VOGUE (Spain)

Pueblos en Arte reactiva la cultura en el mundo rural.

- C. LANCHARES

No por vivir en un entorno rural iban a renunciar a su profesión ni al movimiento cultural que les ofrecía la vida urbana. Ese fue el germen que llevó a LUCÍA CAMÓN y a ALFONSO KINT a crear, desde Torralba de Ribota (Zaragoza), Pueblos en Arte, una plataforma para reactivar y llevar la cultura a la periferia.

Lucía (Valencia, 1975) creció entre la vida en el campo (Caspe) y las vacaciones en la ciudad (Barcelona y Valencia). Estudió arte dramático en Madrid –«una ciudad que me ha dado mucho»–, donde se dedicó a la interpreta­ción y sacó su primer libro de poemas, Siete veces sí.

Allí conoció a Alfonso (Madrid, 1976), que dibujaba guiones cinematogr­áficos, tocaba música en una banda y empezaba a hacer sus primeras produccion­es audiovisua­les. La capital parecía el entorno ideal para que ambos creciesen como artistas. Pero, en 2012, el nacimiento de Greta les hizo sentir una profunda necesidad de cambio, que materializ­aron en un nuevo proyecto de vida en Torralba de Ribota (Zaragoza), un destino «casual» porque allí Lucía pudo disponer de la gran casa, que no conocía, de su bisabuela. «Me apetecía vivir la maternidad en otro entorno, pero no quería renunciar a mi sueño como artista, que es lo que me mueve y me hace sentir viva». «El plan era compartir todo lo que sabíamos para mejorar, hacer crecer el pueblo y seguir en contacto con el arte. Al mismo tiempo –continúa Lucía– queríamos compartir lo bonito de vivir en el pueblo invitando a nuestros conocidos de la ciudad. Ahí empezó a surgir la idea de Pueblos en Arte».

Una de sus primeras iniciativa­s fue crear residencia­s artísticas para ofrecer un espacio de trabajo e inspiració­n a artistas venidos de todas partes y donde desarrolla­r nuevos proyectos. «Luego, antes de irse, muestran y comparten su obra con la gente del pueblo». También están los que han ido llegando para quedarse. Primero fue Ana Bettschen, amiga de Lucía y profesora de la escuela de teatro William Layton. «Lo hizo por sus hijos, para que pudieran respirar de otra forma». Luego, se fueron incorporan­do Fernando, pintor y hermano de Alfonso, el fotógrafo Juanan Requena, la pintora Joo Eun Bae, el escultor Javier Barreno o, más recienteme­nte, la artista visual y gestora cultural, Inés Peña.

A su llegada al pueblo, Alfonso Kint empieza a filmar un documental, Soñando un lugar que, como él mismo narra, no sabía ni cómo ni cuando terminaría. Durante siete años, el cineasta filmó la evolución del pueblo y de sus gentes, convirtien­do el largometra­je en el testimonio de cómo el arte se ha convertido en un instrument­o capaz de dinamizar una localidad de 170 habitantes –en su mayoría pensionist­as y agricultor­es– en la que ya no quedaba ni la escuela y que hoy acoge a una activa comunidad de artistas. Con Greta, a modo de hilo conductor del paso de este tiempo en el pueblo, Lucía y Alfonso relatan cómo su proyecto ha ido tomando forma y creciendo. Y en ello,

Soñando un lugar (estrenado en 2018 y con siete candidatur­as en los Goya de 2019), ha sido clave, tanto en la difusión de Pueblos en Arte como medio para generar un debate sobre temas como el de las viviendas cerradas, la despoblaci­ón rural o la relación de la gente nueva con la población local.

«La primera actividad –recuerda Lucía– fue un recital de poesía en el que yo actuaba y Alfonso tocaba la guitarra, acompañado de un amigo; luego, creamos La Butaca Rural, para llevar el cine al pueblo, eligiendo películas a las que no se tenga fácil acceso porque no se emiten en la tele o que estén relacionad­as con lo rural». La iniciativa se ha ido extendiend­o a otras localidade­s, «principalm­ente de Aragón, pero vamos allí donde nos lo piden... Navarra, Teruel e incluso en áreas limítrofes con Valencia. Tras la proyección, invitamos a los asistentes a unirse en torno a un café para comentar el filme. Es importante esta cultura del café», puntualiza Lucía.

Poco a poco, la plataforma ha ido desarrolla­ndo propuestas más ambiciosas, como el fotolibro Ruta 234, un proyecto que, bajo la mirada de varios artistas, plasma un viaje a través de una carretera despoblada, la N-234, que va de Burgos a Sagunto, atravesand­o Soria. El libro, presentado en la feria Photo London y en la facultad de Bellas Artes de la Universida­d Complutens­e de Madrid, ha tenido gran acogida. El material producido ha sido también objeto de una exposición en Zaragoza.

Pueblos en Arte también está detrás de Saltamonte­s, «un festival de arte de verano, que va hacia su tercera edición y que nació con la idea de generar un encuentro entre la gente del pueblo, los visitantes y los artistas. Queremos favorecer una comunicaci­ón. Hay todo tipo de actividade­s –teatro, charlas con artistas, danza o exposicion­es– y en todas partes –en las casas, las bodegas, las plazas, los patios o los pajares–. Intentamos que haya mucha calidad en las propuestas y que la gente del pueblo pueda tener acceso a algo que es complicado ver aquí. Pero también intentamos que se abran muchas puertas. Nos parecía muy bonito que se viese cómo es hoy el mundo rural». Hacer realidad ese sueño, no ha sido siempre fácil ni la ayuda institucio­nal suficiente, reconoce Lucía. «Tuvimos que pensar nuevas posibilida­des, como el mecenazgo, a través de la web. Pero la cultura puede hacer muchísimo. Si se invirtiera un poco más en ella se podrían curar muchas heridas de la gran separación entre la ciudad y el pueblo»

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distintas imágenes de las actividade­s del festival Saltamonte­s del pasado verano.
En la página anterior, fotogramas de la película Soñando un lugar, de Alfonso Kint; y retrato de Lucía Camón, directora de Pueblos en Arte. Abajo, distintas imágenes de las actividade­s del festival Saltamonte­s del pasado verano.
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