EN SUS MANOS
El pulso entre vanguardia y tradición del diseño de Loewe.
EN septiembre de 2013 el grupo LVMH nombraba a Jonathan Anderson (Magherafelt, Irlanda del Norte, 1984) director creativo de Loewe. Muchos se preguntaron entonces si este joven creador, cuya única experiencia al margen de su propia firma consistía en un año escaso en el departamento de merchandising de Prada, sería capaz de reflotar una firma con un legado brillante pero un presente un tanto dudoso. Tras la tormenta inicial (no solo modificó el logo y movió el departamento de diseño de Madrid a París, sino que se aventuró a reformular la estética ya asentada de la casa española: «A la gente no le gustan los cambios», asegura), llegó el éxito, económico y creativo, de un proyecto ambicioso que ponía el foco en la artesanía, obsesión última del creador británico. Sus diseños, en la frontera entre lo comercial y la vanguardia, muestran sin complejos la labor de los artesanos, reintegrando y poniendo en valor este trabajo manual en las colecciones de prêt-à-porter, y convirtiéndose en un vehículo más donde mostrar lo que el ser humano es capaz de hacer.
Su labor en la visibilización de técnicas ancestrales le llevó también a crear en 2016 el premio Loewe Foundation Craft, que reconoce el trabajo de creadores artesanos de todo el mundo, además de involucrar a estos, y a otros tantos, en la exposición anual para el Salone del Mobile de Milán. En su última colección, en la que resuenan ecos del Siglo de Oro español, vuelve a insistir en este aspecto, poniendo esta vez el foco en las diferentes e intrincadas técnicas de encaje, ejecutadas por especialistas en diferentes ciudades españolas y europeas, e introduciendo nuevos modelos de bolsos que son a su vez una evolución de los presentados en Milán. La extraordinaria acogida de crítica y público de sus propuestas no es más que la consecuencia de un discurso coherente que ha sabido comprender el momento actual, la necesidad de una moda con implicaciones culturales y más pegada a la tierra.
Las reseñas de tu colección p/v 2020 para Loewe fueron abrumadoras. ¿Te esperabas esta respuesta? Nunca presupongo ningún tipo de reacción positiva porque siempre creo que puedo hacerlo mejor. Pero es verdad que ha sido una gran temporada. En España, Loewe es muy famosa, pero en el resto del mundo probablemente no. Es trabajoso dar a conocer una firma. Creo que es ahora cuando la gente se está dando cuenta de lo que tratamos de hacer.
¿Te preocupan las críticas? Hace mucho tiempo tomé la decisión de que nunca volvería a mortificarme, o a dejar influenciarme por ellas, que iba a seguir mi propio camino.
En el ‘backstage’ usaste las palabras etéreo, poético y aristocrático para describir esta colección. ¿Podrías profundizar en esta explicación? Cuando visito los museos en España siempre voy en busca de iconografía, como por ejemplo la de Velázquez. En sus cuadros puedes encontrar formas desproporcionadas o puntos de fuga exagerados. Yo soy de Irlanda del Norte y cuando pienso en España, en su tradición textil, en gente como Cristóbal Balenciaga, lo que me viene a la mente es el drama, los volúmenes teatrales. Pensé en cómo podríamos reflejar esto en nuestros diseños. Estuvimos estudiando las siluetas y la confección de las prendas en estas pinturas para trasladarlos de alguna forma a la colección.
Mucha gente entendió los tres vestidos, en negro, amarillo y lila, con pronunciadas caderas, como una referencia a las meninas de Velázquez. ¿Hay realmente algún tipo de conexión? Curiosamente, nunca tuvimos ese cuadro como referencia. De hecho, si te fijas, es un patrón que hemos repetido ya en varias colecciones. La creatividad tiene una manera curiosa de manifestarse y de materializar imágenes que se quedan grabadas en tu mente. Creo esta influencia de la cultura española ha explotado en esta colección, y lo ha hecho porque de alguna forma yo lo rechacé desde el principio. No quería ser obvio utilizando a Velázquez como inspiración. Pero está claro que este cuadro, Las Meninas, tan importante, tan significativo, y tan moderno por su sentido de tridimensionalidad, ha encontrado el camino para colarse en mi mente mientras diseñaba esta colección.
Esta es una colección artesanal con un estilo historicista modernizado. Las caderas pronunciadas, el encaje, los volantes... ¿Compartes esta descripción? ¿Hay algún aspecto de la cultura y la historia de España que haya captado tu atención? Creo que siempre ha estado ahí. Cuando empecé en Loewe lo cambié todo y creo que la gente en España pensó que estaba loco. Quería resetear y volver a los años setenta, la que probablemente haya sido la época de mayor apogeo de la firma. En los setenta, Loewe se convirtió en manufactura y era una firma increíblemente moderna. Las tiendas eran fantásticas.
