GUITARRICADELAFUENTE
Una canción de cuna, Nana triste, hizo que España despertara para conocer su talento. Álvaro Lafuente (Benicàssim, 1997) –en la imagen de la página de apertura– era apenas un desconocido cuando la cantante Natalia Lacunza, una de las voces surgidas de la mediática Operación Triunfo, presentara en junio del pasado año esta pieza melancólica como debut de su carrera discográfica. Con diez millones de visualizaciones, el gesto sirvió para que todo el mundo se preguntara quién era el joven de rizos que tocaba la guitarra junto a ella, vestido de Carlota Barrera. «Un amigo en común le había enseñado la única canción que yo tenía por entonces, Guantanamera; me escribió por Instagram y así surgió la unión», recuerda él. A partir de entonces, Álvaro mutaría en Guitarricadelafuente, a propósito del instrumento que le acompaña desde su infancia, cuando empezó a tocar en el pueblo turolense de Cuevas del Cañart del que es oriunda su abuela materna. «Comencé a cantar en la intimidad, pero fue en un momento de crisis existencial cuando hacerlo en serio se volvió casi una necesidad», arguye. Canciones como El conticinio, ABC o Agua y mezcal, cuyos vídeos musicales ofrecen un tributo a la vida rural combinada con camisas de Jacquemus y melancolía estival, constatan una mente poética capaz de hacer florecer letras tan abstractas como incitantes, destilando referencias que van de The Beatles a la jota. «La música actual es justo eso, una fusión constante entre géneros que antes vivían segregados por barreras. Me gusta pensar que canto para un mundo sin prejuicios. Supongo que ese es mi sueño», concluye.