El imparable ascenso (viral) de Cecilie Bahnsen.
En menos de cuatro años, la diseñadora danesa CECILIE BAHNSEN ha colocado su firma homónima en el punto de mira de la industria de la moda. Viralizados a través de las redes sociales, sus diseños, femeninos y esculturales, ya cuelgan del guardarropa de Ar
No es sencillo llegar al gran público cuando te quedas fuera de los cuatro puntos cardinales de la industria de la moda (entiéndase las pasarelas de París, Milán, Nueva York y Londres, todas ellas cargadas de marcas foráneas). Sin embargo, en tan solo cuatro años, la danesa Cecilie Bahnsen ha colocado su firma homónima, emplazada dentro de la semana de la moda de Copenhague, en un lugar privilegiado, con presencia en puntos de venta tan relevantes como Selfridges, Galerías Lafayette, Net-a-Porter o Farfetch, miles de menciones en las redes sociales, y una nutrida clientela, entre la que se incluyen nombres como el de Ariana Grande y Leandra Medine. «Lo que me gusta de Instagram es que puedes invitar a todo el mundo a formar parte de tu universo. Es emocionante observar cómo mujeres de diferentes lugares y estilos llevan mis diseños. Cómo logran hacerlos suyos», afirma.
Licenciada en diseño de moda en el Real College of Art de Londres y finalista en 2016 del prestigioso premio LVMH, la creadora danesa se dio de bruces con esta vocación cuando, con doce años, al realizar unas prácticas de un curso de verano en un colegio de diseño danés, se percató de que su afición por el dibujo y la moda se podía convertir en una forma de vida. «Desde entonces he aprendido que la creatividad no es suficiente para lograr el éxito. Sin embargo, aquel primer contacto con ese universo lleno de sueños y pasión todavía me sigue inspirando», concede. En 2016, y
tras realizar prácticas en diversas firmas de Londres y París, entre ellas Erdem o John Galliano, Cecilie Bahnsen decide embarcarse en su propia aventura. «Produje la primera colección yo sola en el salón de mi casa y decidí presentarla en un showroom durante la semana de la moda de Londres. Para mi sorpresa la compraron íntegra, y en exclusiva, en Dover Street Market. Estaba persiguiendo mis sueños, pero no sabía que podían convertirse en realidad», asegura.
Sus diseños, en su mayoría vestidos de delicada factura y formas esculturales, resumen dos de sus principales influencias, el minimalismo danés y el romanticismo parisino: «Ambos lugares me han enseñado el amor por los acabados artesanales. Para mí, el diseño se basa en la poesía y en la emoción que se encuentra en la ropa hecha a mano». Es este sello personal, inequívocamente reconocible y ajeno a tendencias pasajeras, el responsable de su actual éxito y de un futuro igual de prometedor. «Creo que hemos logrado explicar quiénes somos, cómo es nuestra mujer y nuestra silueta. Ahora ha llegado el momento de añadir más prendas y divisiones», explica