Incluso te atreviste con el logo. El logo de Loewe ha tenido probablemente 18 versiones diferentes, pero cuando lo cambié al llegar la gente se escandalizó. Quería restaurarlo, como en una pintura, quitarle el barniz que le sobraba. Pero ocurre que en España Loewe es muy importante porque es la única firma de lujo que hay, además de ser una de las marcas más antiguas de manufactura de bolsos. Pero el mundillo de la moda es muy cínico y sé que la gente me juzgó por eso. Mi único pensamiento era que si podíamos darle la vuelta a Loewe, entonces podríamos dar trabajo a más gente. Para mí, hacer bolsos en España es muy diferente a hacerlos en Francia o en Italia. Las manos son diferentes. Lo importante para mí siempre ha sido poner de relieve esa forma peculiar que tiene Loewe de trabajar la piel.
Volviendo a España como influencia, ¿de qué forma está presente en tu visión de la firma? Cuando aterricé en Loewe se estaban haciendo pesados abrigos de cuero y eso no iba conmigo ni con la visión que yo tenía de España. No veía reflejada la emocionante vida nocturna de este país, ni las películas de Almodóvar, ni esa sensación de bullicio que tengo cuando pongo algún canal de televisión en Madrid, aunque no entienda nada de lo que están diciendo. Creo que en España hay una cierta apertura sexual que es muy diferente de lo que pasa en Italia o en Francia. Está más liberalizada. Quiero eso para Loewe. Quiero esa clase de orgullo. No soy español pero paso mucho tiempo aquí y quiero que la gente esté orgullosa de que Loewe sea una firma española. Es importante. Es culturalmente importante.
¿Por eso se creó el premio Loewe Craft? Es una de las razones. Por eso estamos también invirtiendo en fábricas locales, en desarrollo. Si no apoyamos el proceso de fabricación de los bolsos podemos acabar como en Gran Bretaña donde se ha perdido por completo la artesanía. Es mi responsabilidad que las cosas se hagan correctamente.
En la página siguiente, top de encaje bicolor y cinturón de piel con perlas, ambos de LOEWE.
Pero todo esto sin nostalgia. A veces la gente quiere mantener las cosas como están, pero el mundo ha cambiado y nos comunicamos de manera diferente y es importante dirigirnos no solo a la gente de aquí, sino al mundo entero. Cambiar para seguir igual.
¿En qué se diferencia Loewe del resto de firmas? Somos una marca española, no francesa, ni italiana. Y estoy orgulloso de ello aunque no sea español ni viva aquí. Hay muchas marcas francesas pero solo una española. No puedes definir España por el flamenco o por su bandera, sino por su gente. Tenemos una gran oportunidad por delante, porque contamos con un legado y una historia únicas, además de los mejores artesanos. Hemos hecho cosas para la realeza y la aristocracia en los años cuarenta, pero necesitamos sobrevivir otros cien años. Y la única forma de hacerlo es a través de las manos de la gente que trabaja aquí.
Aunque la artesanía siempre ha sido parte fundamental de tu trabajo como diseñador, esta colección muestra más claro que nunca su relevancia en tu trabajo en Loewe. ¿Podrías explicar de qué forma han estado los artesanos implicados? La gestión de los artesanos requiere un grado alto de compromiso. Solemos hacer, por ejemplo, bolsos en un número muy reducido y, si funcionan, ampliamos los modelos en la siguiente temporada. Esto exige encontrar más artesanos capaces de hacer lo que nosotros queremos. En esta colección hemos explorado el universo de los encajes, y la tarea de dar con esos artesanos capaces de realizar este trabajo ha sido ardua. Algunos están en España, otros en Francia, otros en Italia... Puede sonar ridículo, pero me gusta la idea de gente que hace cosas con sus manos. Alguien que a partir de unas cintas de cuero puede hacer un bolso. Yo no puedo hacerlo.
En este número de ‘Vogue’ celebramos la España rural. ¿Estás familiarizado con sus paisajes y sus pueblos? Crecí en Gran Bretaña y siempre me ha apasionado la campiña inglesa, pero desde los últimos dos años estoy obsesionado con el campo español. Un día, definitivamente, me compraré una casa aquí, en las montañas, en los Pirineos por ejemplo, con cañones y valles, y unos paisajes salvajes que nunca podría tener en mi país.
¿Y con el folclore y la artesanía española? Por supuesto. Las cestas y muchas de las piezas de mobiliario de las tiendas están elaborados aquí. También estamos intentando fotografiar todos nuestros lookbooks en España [los últimos catálogos de hombre, Publications, se han realizado en ciudades españolas como Cuenca, Cádiz, Segovia o Aranjuez]. España es muy diferente de otros países en Europa, porque tiene muchas regiones diversas, con una artesanía muy rica. Madera, terracota, loza... Objetos que se llevan haciendo de la misma manera desde hace siglos. Muchas de ellas están en nuestras tiendas. Si quisiésemos hacer esto en Inglaterra, sería prácticamente imposible.
