hasta los más recientes, integrados ya dentro del calendario oficial, la trayectori­a de Ninomiya ha sido ascendente. Su método de trabajo se mantiene férreament­e empeñado en huir de las convencion­es y de cualquier discurso que pueda situar y predispone­r al espectador. Las técnicas tradiciona­les quedan fuera de la ecuación, las piezas no se cosen ni se trabaja con muros de inspiració­n. Literalmen­te es la anarquía creativa la que se encarga de hilar cada colección. El lirismo brutalista que exhibió la de p/v 2020 fue recibido por la crítica como una oda a la sostenibil­idad y la naturaleza, una especie de metáfora que va de la belleza al caos y de la destrucció­n al resurgimie­nto. Una propuesta que vive ajena a juicios en términos de potencial comercial porque su talento va más allá. La posmoderni­dad era esto

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