Van Noten y Lacroix, un guiño conjunto al folclore español.
La invitación de DRIES VAN NOTEN a CHRISTIAN LACROIX para participar en su colección p/v 2020 arroja como resultado una propuesta bella y emocionante con guiños al folclore español. Una colaboración inverosímil, en perfecto equilibrio entre el exceso y la contención, cuyo producto final es más que la suma de las partes.
Estábamos empezando a preparar la colección de primavera/verano 2020 y echando un vistazo al moodboard me di cuenta de que había muchas imágenes que correspondían a desfiles de Christian Lacroix de los años ochenta», recuerda Dries Van Noten (Amberes, 1958). «No quería que el desfile se convirtiera en un homenaje, en algo nostálgico. Porque muchas veces este tipo de reconocimientos se usan para robar las ideas del otro. Así que le mandé un mail para preguntarle si quería participar». La respuesta afirmativa del creador francés tuvo como resultado una de las colecciones más emotivas y aplaudidas de la última semana de la moda de París, una que logró levantar de sus asientos a un público incisivo
y resabido, y que recuperó la magia perdida en la industria del lujo. «Cuando me planteé esta colección pensé en el momento extraño que nos ha tocado vivir, con Donald Trump, Boris Johnson, el Amazonas ardiendo... Para mí, la moda tiene que reflejar lo que sucede en el mundo, y ahora mismo este no es un lugar muy agradable. Así que tenía dos caminos: hacer algo gris y deprimente o todo lo contrario, usar la moda no sé si como un sueño, pero sí como una cura», afirma.
La respuesta la encontró en la belleza, el exceso y la libertad inherente a la alta costura de los años ochenta y noventa, y en un creador que echó el cierre a su firma hace ya una década. «Nunca estuve triste por dejar la moda porque en realidad nunca fue santo de mi devoción. Hay pocos diseñadores que admire y Dries es uno de ellos. Así que, cuando recibí el correo, sentí curiosidad», comentaba Lacroix en el backstage tras el desfile. Al primer encuentro, llevado a cabo en secreto el pasado mes de marzo en las oficinas de París de Puig, propietario actual de la marca, se sucedieron otros seis, ya en el cuartel general del creador belga en Amberes. Allí, la negociación estética entre maximalismo y minimalismo, entre ornamentación y sencillez, se resolvió en una colección soberbia, que manifiesta la personalidad de ambos creadores. «Nunca ha sido una competición de egos. Tuvimos que aprender a entendernos y a encontrar el equilibrio entre fantasía y realidad. Es maravilloso
diseñar una falda con 80 metros de tejido, pero el precio final tiene que ser realista. Para mí era muy importante que los diseños fueran contemporáneos, que todas las prendas se pudieran llevar hoy», concede el creador belga. «También es fundamental aclarar que esta colección ha sido diseñada por mí y por mi equipo, aconsejados y dirigidos de alguna forma por Christian, por su sabiduría y sus conocimientos de confección y de alta costura». A las faldas de cola combinadas con camisetas de algodón, los brocados rebajados con sudaderas y los trajes de chaqueta coronados por tocados de plumas se sumaba, como cierre del desfile y escoltado por ambos diseñadores, un vestido de novia, de tul y volantes sobre vaqueros y camiseta, que resumía la entente de esta colaboración. «En un mundo tan egocéntrico como el de la moda, es ilusionante pensar que dos personas creativas pueden trabajar juntas, que se pueden entender y que el resultado es favorable», asegura Dries Van Noten.
El folclore español, uno de los elementos comunes a ambos creadores, por no decir el único, se atisba en la mayoría de los diseños de la colección, materializado a través de los lunares, los volantes, los bordados de pasamanerías y las toreras adornadas con azabaches. «Christian nació en Arlés, en Francia, donde se practica el toreo, y en su toda su carrera han estado presentes estos elementos, sobre todo los referentes a la cultura gitana. Pero igualmente en la mía. He diseñado colecciones de hombre completamente inspiradas en la vestimenta española, y otras de mujer que reflejan los volúmenes de Cristóbal Balenciaga. España siempre está en mi cabeza», concede. También ha entrado a formar parte de su compañía. En junio de 2018, Dries Van Noten se decidía a vender una participación mayoritaria a Puig, sorprendiendo a una industria que había previsto otro tipo de movimientos. «Es verdad que en estos años he tenido varias propuestas de grandes conglomerados del lujo. Pero nadie me ofrecía lo que ellos». Libertad creativa y la seguridad de poder seguir trabajando desde Amberes inclinaron la balanza a favor del grupo español: «Siempre me he enorgullecido de ser completamente independiente, pero el año pasado cumplí sesenta años y tengo una responsabilidad con la gente que trabaja conmigo, con mis proveedores, con mis clientes. Habrá un momento en el que quiera parar y necesito un futuro cierto para mi compañía. Por eso aposté por un socio que no quisiera cambiar mi forma de entender la moda, que no quisiera deshacerse de nuestros treinta años de historia».
Perteneciente al grupo de los Seis de Amberes, junto a Ann Demeulemeester o Dirk Bikkembergs, Dries Van Noten irrumpió en el panorama internacional cuando, en 1986 y en la semana de la moda de Londres, alquiló junto al resto de sus compañeros un camión donde expusieron, y pusieron a la venta, sus colecciones. Su estética intelectual y su integridad creativa han marcado desde entonces una sólida carrera con un modelo de negocio que, al contrario de lo que ocurre en el resto de las firmas de prêt-à-porter, se sostiene en la línea de ropa y no en la de accesorios o de belleza. «Por eso mismo era muy importante que las prendas del desfile que hemos diseñado junto a Christian Lacroix fueran accesibles, que no superasen en precio al resto de mis colecciones», explica. En un momento actual en el que las colaboraciones aparecen y desaparecen a la velocidad de la luz, además de ser utilizadas como simples herramientas de marketing, la unión de ambos creadores supone un mensaje de esperanza para toda la profesión: «La moda se ha convertido en un negocio en el que solo importa la publicidad y la comunicación. Al trabajar con Christian Lacroix he recordado que la moda debería versar sobre la emoción y la belleza»