¿De verdad? Eso es muy triste. Mucho. Tenemos que darnos cuenta de que la artesanía es el corazón de cada sociedad. Estamos hablando mucho de medioambiente, pero esto es un aspecto cultural terriblemente importante. Además, protegiendo la artesanía, protegemos el planeta y las comunidades. En Irlanda del Norte teníamos algunas de las mejores manufacturas de camisas. Las marcas de lujo fabricaban aquí. Pero lo dejamos morir y ahora hay pueblos que han perdido cientos de empleos. Y eso no volverá. Se acabarán perdiendo esas comunidades, lo perderemos todo. En cierta forma cuando llegué a Loewe me dije, ‘no somos una firma de lujo, no vamos a ser una firma de lujo’. No quiero ser el Hermès español, quiero ser simplemente Loewe.
Pero Loewe es una firma de lujo. No creo que hoy en día seamos una firma de lujo. No creo que el contexto de lujo siga existiendo como tal. Es una fantasía. En los años noventa y en la primera década del siglo XXI, concebimos la idea de firma de lujo como herramienta de marketing. Básicamente, estas marcas son manufacturas, tienen fábricas propias, gente que trabaja para ellos, son un conjunto de activos. Cuando fabricas productos, si pagas lo correcto a un artesano, si lo haces con los materiales adecuados, el resultado tendrá que tener un precio justo. Tenemos que empezar a darnos cuenta de que las camisetas no crecen en los árboles. Las cosas están hechas por gente y necesitamos empezar a cuestionarnos la responsabilidad cultural, así como la medioambiental, del sistema actual, porque estamos en un momento decisivo.
¿Es la artesanía entonces una de las respuestas de la industria de la moda a la crisis climática? Tenemos que darnos cuenta de la necesidad de lograr un equilibrio entre el elemento humano y el medioambiental. Por lo que si dejas sin trabajo a mucha gente, aparecerá un problema en el otro lado. Por eso creo que las firmas tienen que empezar a devolver a la sociedad parte de lo que reciben. Por eso creamos el premio Loewe Craft, por eso trabajamos con diferentes tipos de organizaciones, por eso es importante seguir creciendo para dar empleo a más gente. Cómo ayudas a la gente y al medioambiente deberían ser los fundamentos de cualquier negocio hoy en día. Y para mí, nada de eso suena lujoso, para mí, este ecosistema tiene que ver más con la cultura que con el lujo.
Como diseñador, ¿cómo te enfrentas al reto de la emergencia climática? Loewe forma parte de LVMH, donde desde hace 15 años están estudiando fórmulas de lo que debemos y no debemos hacer. Hemos hecho esfuerzos titánicos y estamos trabajando en soluciones a largo plazo. Me niego a usar todo esto como una herramienta de marketing.
¿No queréis comunicar los pasos que vais a dar? Sí lo hacemos, pero nunca se nos ocurriría decir que vamos a ser ‘cero emisiones’ porque es realmente difícil lograrlo. Prefiero ser realista y decir que tenemos un gran problema por delante que a va requerir de un gran esfuerzo por parte de todos. No tiene sentido colocarnos delante de los clientes y decir que somos perfectos, porque no lo somos. Estamos poniendo toda la carne en el asador, al igual que los gobiernos, pero no tiene ningún sentido buscar soluciones rápidas. Este es uno de los aspectos que no me gustan de la sociedad actual, nos preocupamos por cosas que luego olvidamos muy fácilmente. Primero el #MeToo, ahora el cambio climático, veremos lo que viene después. Para mí, lo importante es callarse y actuar. Porque no tiene sentido pensar que vas a solucionar la Revolución Industrial en cinco días.
¿Alguna medida concreta que se haya tomado en esta dirección? Por ejemplo, Ambiente Europeo, que es una iniciativa a través de la cual ayudamos a luchar contra la contaminación del plástico producida por la agricultura en España. El proyecto empezará en Puntas de Calnegre, en Cabo Cope, en Murcia. A veces, tienes que pensar donde puedes ser de mayor ayuda. España es uno de los mayores productores de frutas y verduras, y este plástico procedente de los invernaderos supone un gran problema.
Tienes 35 años, te quedan muchos por delante como diseñador, ¿cuáles son tus expectativas de futuro? Lo único que espero es tener trabajo. Y si tengo trabajo seré feliz
En la página siguiente, top y falda de encaje Basque y botas de piel, todo de LOEWE.
Maquillaje: Jose Belmonte (COOL) para NARS. Peluquería: Manu Fernández (COOL) para Moroccanoil. Ayudante de estilismo: Isabel Sainz. Ayudante de fotografía: Pawel Herman. Técnico digital: Tom Lakeman. Producción local: Rus Moreno y Javier Hernández Torrego. Modelo: Cynthia Arrebola (Next Models).