Los mejores hábitos para la salud y el planeta.
Más verdura, alimentos de temporada y de proximidad parecen ser las claves para hacer de nuestra alimentación un gesto más sostenible. Así lo afirman los expertos, que apuntan (una vez más) a la dieta mediterránea como el mejor modelo a seguir.
Salud y sostenibilidad
Hay que cambiar de hábitos por el planeta. Lo dicen los expertos en cambio climático –la ONU ha recomendado minimizar el consumo de carne roja para reducir el calentamiento global– y los nutricionistas. Tal y como explica Alma Palau, presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, podemos ayudar con nuestras decisiones de compra teniendo claros estos objetivos. «Más verdura, productos de temporada autóctonos y frescos, y comprar lo que se necesita». Objetivos parejos a los de una dieta sana.
«En general, una alimentación saludable coincide con las características que debe tener una dieta sostenible», apunta
José María Capitán Gutiérrez, presidente de la Comisión de Trabajo de Restauración
Colectiva del Colegio
Profesional de DietistasNutricionistas de Andalucía.
Ajustes necesarios
«Cada vez que pones comida en el plato puedes perjudicar tu salud y el medioambiente, o puedes ayudar», afirma Suzy Amis Cameron. En su libro El plan OMD propone cambiar una comida al día basada en carne y lácteos por verdura. Un gesto con el que, dice, se pueden ahorran 736.895 litros de agua al año y el carbono equivalente a hacer 4.952 kilómetros en coche. «Las pequeñas modificaciones contribuyen a un cambio sistémico para una alimentación sostenible», añade Eva Torremocha. Son gestos cotidianos y fáciles, como reducir el consumo de la proteína animal en favor de la vegetal; comprar alimentos a granel para evitar los plásticos y envasados; evitar alimentos ultraprocesados –Capitán Gutiérrez recuerda que para su producción se utiliza «una gran cantidad de recursos naturales que deterioran el planeta»– y evitar desperdiciar comida o agua. «Podemos cambiar nuestra forma de elaborar el menú del día y pasar del ¿qué me apetece hoy? al ¿qué me apetece hoy y que puedo hacer con lo que hay en casa?», aconseja Torremocha.
¿Qué pasa con la carne?
Teniendo en cuenta que la excesiva producción animal provoca una gran huella de carbono, es necesario plantearse si una dieta vegana es el camino más sostenible. Eva Torremocha, responsable del programa de alimentación sostenible de la Fundación Daniel y Nina Carasso en España, afirma que «la selección de la dieta es una apuesta personal e individual. Consumir carne o no es una elección personal que se basa en múltiples factores, como pueden ser la sostenibilidad, pero también el bienestar animal o la búsqueda de un equilibrio particular. La evaluación de la sostenibilidad de una dieta no depende de un único factor. Una dieta vegana puede no ser sostenible si se basa principalmente en alimentos que no son de temporada y que recorren miles de kilómetros para llegar a nuestro plato. Asimismo, consumir alimentos de origen animal puede ser sostenible si se crían localmente».
Local y estacional
Otra de las medidas que proponen los expertos en cambio climático de la ONU es aumentar el consumo local de alimentos frescos de temporada. Medida que, además de los beneficios que tiene para el planeta –«Comprar de temporada es sinónimo de que los alimentos no vienen de otro hemisferio y no han recorrido miles de kilómetros dejando una huella de carbono demasiado importante», explica Torremocha–, tiene también incuestionables beneficios para nuestra salud. «Adaptarse a la climatología y al cambio de estaciones, incorporando en la dieta los alimentos estacionales mejora nuestro bienestar físico», apunta Palau. Suzy Amis Cameron, autora de El plan OMD (Ed. Roca), insta al consumo de agricultura local para evitar el impacto ambiental que tienen los cultivos masivos. «Me encanta la idea de comer alimentos de temporada porque es una forma de alinearse con la naturaleza (y no contra ella)», añade.
Aquí, Mediterráneo
Tanto Eva Torremocha como Anna BachFaig, profesora de Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), reflexionan sobre la importancia de recuperar la dieta mediterránea como modelo de alimentación. No solo por los beneficios que tiene para nuestra salud una dieta basada en alimentos de origen vegetal y en un menor consumo de los de origen animal, sino también «porque es una buena forma de disminuir el impacto ambiental en nuestra dieta. Una investigación de un estudio de la UOC muestra que en España la adopción de este modelo alimentario implicaría una reducción del 72% de la emisión de gases de efecto invernadero». Y añade otro dato definitivo: si la totalidad de la población a nivel global adoptara el patrón de la dieta mediterránea, para el año 2050 se podría reducir el calentamiento global en un 15%