Ruralízate, la asesoría online del sueño rural.
LAURA CORCHADO y FUENSANTA MARTÍN están detrás de Ruralízate, un proyecto de asesoría para facilitar la transición y enfrentarse a los retos de iniciar una nueva vida en el campo.
Hartos de la ciudad, son muchos los que fantasean, y algunos los que finalmente deciden, romper con el estilo de vida urbano. El entorno rural se contempla como una salida airosa a ese agobio existencial, pero el cambio no siempre es tan idílico como uno lo imagina. Para hacer más llevadera esa transición, Laura Corchado y Fuensanta Martín crearon hace un par de años Ruralízate, una asesoría online para ayudar a convertir el sueño rural en un proyecto de vida real.
Fuensanta, licenciada en Ciencias Ambientales, nació en Salamanca y Laura, ingeniera agrónoma, en Madrid. Ambas son de ciudad, aunque muy vinculadas al mundo rural, tanto por sus orígenes –los abuelos de la primera son de Aldeadávila de la Ribera, un pueblo salmantino de 1.200 habitantes y Laura está muy implicada en la actividad cultural de Carbajo (Cáceres) la pequeña localidad, de 200 habitantes, de su padre– como por sus carreras (las dos llevan más de una década trabajando en proyectos de desarrollo rural, básicamente ligados a la Administración e instituciones públicas). Todo este bagaje personal y profesional, las llevó a querer hacer algo más por el entorno local, trasladando aquí sus conocimientos y la experiencia técnica a nivel nacional y europeo. «Nuestra idea inicial era ayudar a toda esa gente que tiene el anhelo de irse a vivir a un pueblo en busca de un estilo de vida más tranquilo, orientándoles sobre todas las posibilidades de ayudas, así como advirtiéndoles de las necesidades que van a tener. También ponerles los pies en el suelo, porque eso de vivir en el campo suena muy bucólico, pero hay una realidad, con unas limitaciones y unos retos ante los que hay prepararse mentalmente», puntualiza Laura.
La necesidad de cambio está ahí, y creciendo. «Hemos detectado que aumenta el número de personas cansadas de la gran ciudad y preocupadas por su impacto en su salud; pero el cambio de empleo, el acceso a la vivienda –hay muchas casas vacías y cerradas, pero sin opción a compra o alquiler–, perder cierta seguridad económica, si la hay, o superar el miedo para salir de tu zona de confort son algunos de esos desafíos», explica Fuensanta. Y ahí es donde entra en juego Ruralízate y los valiosos consejos de ambas sobre el papeleo, el tipo de ayudas o si las características del entorno pueden responder a las expectativas de vida, porque de lo contrario el cambio generará frustración. Además, para que todo esto fluya hace falta el apoyo de las administraciones públicas, más concienciación y que la gente lo perciba como otra opción de vida, no como un fracaso. Todavía hoy existe ese complejo de que quien vive en el pueblo no tiene otra opción. «Nosotras trabajamos para cambiar esa mentalidad e intentar devolver más vida a los pueblos. El entorno rural ofrece posibilidades de desarrollar otras iniciativas y de comenzar una nueva vida», explica Laura. Pero, como concluye Fuensanta, «el quid de la cuestión es no separar lo urbano de lo rural. Hay que mantener una conexión y un equilibrio y ofrecer igualdad de servicios, porque el coste de no mantener el entorno rural va a ser muchísimo mayor»