Gabrielle Chanel Essence; La Clinique La Prairie.
Más opulenta y cálida que la original, pero sin perder su identidad floral, GABRIELLE CHANEL ESSENCE sigue rindiendo un homenaje a la mujer que fue la diseñadora antes de ser COCO.
Es el segundo capítulo de una historia que empezó en 2017, cuando Olivier Polge presentaba en sociedad Gabrielle, su primer gran perfume para Chanel, un acontecimiento que solo sucede cada 10 o 15 años. Gabrielle nacía para ser digna descendiente de aquella primera fragancia –Nº 5– que hizo historia y expresara olfativamente la personalidad de una mujer que vivió rompiendo moldes.
En este segundo episodio, el perfumista ha hecho evolucionar el ramo de flores blancas del eau de parfum, manteniendo su carácter. «Gabrielle Chanel Essence mantiene la asociación floral original pero enaltece el nardo, apoyado por notas más cremosas para resultar más envolvente. El nardo se impone dejando una estela más embriagadora e intensa», explica. «No es una flor fácil . Hay que domesticarla –continúa Polge–. No me emocionan los grandes e ilustres perfumes de nardo. Como soliflores toman demasiado de su personalidad y dejan poco a la imaginación. Un nardo en Chanel no podría ser tan figurativo, caricaturesco o ruidoso. Al liberarlo de sus facetas difíciles, apoyándolo y difuminándolo con otras flores puestas a su servicio y escoltándolo con una estela más carnal, encontramos esta pequeña sinfonía de abstracción tan querida por la maison». Y resume: «Es una fragancia más opulenta, como sumergida en un néctar de flores y bañada por una luz más cálida»