La generación WON abandera los nuevos estándares.
Los ganadores de Vogue Who’s on Next abanderan el futuro de la moda española. Aquí, tres de ellos –JUAN VIDAL, LEANDRO CANO y CARLOTA BARRERA– dialogan sobre cómo la industria debe adaptarse a ese devenir y a los nuevos estándares que la sociedad demanda.
En 2014 Juan Vidal (Alicante, 1977) fue premiado como ganador del concurso Vogue Who’s on Next. En 2017 le llegaría el turno a Leandro Cano (Jaén, 1984). Y, el año pasado, fue Carlota Barrera (Gijón, 1992) la que se alzó con el reconocimiento. Juntos, los tres diseñadores encarnan una muestra heterogénea de lo que ha supuesto este certamen apoyado por Inditex, cuyo fin es potenciar el talento emergente de la moda española. Pero también algo más: el futuro; el devenir de la industria en su sentido más ambicioso.
Una moda –la que viene y vendrá– que, más allá de la estética, anida sobre los mismos
valores y preocupaciones que tejen el espectro social contemporáneo. En pleno 2020, sostenibilidad, diversidad, viabilidad o nuevas generaciones ocupan la conversación. También en el sector de la moda. De ahí que los tres creativos hayan accedido a sentarse y charlar sobre esos estándares que hoy determinan el destino de la industria y el suyo propio. Un panorama ante el que la primera pregunta es obligada: ¿hacia dónde mira el futuro de la moda?
«El futuro mira hacia nosotros. Hacia el autor, hacia lo nuevo. Creo que son muchos los nuevos diseñadores que van apareciendo y todo se está dirigiendo hacia algo más independiente y más fresco», defiende Juan Vidal sin titubear. Una visión que comparte Leandro Cano, y sobre la que se apresura a añadir una puntualización clave: «Mira hacia nosotros, sí, pero mira hacia dentro también. Hacia el origen. Creo que la sociedad ha tocado fondo y ahora todos empezamos de cero».
Y si ese tocar fondo encarna la sobreproducción, el consumismo y el ritmo frenético; el mirar hacia dentro –y hacia delante– habla de conciencia, paciencia y, de un modo más pragmático, también de artesanía. Una disciplina que, no en vano, ha supuesto uno de los
motores básicos de los tres creadores a lo largo de sus trayectorias. «Para mí, la artesanía es primordialmente belleza», expone Vidal. «Es pasado, porque tiene ese punto nostálgico, pero de otra forma también es futuro porque es lo que nos diferencia de la máquina», añade. Una visión que comparte Carlota Barrera: «Es muy triste que haya técnicas que estén en peligro de extinción y me parece muy necesario que haya figuras que las transporten al mundo contemporáneo. Es enriquecedor para todas las partes». Además, tal y como apuntan todos ellos, a esa labor preservadora de la artesanía se une su influjo sobre otra de las grandes tareas pendientes de la industria: la ya mencionada –y atragantada– sostenibilidad.
El medioambiente marca la agenda mundial y también a su defensa se une la industria que, con ella en mente, estipula nuevas estrategias que cambien el curso natural seguido hasta la fecha. «Para mí, la sostenibilidad es concienciarte sobre el consumo innecesario con el fin de no tener que destruir nada para construir», defiende Leandro Cano. «Yo opino igual, me parece muy bien que se investiguen nuevos materiales y nuevas formas de reciclaje, pero siempre diré que la mejor forma de sostenibilidad es comprar menos y mejor», continúa Barrera. O, como Vidal condensa: «Compra menos, compra mejor y más especial».
Un mantra que, sin embargo, resulta más sonoro que efectivo, tal y como ellos mismos confiesan. «Se está logrando poco a poco», resume el diseñador jaenés. «Durante muchísimo tiempo la gente ha sido educada para no dar valor a la ropa y ese es un gran problema», coincide Vidal, al tiempo que Carlota Barrera desarrolla: «No afecta solo a la ropa, sino a todo. Vivimos en la cultura de la inmediatez en la que todo es de usar y tirar: el móvil, el ordenador, las personas, las relaciones...».
Y ante esta espiral de tendencias fugaces cada vez más afilada, es inevitable despertar al elefante en la habitación de si la concienciación, como todo, también pasará. «Esperemos que se quede, pero en cierto modo sí es tendencia y temo que, efectivamente, acabará pasando», reconoce Leandro. «Desde luego hay una nueva generación que tiene otra forma de pensar. Como profesor en varios centros, estoy en contacto con gente de 18 y 19 años y veo que no es una tendencia más, es una forma diferente de ver la moda y el consumo», explica por su parte Vidal. Y este no es el único estándar que los diseñadores someten a juicio. La diversidad, presente en cada nuevo capítulo del sector, parece haber alcanzado por fin el estatus necesario para prevalecer pero, también ahí, hará falta esfuerzo y compromiso.
«Estamos ante un momento de mayor visibilidad pero, en realidad, la inclusividad nunca ha sido rechazada por el sector», apunta Juan Vidal rompiendo una lanza a favor de la industria. «Donde antes has visto a hombres vestidos de mujer ha sido en la moda. En mayor o menor medida, el nuestro es uno de los ámbitos que mejor ha aceptado todo este progreso, absorbiendo los cambios de los pequeños guetos», continúa. Una observación con la que coincide la diseñadora asturiana, pero a la que suma una autocrítica determinante: «Se han hecho cosas en moda, pero yo, por ejemplo, nunca he visto paridad entre razas. Esto es lo que tiene que cambiar». Y precisamente ahí, en ese escueto alegato, se encuentra el ejemplo definitivo de que, pese a la incertidumbre que acarrea el futuro –incluido el de la moda–, el camino a seguir está perfectamente definido. E, irónicamente, es esta nueva generación la que –con los valores por bandera– sabe perfectamente what’s next